Los problemas posteriores a la
inserción se describen como la presencia de hematomas en el área de aplicación,
infección local, dermatosis, expulsión e induración en el área de inserción; asimismo,
aproximadamente 3% de los implantes son de localización difícil debido a una
técnica de inserción incorrecta (44). Se han registrado casos de
implantes colocados sin seguir el procedimiento recomendado, de tal forma que
la profundidad no permite palparlos o bien los implantes se encuentran en
sitios incorrectos. Las causas de la localización difícil pueden ser: (a) Técnica
de inserción incorrecta por aplicación profunda o por haber utilizado una
técnica de inyección (el obturador es empujado a través de la cánula plástica y
la aguja, lo que ocasiona una curvatura del implante y una posición profunda),
(b) Inserción en un sitio incorrecto: bíceps, brazo dominante, pierna o
abdomen, (c) No aplicación: el implante se quedó en la aguja después de la
supuesta inserción o se salió de la aguja antes del procedimiento (45).
Cabe destacar que la migración no se considera una causa de localización difícil;
asimismo, para la localización de un implante no palpable se recomienda la
realización de un ultrasonido o resonancia magnetica nuclear por un clínico
experimentado (27).
Asimismo, a pesar de las ventajas del
implante, un número significativo de pacientes exige su remoción temprana
debido a ciertos efectos adversos, lo cual reduce así su costo eficacia; siendo las razones más comunes
dadas para el sangrado frecuente e irregular, cefalea, ganancia de peso, acné,
labilidad emocional y depresión (22,46). Al respecto, Bahamondes y
Col.(36), reportaron que el acné y las irregularidades menstruales
eran más frecuentes en usuarias de implantes que del DIU (p< 0,0001);
mientras que al comparar los implantes liberadores de ENG con los de LNG, las
usuarias del etonogestrel presentaron más frecuentemente alteraciones en el
sangrado (16,7% vs. 12,5%; p = 0,019), siendo también la duración del implante
hasta su remoción más corta en este grupo (p< 0,0001).
Las irregularidades menstruales son el
principal efecto secundario de los implantes y la causa más común para la
remoción del implante con ENG; siendo más común su remoción en mujeres con
mayor IMC u obesas tienen 2,6 más chance de que le sea removido el implante
debido a presentar sangrados irregulares (47); sin embargo, un
estudio italiano (Di Carlo y Col. 2015) demostró que el implante sub-dérmico liberador
de ENG era un método anticonceptivo bien tolerado, con una alta proporción de
mujeres que experimentan un perfil favorable de sangrado; siendo las mujeres
con un IMC más bajo las que puede tener en cuenta el porcentaje más alto de
sangrado irregular.
Para el control de estos trastornos
menstruales existen varias alternativas, aunque ninguna garantiza a mediano o
largo plazo su resolución, pueden emplearse ACO, si no existen
contraindicaciones, a discreción del médico tratante, igual que el número de
ciclos, que fluctúa entre uno y tres; así como también otras alternativas como
el empleo de antiinflamatorios no esteroideos, ácido tranexámico, tamoxifén, e
inclusive doxiciclina, dada su capacidad para estabilizar la matriz de
metaloproteinasas; no se recomiendan el uso de vitamina E, ácido
acetilsalicílico ni del acetato de medroxiprogesterona (48).
En usuarias de implantes sub-dérmicos, el aumento de
peso ha sido frecuentemente reportado como uno de sus efectos adversos; con una
tasa de presentación muy variable que va desde 7,5% (9), 11,8% (49), 12% (50),
15,5% (51), 16% (30), 16,67% (52), 20,7% (53), 26% (54) hasta cifras tan altas
como del 80% (26). Asimismo, Alarcón y Arcos (51) establecieron que la ganancia
de peso aumentaba significativamente el riesgo de intención de abandono (OR=
3,1; p= 0,01).
