Como
se mencionó anteriormente, el feocromocitoma es un tumor extremadamente raro,
de carácter endocrino y que se deriva de las células del tejido cromoafin,
siendo su incidencia anual de aproximadamente 1.5-2:1000000 en la población normal y la asociación con la
paciente gestante se ha estimado en 0,2:10000 embarazos, en estos casos la
resolución quirúrgica del tumor dependerá de varios factores a ser tomados en
cuenta, siendo uno de los principales la semana de gestación en la cual se
encuentre la paciente, con respecto a este punto se tiene el final del segundo
trimestre, es decir las semanas 24 y 25 como el mejor momento para la cirugía(5).
Un
aspecto fundamental en el manejo del feocromocitoma está representado por el
adecuado tratamiento farmacológico previo a la cirugía(6), en este
sentido los esfuerzos se enfocan en las siguientes metas:
a. Control
de la presión arterial con bloqueantes alfa (Fenoxibenzamina, Doxazocina),
generalmente se logra en 14 días la estabilización de los valores de la presión
arterial (7).
b. Control
de la frecuencia cardiaca y de las arritmias. Esto debe realizarse si y solo sí
se ha logrado el objetivo anterior(8). Para ello son utilizados
normalmente beta bloqueantes aunque los antagonistas del calcio han sido
administrados con éxito.
c. Restauración
del volumen circulante.
En
la actualidad se acepta globalmente que el abordaje laparoscópico es el mejor
acceso quirúrgico para la resección del feocromocitoma ya que es mucho menos
agresivo para la paciente, cursa con una recuperación más rápida, estancia más
corta en el hospital, es seguro y eficaz (9,10). En nuestro caso se
decidió el abordaje lateral transperitoneal laparoscópico, tomando en cuenta el
tamaño del útero gestante, con mantenimiento de presiones del neumoperitoneo de
15 mmHg y flujo de 10 l/min para minimizar el incremento en la liberación de
catecolaminas por parte del tumor asociadas a la insuflación de la cavidad abdominal
(11).
La
paciente embarazada programada para exéresis de feocromocitoma presenta retos
adicionales para el manejo anestésico, sobre este aspecto cabe destacar las
anormalidades que se presentan en el pH fetal durante la laparoscopia(12)
asociadas a la transferencia de CO2 a través de la placenta, sin
embargo estas no se han asociado a efectos nocivos a largo plazo en el producto(13).
Otra preocupación adicional viene dada por la amenaza de desarrollar parto
prematuro o aborto debido a la manipulación quirúrgica(14), en
nuestro caso se decidió la administración de
sulfato de magnesio(15) con la finalidad de disminuir dicho
riesgo.
La
inducción y el mantenimiento anestésico debe hacerse tratando de evitar y/o
minimizar la aparición de crisis hipertensivas vigilando de manera estricta los
momentos de mayor estrés hemodinámico. En este sentido es imperativo mantener
el control de los valores de presión arterial durante la laringoscopia,
intubación y manipulación quirúrgica del tumor (16). Para dicho
control se recomienda la administración de vasodilatadores directos(17)
tales como nitroprusiato sódico (NPS), nitroglicerina y urapidilo, nosotros
decidimos la administración de NPS para dicho fin, por ser el agente de primera
elección para el control de la tensión arterial intraoperatoria en este tipo de
cirugía. Este posee un inicio de acción inmediato con una recuperación entre 1
a 2 minutos, no siendo recomendable su uso en pacientes con disfunción hepática
y renal a dosis mayores de 2 mcg/Kg/min y/o durante más de 48 –72 horas, debido
a la toxicidad producida por los metabolitos cianuro y tiocianato, no siendo el
caso de la paciente en estudio. Sin embargo la alternativa de la nitroglicerina
para este tipo de intervenciones es una herramienta a tomar muy en cuenta en
aquellos casos que cursen con coronariopatías, por el efecto dilatador de los
vasos colaterales que produce, lo cual permitiría aumentar el flujo sanguíneo
coronario (18). La aparición de arritmias, generalmente
supraventriculares se asocian íntimamente al trabajo quirúrgico sobre la
lesión, dentro de las alternativas a utilizar para lograr la disminución de la
frecuencia cardiaca (19) optamos
por la administración de atenolol en bolos de 1.25 mg, con el cual
obtuvimos resultados satisfactorios ya que no disponíamos de esmolol, betabloqueante
considerado como de elección por su corto inicio de acción y rápida
metabolización por esterasas plasmáticas, usado en perfusión continua para el
tratamiento de las taquicardias supraventriculares, así como también en el
control de la taquicardia e hipertensión arterial en el periodo perioperatorio (18,20).
Otro
aspecto que reviste importancia fundamental es el mantenimiento de una adecuada
profundidad anestésica, y sobre la base de que la estimulación quirúrgica bajo un estado superficial de anestesia es
capaz de generar una respuesta simpática
en el paciente que origina una crisis hipertensiva en el mismo, tratando
de prevenir dicha situación en el caso reportado el plano anestésico fue guiado
por monitorización del índice biespectral, sin embargo este punto debe ser
investigado (18). Tanto la anestesia total intravenosa como la
anestesia general balanceada han demostrado ser adecuadas para este tipo de
cirugía, por otra parte el bloqueo del neuroeje ha sido utilizado como
coadyuvante de la anestesia general con bastante éxito (21).
Episodios
sostenidos de hipotensión son frecuentemente vistos tras el cierre del drenaje
venoso del tumor, para tratar de minimizar esta caída se ha propuesto la
expansión vascular con soluciones cristaloides previo a la ligadura y la
administración de pequeñas dosis de fenilefrina o norepinefrina en infusión
continua por vía intravenosa (22).
En
conclusión, presentamos un caso de una paciente con 25 semanas de gestación y
diagnóstico de feocromocitoma en la cual se realizó adrenalectomía por
laparoscopia, se logró una preparación preoperatoria óptima y se realizó un
manejo anestésico adecuado de acuerdo a la bibliografía existente, la paciente
egresó del hospital al séptimo día en buenas condiciones generales,
asintomática y con salud fetal conservada.