Entre 1978 y 1980 utilizando
el ME del Instituto Anatomopatológico en la Universidad Central de Venezuela se
inició formalmente la publicación de trabajos sobre la patología ultraestructural
tumoral (29-33) destacando el hecho de que estos primeros cinco
trabajos fueron publicados el primero en una revista venezolana vigente para la época y los otros cuatro,
en revistas de Patología en México y en España y comprendían el estudio de
tumores musculares, de células germinales, sarcomas de hueso y un tumor de la
grasa parda caracterizado por la apariencia de sus activas mitocondrias, el Hibernoma. El ME pasó a ser además de un
arma diagnóstica, un instrumento de enseñanza para los residentes del postgrado
de Anatomía Patológica en la Universidad Central de Venezuela, Se hizo común
utilizar el llamado “retrospectoscopio” para señalar como se podía ir de las
láminas coloreadas con hematoxilina y eosina a descubrir con el ME los filamentos,
microvellosidades, gránulos, luces y densidades en las células tumorales que la
ultraestructura trasformaba en estructuras precisas valederas para asegurar los
diagnósticos.
En esos años los estudios sobre el virus
encefalítico habían progresado gracias al apoyo del Departamento de Virología
de IVIC y en trabajos experimentales demostramos aspectos sobre la respuesta
inmune y la ultraestructura del sistema nervioso central (SNC) en el fenómeno
encefalítico experimental inducido por el virus de la EEV (34,35). Las
investigaciones estaban dirigidas hacia la búsqueda de un modelo experimental
para demostrar el daño intrauterino provocado por el virus y este saldría
adelante cuando se logró que las ratas sobrevivieran a la inoculación con la
cepa Guajira; un trabajo realizado gracias a Carreño y Esparza, que mostró los
resultados de la ultraestructura del SNC en las ratas sobrevivientes y se
publicaría en una revista de Gran Bretaña en 1979 (36). De esta
manera, el modelo experimental propuesto para investigar el daño intrauterina, fue
aceptado y publicado en el Boletín de Patología Comparada del Instituto de
Patología de las Fuerzas Armadas de EUA (37) y ya en 1981 comenzaríamos
a publicar en Infection & Immunity (EUA) información sobre las lesiones tempranas
de fetos y placentas observadas en las ratas Sprague Dawly utilizando también la
inmunohistoquímica (38,39). Igualmente se examinó la activación de
la toxoplasmosis cerebral en ratas (40) y publicamos en Acta Médica
Venezolana el estudio ultraestructural de casos de amibiasis cerebral y de encefalitis
granulomatosa amibiana (41).
En 1981, un par de trabajos
con el ME marcarían un hito de relevancia; uno de ellos el estudio experimental
en bovinos sobre la ultraestructura del tejido nervioso de la médula espinal de
animales afectados por rabia paralítica, señalando detalles sobre la
alteraciones de las neuronas ante la acción del virus de la rabia (42);
el otro trabajo, menos experimental demostraría con el ME de Transmisión y el
ME de Barrido el poder de penetración de las pseudohifas de Candida Sp y la división intracelular de
las esporas en las células del epitelio vaginal(43).
Durante los años 1982-1984 se publicó
un estudio sobre la ultraestructura de 15 timomas y se examinaron los detalles
ultraestructurales de los tumores malignos de células redondas, el tumor
odontogénico epitelial calcificado, el tumor de células gigante maligno de los
tejidos blandos, y las pápulas perladas del pene (44-48). Entre 1983
y 1989 se publicaron nuevamente trabajos sobre el VPH y sus efectos en la
neoplasia epitelial vulvar(49), se revisó nuevamente la
ultraestructura del VPH y el cáncer ginecológico(50) y en
ActaCytologica (EUA) se describieron ciertos cambios ultraestructurales presentes
en las células descamadas durante la infección con VPH (51). El año, 1986 se
publicaría un trabajo experimental importante sobre el efecto del virus de la
EEV utilizando la cepa TC83, menos virulenta que la Guajira por ser la usada
para la vacuna (52).
