Evitar el
fraude científico reposa en una escalera de responsabilidades que se inicia con
el coordinador de la investigación, le sigue el monitor del estudio clínico
designado por el patrocinante del proyecto, luego por los encargados del manejo
estadístico de los datos, los propios investigadores que deben revisar los
resultados y el manuscrito antes de ser publicado; continúan en la cadena de
responsabilidad, los árbitros designados por el editor de la revista así como
el editor de la misma; al final, esta responsabilidad queda difusa entre los
médicos e investigadores en ejercicio que eventualmente puedan detectar
inconsistencias al compararlo con otras publicaciones, discrepancias en los resultados e inclusive
fallas en la aplicación práctica del hallazgo científico.
La
prevención del fraude.
La profilaxis
del fraude científico puede ser llevada a cabo inicialmente por aquellos que pueden
detectar la violación del protocolo de investigación: estas personas son el coordinador
del proyecto, el monitor del proyecto, los investigadores participantes, los médicos
y técnicos que realizan exámenes paramédicos (pruebas de laboratorio, imágenes,
etc.). En segundo lugar, los que pueden detectar la adulteración o
fabricación de datos: como los propios investigadores redactores del
manuscrito, profesionales y técnicos en estadística que han hecho cómputos con los datos. Y en tercer lugar, la última barrera
preventiva reside en aquellos que pueden evidenciar inconsistencias en los
resultados: como los árbitros designados por el editor de la revista y el
propio editor de la misma (Tabla 1).
Si se hace
un esfuerzo importante en las etapas antes mencionadas, se reducirá al mínimo
la malapraxis científica.
Transparencia
y comunicación constante entre los investigadores. El proceso de comunicación y
transparencia total de los resultados de la investigación entre los distintos
integrantes del estudio es importantísimo para detectar o evitar que ocurran
errores, omisiones, malos cálculos en los datos, inconsistencias entre
resultados o falsificación de resultados.
Para este fin, los investigadores deben comunicarse continuamente, bien
sea personalmente o a través de sus correos electrónicos, e inclusive por algunas
redes sociales que permitan confidencialidad.
No obstante, algunas investigaciones con productos farmacéuticos o
dispositivos médicos de elevada originalidad, con inversión cuantiosa de dinero
en el proyecto y que sean susceptibles de copia o sustracción de información, deben
mantenerse al margen de este tipo de
comunicaciones.
Una vez publicado el material fraudulento en una
revista, son los pares en investigación, propios o ajenos al proyecto y los
médicos en ejercicio con conocimiento y sentido de honestidad quienes pueden
detectar inconsistencias, duplicaciones, plagio o cualquier otra anomalía y
ponerla de relieve o denunciarla.