La
Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el padecimiento por DM2 podría
duplicarse en los próximos diez años, si no se llevan a cabo tareas de
diagnóstico temprano o de estimación de su padecimiento, sobre todo en adultos
jóvenes(13).
En la presente investigación, se encontró que la mayor
proporción (67,8%) de pacientes estudiados fueron adultos jóvenes < 45 años.
Este hallazgo resulta de interés, sobre
todo cuando se trata de abordar estimaciones de patología como la DM2 antes de
que puedan ser diagnosticadas o desarrollada por el paciente.
Lo anterior, denota el papel preponderante de la
prevención primaria, en la medida que se logre concientizar
y educar a los adultos jóvenes en cuanto a esta patología. Como bien se sabe a
pesar de los impresionantes avances diagnósticos y terapéuticos actualmente
disponibles para la DM2, prevenir sigue siendo mucho mejor que curar, más aún en
edades productivas(12).
Se evidenció además, que los tres principales
determinantes de riesgo de DM2 de acuerdo al test de Findrisk, fueron la
circunferencia de cintura mayor a la esperada (66% en mujeres y 40% en hombres),
el IMC mayor al deseable (61,9%), seguido de los antecedentes familiares de DM2
(56,8%) en primera y segunda línea heredofamiliar.
Algunas investigaciones(14), muestran que la obesidad junto con la DM2 son
epidemias gemelas, por estar muy relacionadas entre sí por lo que en ocasiones,
se habla de términos como diabesidad, a fin de expresar su alta correlación. Incluso
la probabilidad de padecer diabetes en el paciente obeso, se ha incrementado a
un ritmo alarmante. Ya Asociaciones Latinoamericanas(15), advierten
que es probable que de no tomarse ninguna medida, hasta 400 millones de
personas sufran DM2 en los próximos 15 a 20 años.
Adicionalmente,
el hecho de estar presente la obesidad en este tipo de pacientes, también se
asocia a la inactividad física, que en esta investigación fue del 55,1%. Este
resultado coincide con lo que comenta Gray y
col.,(16) quienes resaltan
como posibles causas de la DM2, los hábitos
alimentarios no sanos, sobrepeso corporal, vida sedentaria y estrés, que
participan como desencadenantes del desarrollo clínico de esta enfermedad,
mientras que el peso corporal ideal, la alimentación balanceada y el aumento de
actividad física lo evitan o retardan.
Por
otra parte un 49,1% manifestó no consumir verduras o frutas a diario. Izquierdo
– Valenzuela y col., mencionan que el tipo de alimento es
relevante en el perfil metabólico de los individuos. No se puede afirmar que
existan alimentos diabetógenos(17). Sin embargo, existen
evidencias, surgidas de estudios de laboratorio y epidemiológicos en diversas
poblaciones, que afirman que una alimentación de alta densidad energética, rica
en grasas (especialmente saturadas), alta en azúcares refinados y simples, y pobre
en carbohidratos complejos (fibras) conlleva una disminución de la tolerancia a
la glucosa y de la sensibilidad a la insulina, y además, presumiblemente,
desenmascara algún factor genético predisponente (6,7).
Asimismo,
se ha documentado que patrones alimentarios basados en altos consumos de frutas
y verduras reducen el riesgo de presentar diabetes (18). Además, el
consumo de azúcares en abundancia genera serios problemas homeostáticos en el
organismo, altera los mecanismos de hambre-saciedad, y produce adicción,
obesidad, hipertensión y diabetes(18).
A semejanza de estudios como el de Cárdenas y col.,(19) se
encontró más de un factor de riesgo por persona. Aunque la DM2 tiene por
sí misma un componente hereditario no modificable, la suma de otros factores
como la obesidad, el sedentarismo y los hábitos dietéticos incrementan la
probabilidad de que se presente a futuro.
Por
ello, es importante identificar no sólo a las personas con carga genética, sino
con otros factores asociados, con la finalidad de sensibilizarlas sobre la
importancia de la práctica de hábitos saludables, alimentación y actividad
física, que redundaría en evitar o retrasar la expresión de la enfermedad.
De los
pacientes estudiados (45,2%) presentan un riesgo moderado de padecer DM2 en los
próximos diez años. La identificación precoz de las personas
con riesgo elevado de desarrollar diabetes, permite la puesta en marcha de
medidas educativas preventivas que hacen posible modificar e incluso revertir
ese estado de riesgo y prorrogar la aparición de la enfermedad(19).
Si a esta frecuencia
encontrada se adiciona que un 15,4% presentó riesgo alto
y de ellos el 1,2% obtuvo 20 puntos o más en el test de Findrisk, se evidencia
un porcentaje mayor al 50% de desarrollar la enfermedad a diez años en
esta comunidad. Estos resultados dejan al descubierto que se debe abordar
clínicamente estos pacientes con riesgo, bien sea con tratamiento
individualizado para los factores asociados, pero sobre todo con cambios
terapéuticos en el estilo de vida como responsabilidad individual.
Estos son propósitos medulares que señalan
las últimas recomendaciones de la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD)
(20). Además de considerar el entrenamiento en grupo de este tipo de
pacientes, en estrategias de autocuidado y conocimiento sobre la enfermedad, tendientes
a reducir los factores de riesgo asociados y la necesidad de medicación.
Se concluye, que se han
encontrado frecuencias de riesgo de desarrollar DM2 a diez años > 50%,
similares a las reportadas en otras ciudades como Tabasco en México (17),
Pontevedra en España (21) y Pinar del Rio en Cuba (8). Se
necesitaran estudios prospectivos de seguimiento de los pacientes participantes
en este estudio, a fin de evaluar la eficacia del cuestionario, así como la
implementación de medidas educativas capaces de influir positivamente en la
prevención de la enfermedad en este tipo de poblaciones vulnerables.
Los resultados encontrados apuntan al diseño de
programas cuyo objetivo sea incrementar el nivel de conocimiento de los pacientes de este municipio y de sus familiares en
cuanto a la DM2, como una de las medidas de mayor impacto no sólo para la
prevención, sino también para el empoderamiento del autocuidado de su salud.