En 1988 y 1989 se publicarían
dos importantes trabajos sobre tumores cuya morfología no estaba clara y en los
que la ultraestructura ayudaría a dilucidar su origen; la fasciitis
pseudosarcomatosa que resultaba ser una lesión de miofibroblastos y el
hemangioendotelioma epitelioide, una lesión descrita por Sharon Weiss y
Enzinger que simulaba ser una neoplasia epitelial(53,54). Estábamos
ya viviendo la pandemia del SIDA y comenzaríamos a publicar nuestra experiencia
con la ayuda del ME en las autopsias y las biopsias de estos enfermos;
inicialmente sobre 50 autopsias(55) y luego
señalando la importancia que la inmunohistoquímica estaba aportando a los
estudios ultraestructurales(56), para describir casos de Herpes, y cuando
ya teníamos 404 autopsias de SIDA examinadas sobre las infecciones micóticas
oportunistas y sobre 69 biopsias hepáticas y la patología pulmonar en el SIDA(57-60).
En 1962 se publicó un estudio clínico, histológico y ultraestructural sobre la
anemia drepanocitica y las lesiones hepáticas en esta patología, y 34 casos de
tumores pediátricos epiteliales y mesenquimáticos, e igualmente se examinaron
17 casos de rabdomiosarcomas con el ME(61-63). Tras reportar un
nuevo caso de encefalitis granulomatosa amibiana en una revista alemana(64)
publicaríamos un estudio sobre el aporte del ME en las biopsias endomiocárdicas
en particular en la cardiomiopatía dilatada (65) y posteriormente en
1997 sobre la ultraestructura pulmonar en la proteinosis alveolar(66).
Finalmente tuvimos la oportunidad de examinar con el ME muestras de cultivos
celulares de humanos infectados con el virus de la EEV en otra epidemia de
encefalitis acaecida en el Zulia en 1995(67).
Los costos de los estudios con el SE ME se habían hecho muy elevados, y la
inmunohistoquímica había venido a resolver casi todos los problemas de
diagnóstico para los cuales antes dependíamos del ME. En 1997 me tocó en lo
personal tener que sepárame de mi trabajo en la Sección de microscopía electrónica
del Instituto Anatomopatólogico de la Facultad de Medicina en la Universidad
Central de Venezuela. Me hubiese gustado que las numerosas personas que
trabajaron en estas lides y se involucraron en los estudios ultraestructurales
de nuestra patología pudiesen ser coautoras de este trabajo, no puede ser
posible, pero estarán presentes en las referencias bibliográficas y guardaré
siempre un recuerdo muy especial para el personal técnico y para los
entusiastas médicos residentes que durante sus años de preparación para hacerse
patólogos intervinieron en tantos casos, aprendiendo y enseñándonos a todos.
Sin embargo, sin que por ser los últimos dejen de ser importantes, debo
terminar de referirme a otras publicaciones que seguirían naciendo del estudio
ultraestructural de los tumores, ya acompañados usualmente de la correlación inmunohistológica.
De esta manera, ese mismo año 1997 publicamos un detallado trabajo en
Investigación Clinica (Ven) con el título de : Aplicación de
la Microscopía Electrónica de Transmisión y la inmunohistoquímica al
diagnóstico de los tumores malignos(68), para así iniciar una serie
de publicaciones sobre tumores con los resultados del estudio ultraestructural
e inmunohistoquímico(69), sobre el tumor murino transplantable(70),
el fibosarcoma congénito(71) Glioblastoma Multiforme congénito(72),
el tumor de Askin(73), la Nesidioblastosis(74) el
estudio ultraestructural del Pneumocistis carinii (75) y de la aplicación
del ME al estudio de la patología microbiológica del SIDA (76). En el año 2001
David Mota y colaboradores publicarían sobre la ultraestructura e
inmunohistoquímica del carcinoma medular de tiroides (77).
Para concluir, debo señalar que en
la Revista Vitae Academia Biomédica Digital, de la Facultad de Medicina, de la
Universidad Central de Venezuela pudimos seguir publicando una larga serie de
trabajos sobre la inmunohistoquímica (IHQ) de los tumores. Estas publicaciones no
corresponden a trabajos directamente hechos con el ME, exceptuando uno de ellos,
el de José Rafael Tovar, Eduardo Caleiras y mi persona sobre la ultraestructura
del virus del Dengue en humanos, único trabajo con este tipo de material utilizando
en ME(78). Sin embargo, algunas de las publicaciones en VITAE
Academia Biomédica Digital, pueden servir de ayuda al examinar el diagnóstico
diferencial de los tumores bajo los criterios que ofrece la IHQ, ya que para
corroborar los diagnósticos, habrá que aplicar en cada caso, cuanto habíamos
aprendido sobre la ultraestructura de las neoplasias. En este sentido
añadiremos las referencias (79-89).