Al respecto Bhatia y Col. (9) señaló que
7,5% (n= 200) de los casos presentó una ganancia ponderal mayor de 5 Kg. Un
estudio realizado por Medina (55) en adolescentes ecuatorianas
reveló un aumento de peso significativo entre las usuarias de etonogestrel al
compararse con otros métodos hormonales (14,8% vs. 5,8%; p= 0,02). Una
investigación mexicana realizada por Mejia (26) reveló que 80% de
las usuarias de implantes liberadores de ENG aumentaba de peso (64,10 ± 10,8 Kg
vs. 68,21 ± 10,65), con un incremento de peso en promedio de 4,11 Kg (6,41%).
Otro estudio realizado en México en mujeres indígenas reveló 21/37 presentaron
después de 4 meses de uso una ganancia ponderal de entre 0,4 – 10 Kg (p=
0,056), además de un incremento no significativo del IMC y de la circunferencia
cefálica. Asimismo, Aisien y Col. (56) encontró una variabilidad en
el peso de mujeres nigerianas usuarias de etonogestrel, puesto que luego de 6
meses de su uso evidenció una reducción (70,0±10,5 Kg; p < 0,13) y luego de
12 meses un incremento no significativo en el peso corporal (71,5±11,6 Kg; p
< 0,88).
Las mujeres usuarias del implante liberador
de ENG no mostraron diferencias significativas en la DMO, tanto en fémur como
en columna lumbar (L1-L4), luego de 12 meses de uso, al compararse con mujeres
usuarias del DIU; por lo que se concluyen que no habían cambios significativos
de la DMO después del primer año de uso entre las usuarias de implantes y del DIU,
aunque se evidenció un aumento de peso y de la masa grasa (57). Asimismo, la raza negra se ha
considerado un predictor significativo de ganancia ponderal entre las usuarias
del implante de ENG (58).
Consideraciones
finales: La salud sexual y reproductiva es un
derecho inalienable de toda persona, ratificado posteriormente en las diversas
conferencias Internacionales que la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
ha realizado en materia de Población y Desarrollo, de Derechos Humanos y sobre
la Mujer (59); de las cuales Venezuela ha sido firmante. Además, de
que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (60),
en su artículo
85 garantiza el derecho a la salud y en su artículo 76 garantiza la maternidad
segura, una planificación familiar y el derecho de la mujer para elegir cuántos
hijos y cuándo lo quiere tener.
La planificación familiar tiene el
potencial de salvar las vidas de millones de mujeres y niños, determinando el
bienestar económico de millones de familias; estos programas han sido
desarrollados y patrocinados para ofrecerle a las parejas no sólo un medio que
les permita tener el número de hijos que desean y reducir la incidencia de
embarazos no deseados, sino también para como un recurso para mejorar la salud
materno-infantil al disminuir los múltiples riesgos que conlleva un embarazo en
condiciones no apropiadas. Así pues, la problemática de la disponibilidad de
las diferentes modalidades contraceptivas en Venezuela resulta inquietante a la
luz de la vulnerabilidad de su población, sobre todo los adolescentes, aunado a
la elevada incidencia del embarazo precoz y a la marcada tendencia al aumento
de las tasas de mortalidad materna.
La desaparición de métodos contraceptivos
en el país, es un problema muy extenso y de varias dimensiones, que va más allá
de cohibirse de disfrutar una vida sexual plena, la escasez de pastillas supone
un riesgo para el cuerpo de la mujer, dado que al no conseguir las recetadas
por el ginecólogo, muchas jóvenes optan por cambiar constantemente la marca de
las píldoras, exponiéndolas a un mayor riesgo de los efectos adversos de estos
fármacos y a un embarazo no planificado. Por tanto, dada su alta efectividad
anticonceptiva, casi inmediatamente después de la inserción, la baja tasa de complicaciones
y efectos secundarios, la posibilidad de uso a largo plazo después de una sola
intervención y el rápido regreso a la fecundidad después de la extracción, los implantes
anticonceptivos constituyen una buena opción contraceptiva que debe incluirse
en los programas de planificación familiar, especialmente en los lugares que
atienden a la población adolescente o de escasos recursos económicos.