Anestesiología
Niveles de ansiedad en pacientes durante la evaluación preanestésica para cirugía electiva. Valencia, Venezuela. Mayo-Agosto 2016
Introducción
Joseph
Lévy-Valensi (1879 a 1943), profesor de psiquiatría en París definió la
ansiedad como una sensación de expectación desagradable y oscura (1).
La ansiedad es parte del espectro emocional de la existencia humana. Opera como
una respuesta adaptativa frente la anticipación de peligros a veces presentes e
inminentes, pero a veces ausentes e incluso imaginarios, indefinibles e
imprevisibles. Se manifiesta como múltiples disfunciones y desajustes a nivel
cognitivo, conductual y psicofisiológico, y puede mantenerse y fluctuar a lo
largo del tiempo, con signos y síntomas que provocan malestar clínico
significativo (2-5).
Junto
al espectro de emociones del trastorno de ansiedad, existe un correlato
somático, que se pone de manifiesto con la respuesta sistémica frente al
estrés, ocurriendo cambios en el sistema nervioso autónomo y el eje
neuroendocrino, que generan predominancia del tono simpático, y aumento de:
hormona liberadora de corticotropina, adrenocorticotropina, cortisol,
adrenalina, noradrenalina, dopamina, prolactina, citoquinas (IL 6), factor de
necrosis tumoral y proteínas de fase aguda (Proteína C reactiva, Leptina), sólo
por mencionar algunas de ellas (6).
Esta
cascada fisiopatológica, trae consigo aumento de la actividad cardiovascular, taquicardia,
aumento de la presión arterial, aumento de la tasa de consumo de oxígeno
tisular, vasoconstricción periférica, diaforesis palmar, dilatación pupilar,
reducción de las funciones digestivas, entre otros. Como resultado de ello, es
habitual encontrar signos de inestabilidad cardiorrespiratoria durante la
inducción, mayor probabilidad de sangrado y complicaciones tales como mayor
vulnerabilidad a las infecciones, mayor estancia hospitalaria, pobre control
del dolor y mayor consumo de opioides y otros analgésicos, así como también
mayor riesgo para desarrollar dolor crónico postoperatorio (7).
En
efecto, Montes y col. (8), reconocieron a la ansiedad como factor de
riesgo clínico potencial para el desarrollo de dolor crónico postoperatorio, en
conjunto con otras variables de salud mental, como la depresión, evaluada a
través de un test de salud mental (SF-12). Estas consideraciones, llevan al
anestesiólogo a tratar precozmente los signos asociados al estrés y ansiedad
preoperatoria, y lo realiza en el marco de los procedimientos llevados a cabo
durante la premedicación (9). El período previo al inicio del acto
anestésico y quirúrgico, es cuando el paciente experimenta más ansiedad,
motivado por el temor a las circunstancias que rodean la intervención, como el
dolor, la anestesia, el miedo a morir, entre otros (10).
Actualmente,
numerosos grupos de investigación resaltan el valor del abordaje no
farmacológico para el control de la ansiedad durante el perioperatorio. Las estrategias
que se describen incluyen: la psicoterapia cognitivo-conductual, terapias de
reforzamiento de la empatía anestesiólogo-paciente, programas de educación e
información preoperatoria, técnicas de relajación, musicoterapia e intervención
de la arquitectura en el ambiente hospitalario. Permanece sin determinarse la
fuerza de recomendación para cada una, no obstante, la medicina basada en la
evidencia muestra estadísticas favorecedoras en lo que respecta a la
disminución de la ansiedad pre y postoperatoria con estas medidas (10).
Desde
una perspectiva global, el National Institute of Mental Health (11),
indica que la prevalencia de cualquier trastorno de ansiedad alcanza 18,1% de
la población adulta a lo largo de la vida, y el 60% son de sexo femenino;
además, 22,8% de todos los casos pueden presentar ansiedad severa. En este
mismo orden de ideas, Baxter et al (12), reportaron para el año 2013,
una prevalencia en un rango desde 0,9 a 28,3% dependiendo del país y la
cultura; estos datos fueron aportados a partir de un estudio que involucró 44
países. En el ámbito preoperatorio, se tienen datos diversos sobre la
incidencia de la ansiedad. En países como Etiopía y Nigeria se han observado
niveles de ansiedad preoperatoria de 70,3% y 51% respectivamente, mientras que
en México, un estudio reportó ansiedad leve a moderada en 87,4 % (13-15).
