La reproducción y su condición
necesaria, el ejercicio de la sexualidad, deberían ser siempre actos deseados y
planeados; lamentablemente, no lo es así, prueba de ello son los embarazos no
deseados. A pesar de la disponibilidad de formas seguras y eficaces de
anticoncepción, el embarazo no deseado sigue siendo un grave problema de salud
pública a nivel mundial, el cual ocurre principalmente en mujeres que utilizan
métodos anticonceptivos (1); como consecuencia de estos embarazos no
deseados, los aborto inseguros, aunque totalmente prevenibles, representan una
de las principales causas de enfermedad y muerte para las mujeres de América
Latina y el Caribe (2).
La anticoncepción hormonal es una
tecnología en salud determinante para el control de la fecundidad; sus
resultados preventivos mejoran la calidad de vida de los individuos, en
términos de cobertura, calidad de la atención en salud, educación y otras
variables socioeconómicas (3). Las ventajas para la salud derivadas
del uso de la anticoncepción son mayores que sus desventajas porque previenen
el embarazo no planeado, reducen el número de abortos y disminuyen la
incidencia de muerte y discapacidad relacionada con las complicaciones del embarazo
y parto (4).
Durante la última década se han
generado múltiples avances, como la disponibilidad de dosis bajas, nuevas vías
de administración y alta efectividad, lo cual ha hecho posible que las
pacientes individualicen sus deseos y necesidades (5); tales avances
en la anticoncepción hormonal se han dirigido al desarrollo de opciones cada
vez más inocuas, efectivas, discretas y convenientes (6). Todo nuevo anticonceptivo debe
seguir un largo camino antes de llegar al público, la mayoría de los
anticonceptivos modernos son el resultado de inversiones hechas 10 a 20 años
atrás; gran parte de los posibles nuevos anticonceptivos se someten a
investigaciones exhaustivas y ensayos clínicos rigurosos durante su desarrollo
y deben obtener la aprobación de las entidades reguladoras de gobierno antes de
ponerse a disposición del público (7).
En el diseño de los nuevos contraceptivos, se ha
enfocado en otorgarles una mejoría en el perfil de efectos adversos que poseen
los métodos tradicionales y en el desarrollo de sistemas que no requieran el
cumplimiento diario del paciente (8). La tendencia más importante en los
últimos años en materia de investigación y desarrollo de fármacos contraceptivos
ha sido la comercialización de una variedad de métodos anticonceptivos
diseñados para satisfacer las necesidades de los usuarios individuales. Con el
desarrollo de polímeros sintéticos, se ha hecho posible el desarrollo de
sistemas de suministro con una larga duración de acción, que liberan
continuamente pequeñas cantidades de hormonas; el desarrollo de sistemas de
este tipo, en forma de implantes sub-dérmicos, ilustra la búsqueda continua de
métodos anticonceptivos innovadores (9).
Los anticonceptivos hormonales están indicados en cualquier mujer en edad
reproductiva, después de haber recibido
consejería apropiada, haber hecho una selección
informada y si no tiene ninguna contraindicación
para su uso (categoría 4 en los criterios de
elegibilidad médica de la Organización Mundial
de la Salud) (10). En Venezuela, se dispone de
anticonceptivos hormonales orales combinados y de solo progestinas, de
inyectables intramusculares combinados y de progestina sola, así como
subcutáneo de solo progestina, anillos vaginales y parches combinados, y dispositivos
intrauterinos o implantes sub-dérmicos medicados que contienen
solo progestinas (11).
La aceptación de los diferentes
métodos de planificación familiar varía dentro de una misma sociedad y entre
diferentes sociedades, no puede obviarse que la fertilidad humana está
determinada por diferentes factores sociales tales como las costumbres, la
moral, los hábitos y la obligatoriedad marital; por tanto la cultura, el nivel
educativo y las condiciones socio-económicas juegan un papel determinante en la
aceptación, cumplimiento y satisfacción con un método anticonceptivo (12).
Remover todas estas barreras para la contracepción, sin lugar a dudas,
disminuirían tanto las tasas de embarazos no deseados y abortos como reduciría
las problemas sociales resultante de la incapacidad de las mujeres en alcanzar
sus metas de planificación familiar (13); sobre todo, hay que seguir
promoviendo los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y el acceso a
los métodos anticonceptivos para prevenir estos problemas, principalmente entre
las adolescentes que están en riesgo continuo de tener relaciones sexuales sin
protección, así como en otros grupos vulnerables de mujeres de escasos recursos,
que habitan en zonas rurales o pertenecen a grupos indígenas (14).
De igual forma, en la aceptación de los
métodos contraceptivos intervienen otros factores como la facilidad de obtener
el método, es decir se ha encontrado que las mujeres consideran que la decisión
de utilizar un método está relacionada con la facilidad de comprarlo o que el
sistema de salud se los suministre; en este sentido, la píldora y los
inyectables siguen siendo los más utilizados puesto que cumplen con estos
requisitos: los reciben en los centros de salud o si lo tienen que obtener
prefieren que sea a un precio asequible para ellas (15).
No obstante, para nadie es un secreto
la crítica situación del sistema nacional de salud, agravando aún más con los
problemas políticos, económicos y de desabastecimiento, que afectan la
disponibilidad de medicamentos en el país; problemática de la que no se escapan
los contraceptivos. Desde
hace tres años aproximadamente, Venezuela se enfrenta a una escasez crónica de
insumos industriales y productos de consumo masivo; el cóctel del
desabastecimiento incorpora muchos ingredientes: el control por parte del
Estado de la asignación de divisas para todas las actividades, la confiscación
de medios de producción y su posterior asignación a la propiedad estatal o
comunal, y la imposición de precios fijos.A las puertas de una verdadera
crisis humanitaria, la carencia de anticonceptivos es otro reflejo de las
estrecheces que por estos días reducen no solo la calidad de vida de los
venezolanos, sino sus propias expectativas de vida (16).
Según información publicada en prensa
nacional, el año 2016 inició sin la existencia de pastillas anticonceptivas en las
farmacias, situación que preocupa tanto a las parejas como a la comunidad
médica por la cadena de problemas que acarrea la falta de este tipo de fármacos;
aunado a la proliferación de su venta por revendedores en el mercado ilegal a
través de redes sociales y a la luz pública en calles y mercados populares, con
precios que superan hasta más de quince veces su valor real (17). Aunque
no se dispone de estadísticas oficiales, la demanda por la esterilización
quirúrgica ha aumentado en el país; evidenciándose que un creciente número de
mujeres jóvenes opta por esterilizarse en jornadas quirúrgicas, a pesar de los
riesgos y consecuencias que puedan presentar, antes que asumir un embarazo y la
crianza de los hijos (18).
Ya a mediados de 2015, la Federación
Farmacéutica de Venezuela alerta que la desaparición de píldoras
anticonceptivas ronda el 85% a nivel nacional, mientras que los preservativos
llevan meses escasos, razón por la cual los métodos a largo plazo, como el DIU
y los implantes sub-dérmicos, han ganado popularidad; considerándose el aumento
de la demanda como un fenómeno atípico porque estos métodos rara vez eran
utilizados y/o conocidos por las mujeres en el país (19). Tanto
médicos como farmacéuticos, a pesar de su costo mayor y de las dificultades
para conseguirlo, ven más viable por ahora el empleo de implantes sub-dérmicos
que protegen por unos años (20)