Federico Moleiro siempre tuvo una pasión especial por la poesía. Fue y ha sido para él una herramienta de exploración interior y de exploración del mundo que lo rodea. Tal vez una búsqueda del equilibrio a través de su profesión científica, la medicina, y el género literario más rico y de difícil ejecución.

- Según Ildemaro Torres, un científico de hoy no puede permitirse ignorar a los hombres de letras del mundo, ¿Ha tenido usted la influencia de algún autor en sus poemas o éstos parten de inspiraciones muy personales?

 Aparte del ambiente donde me crié, yo siempre tuve muy buenos profesores de literatura. Me atrajo siempre de manera muy particular la poesía española. Los poetas de la generación del 98 como Antonio Machado y Rubén Dario.

En plena adolescencia fui un gran lector de la poesía simbolista francesa. También García Lorca, Vallejo, Neruda; a quien considero un mounstro de la literatura. Creo que Neruda hasta en la cotidianidad era un poeta. Él no se podía expresar de otra forma que no fuera poéticamente.

Pero no fue sino después de su adolescencia que Federico Moleiro decidió mostrarle sus poemas a sus amigos poetas de la época. Ramón Palomares, Vicente Gerbasi y Edmundo Aray fueron los primeros en leer sus escritos y quienes lo motivaron a que los publicara.

- Los primeros poemas los publiqué cuando todavía no tenía los 30 años de edad. Aparecieron en el Papel Literario de El Nacional en la década de 1960.

Posteriormente publiqué mi primer libro en 1970, llamado "Orden de silencio", el cual tuvo muy buena acogida por parte de la crítica. Me acuerdo que tuvo una opinión muy favorable de Luis Alberto Crespo. Luego vinieron "Domicilio del tiempo" (1975), "Tres veces el mismo espejo" (1978), "Yo vi sangrar el águila" (1980), "Oscuro fiel" (1983) y "Final de fiesta. Antología poética" (1988).

- ¿Tiene algún otro proyecto de libro?

- Actualmente tengo un libro inédito que se llama "Memorias de algún orden" el cual tiene un prólogo del filósofo Fernando Rodríguez porque es un libro que incorpora no sólo hechos poéticos sino hechos vinculados con el acontecer filosófico.

Confiesa que en sus poemas se encuentre algo de esa soledad que dice tener porque se considera un hombre de vida austera. Un hombre de compromisos, mas no de lujos.

- Llevo una vida muy alejada de lo material. Nunca en mi vida, ni siquiera en la adolescencia, me plateé ser millonario. No me interesa. Me tracé una vida adecuada y decente con todas las limitaciones que tuve porque yo estudié siendo muy pobre. Mi padre era músico y esa profesión es muy mal pagada en este país. Son ejercicios de la sensibilidad humana que deben ser premiados o reconocidos con una recompensa económica que le permitiera a los artistas vivir más decentemente sin tener que buscar otras maneras de ganarse la vida.

- ¿Qué ha significado para usted haber recibido el premio de poesía del CONAC?

 En 1981 me gané el premio correspondiente al año 1980 gracias a mi libro "Yo vi sangrar el águila". Cualquier persona que trabaja en ciencias o en artes tiene que reconfortarse y alegrarse por cualquier reconocimiento recibido.

Por el área de la medicina también obtuve la Orden José María Vargas en su primera clase y eso me ha llenado de mucho entusiasmo. Por otra parte, eso lo compromete a uno a seguir trabajando, a renovar la fe por lo que uno realiza.