Las enfermedades
infecciosas, entre ellas la tripanosomiasis, tienen en común el no ser
predecibles; poseer pocos mecanismos de transmisión; tener un impacto global;
ser controlables con medidas de salud pública; y ser transmitidas por un solo
agente, altamente adaptable, situación que le otorga inmensas ventajas
evolutivas de supervivencia. Debido a ello, existe un reto constante entre el
devenir del comportamiento humano y la adaptabilidad del agente infeccioso. Por
otra parte, el trypanosoma es uno de los modelos celulares mejor estudiados, y
su biología molecular, genética y metabolismo, así como los mecanismos
inmunológicos desencadenados por la infección producida por este parásito,
están ampliamente discutidos en libros de texto y bibliografía especializada. Finalmente,
la historia de THA sugiere que la enfermedad puede haber sido un factor
selectivo importante en la evolución de los homínidos, hecho que refuerza la
certeza de que la enfermedad puede ser controlada, más no erradicada, debido a
la co-evolución conjunta entre ambas especies. De hecho, la historia antigua y
medieval indica que la tripanosomiasis africana afectó la vida de personas cuyo
hogar era el Africa Sub-Sahara. Por su parte, la historia reciente analiza las
especies causantes de la enfermedad, su modo de transmisión y el desarrollo de
drogas para el tratamiento, así como los medios mediante los cuales se podría
controlar la enfermedad. Estos estudios dejan en evidencia el hecho de que la
producción de medicamentos contra la enfermedad del sueño no ha sido siempre
exitosa por lo cual, persiste la búsqueda de nuevos medicamentos más baratos,
mejores y específicos.(1)
Sin embargo, y basados en el hecho de que el número de nuevos
casos de tripanosomiasis notificados entre 2000 y 2012 ha disminuido un 73%, los
objetivos de la OMS incluyen su eliminación como reto de salud pública para
2020. La OMS establece que para lograr este objetivo es fundamental reforzar y
coordinar las medidas de control de la enfermedad y asegurar la continuidad de
las actividades sobre el terreno entre ellas. Es decir: (1) reforzar los
sistemas de vigilancia existentes; (2) asegurar la accesibilidad a las pruebas
de diagnóstico y tratamiento; (3) apoyar el seguimiento del tratamiento y la aparición
de fracaso terapéutico mediante la red; (4) desarrollar una base de datos de
información y de análisis epidemiológicos, incluyendo un atlas sobre la
tripanosomiasis africana, esto con la colaboración de la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO); (5) realizar
actividades de capacitación a nivel de las zonas endémicas; (6) prestar apoyo a
la investigación operacional con miras a mejorar los instrumentos de
tratamiento y diagnóstico; (7) promover la colaboración con la FAO en lo
relativo a la tripanosomiasis veterinaria, y con el Organismo Internacional de
Energía Atómica (OIEA) en lo concerniente a la lucha anti-vectorial mediante la
esterilización de las moscas macho con radiación; (8) promover la sinergia de
las actividades de lucha anti-vectorial de la Unión Africana dirigidas por la
Campaña Panafricana de Erradicación de la Mosca Tsetsé y la Tripanosomiasis.(2)
Todo esto pone sobre el tapete la necesidad de trascender el paradigma “que
los estudios realizados en este organismo sean usados sólo como un
modelo de biología celular y filogenético”(10).
De hecho, al hacer una búsqueda del número de publicaciones aparecidas
en los últimos cinco años, en la base de datos NCBI-PubMed, que incluyan los
términos THA y ensayos clínicos, encontramos que los resultados refieren apenas
unos 40 artículos. Unos ocho están relacionados con las drogas desarrolladas
recientemente contra la enfermedad del sueño: fexinidazol, benzoxaborole
SCYX-7158 y la parfuramidine análogo a pentamidina DB289. Al hacer una búsqueda
con el término Trypanosoma sólo, aparecen 4903 entradas, y al
colocar los términos Trypanosoma y biología celular, aparecen 339
entradas. Estos números reflejan la dramática situación en la cual se encuentra
el desarrollo de medicamentos en contra de estas enfermedades y enfatiza el hecho de
que es imprescindible emplear la vasta información recabada en la literatura en
pro del desarrollo de fármacos útiles para combatir estas devastadoras
enfermedades. Veamos donde realmente nos encontramos en este campo, tomando
como ejemplo la enfermedad en humanos.
El Fexinidazol fue
desarrollado por Hoechst AG (ahora Sanofi-Aventis) en la década de 1980 como
una droga antimicrobiana y antiparasitaria. En aquel momento no resultó, más ahora
se ha vuelto a probar intensivamente en un modelo murino-de tripanosomiasis
africana. Se encontró que el Fexinidazol es activo en este modelo de enfermedad.
La droga, tiene biodisponibilidad por vía oral y atraviesa la barrera
hematoencefálica; más aún, sus metabolitos, son eficaces como compuestos anti-THA
en etapas avanzadas de la infección por T. b. rhodesiense y gambiense.
Debido a ello esta droga se encuentra en ensayos clínicos de fase 2b desde
mediados de 2012 (13,14).
El Benzoxaborole
SCYX-7158 tiene potencia suficiente contra T. b. rhodesiense y gambiense.
Adicionalmente, sus propiedades farmacocinéticas in vitro y luego de ser
administrado de forma oral a roedores y primates, son adecuadas. Atraviesa la
barrera hematoencefálica y es metabólicamente estable. Estas propiedades le
adjudican la capacidad de ser útil en ambas etapas de la enfermedad. Debido a
ello desde marzo de 2012 se encuentra en fase 1 de ensayo clínico (15).
El parfuramidine DB289 es
un análogo de la pentamidina, ha estado en fase 3 de ensayos clínicos como
medicamento oral contra la primera etapa de THA. Sin embargo, su toxicidad
renal obligó a la culminación abrupta del ensayo (16).
La biodisponibilidad oral
de fármacos anti-THA es un problema importante; debido a ello se ha intentado
mejorar la escasa solubilidad en agua de algunos de ellos como el melarsoprol, al
sintetizar complejos del fármaco con ciclodextrinas (CDs), a saber
hidroxipropil-b-CD y metilado b-CD. Ambos complejos han sido exitosos en un modelo
murino-THA en etapa tardía, aunque aún no se ha cuantificado su capacidad de producir
los efectos secundarios graves (17,18).
En conclusión, el que
haya al menos dos candidatos potenciales en ensayos clínicos, a fin de aumentar
el abanico de medicamentos contra THA parece prometedor; es sin duda un avance
en comparación con la situación de hace 10 años. Sin embargo, es mínimo,
especialmente si consideramos que (a) ninguna de estas drogas se encuentra en
fase 3; (b) hasta el 90 por ciento de los enfermos siguen muriendo, si llegan a
la fase dos de la enfermedad; y (c) no existen candidatos para solventar la
problemática veterinaria, que es inmensa.
Por ello, insistimos en
la necesidad de ahondar en el desarrollo de fármacos tripanocidas, a pesar de
que se esgrime el argumento de que la incidencia de casos y el número total de
los mismos en África está disminuyendo (19, 20), y que la enfermedad
veterinaria ataca zonas no ubicadas en los países desarrollados. A pesar de los
avances políticos y sociales que han ocurrido en África desde 1995, cuando la
OMS denunció la situación endémica de la enfermedad en el continente, sigue
siendo primordial luchar por el fortalecimiento de las instituciones para
aumentar su capacidad de trabajar en pro del control de la enfermedad (19,
20, 21, 22).