Las
implicaciones de la ansiedad en la práctica anestésica son considerables, y uno
de los puntos más álgidos es aquel que se relaciona con el manejo del dolor
agudo postoperatorio, mostrando que la ansiedad corresponde la variable
psicológica más frecuentemente encontrada en los casos de dolor de alta
intensidad (16, 17). A mediano plazo, la ansiedad es un factor
predisponente para sufrir dolor crónico postoperatorio. Dekker et al (18)
describieron que tanto a las 6 semanas como a los 6 meses de postoperatorio,
los niveles de ansiedad obtenidos a partir de la escala de ansiedad y depresión
hospitalaria, se correlacionan estadísticamente con altos niveles de dolor en
el sitio postquirúrgico.
Por
todas estas razones, los esfuerzos deben dirigirse hacia la aplicación de
estrategias desde una visión holística, que permitan minimizar el impacto de la
ansiedad en los pacientes y donde la entrevista preanestésica sea esencial, acompañada
de la estratificación del nivel de ansiedad. Gordillo et al (19), proponen que la información, educación, la
adecuación del ambiente y el enfoque humanístico son imperativos.
Más
recientemente, Hernández y col (20) investigó el nivel de ansiedad e
información preoperatoria en pacientes programados para cirugía en el Hospital
Ángeles Metropolitano. Encontró predominio del sexo femenino (79%), y la
frecuencia de ansiedad por diversas complicaciones que pudieran ocurrir fue de
69%. Entre las “preocupaciones” preoperatorias destaca experimentar dolor
postoperatorio (27%), que duplica el temor a morir (13%), lo que también
implica que el anestesiólogo debe convencer a los pacientes de que el
procedimiento que realizará con ellos es adecuado y que si bien hay posibilidad
de que haya dolor, es más leve de lo que ellos suponen.
Acercando
la mirada a Venezuela, es posible notar que la ansiedad ha sido tema reciente
de investigación en el país, con producción casi nula de publicaciones. No
obstante en Cumaná, estado Sucre, Rojas
y Azevedo (21) en el 2013, reportaron en el período preoperatorio
49% de ansiedad leve, 27,5% de ansiedad moderada y 23,5% de ansiedad severa en los
pacientes estudiados.
En
cirugía ambulatoria, el anestesiólogo adscrito al hospital debe llevar a cabo
la valoración preanestésica de acuerdo con las recomendaciones nacionales e
internacionales para la práctica de la anestesiología (22). Es así
como, sobre la base de las ideas expuestas, es posible pensar que si se logra
una adecuada situación de feedback
durante la consulta preanestésica, el paciente será capaz de expresar las
inquietudes que posee sobre lo que le atemoriza o genera miedo de la cirugía,
la anestesia o el ambiente hospitalario, a la
vez que genera una visión objetiva del problema por parte del anestesiólogo
para que así éste sea capaz de tratar y minimizar su impacto.
Es por ello que se propuso describir el
nivel de ansiedad de los pacientes durante la evaluación preanestésica para
cirugía electiva, que acuden a la consulta del servicio de anestesia del Hospital
Universitario “Dr. Ángel Larralde”, ubicado en Bárbula, municipio Naguanagua
del estado Carabobo, Venezuela, durante el período mayo - agosto del 2016. De
manera secundaria, se planteó clasificar a los pacientes según la edad y sexo, especificar el tipo de cirugía a la que serían sometidos (cirugía
menor, cirugía mayor o cirugía mayor ambulatoria CMA) y el servicio tratante o
de origen, determinar los antecedentes sobre cirugías previas, complicaciones
anestésicas o quirúrgicas y comorbilidades; establecer la asociación de la
ansiedad con la edad, el género, existencia de experiencias anestésicas o
quirúrgicas previas y la presencia de comorbilidade |