Cirugía de cabeza y cuello
Trauma cervical penetrante en la Primera Guerra Mundial
Los cirujanos franceses de la Primera Guerra Mundial
La
incidencia de heridas arteriales entre las tropas americanas, inglesas,
francesas y alemanas, se situó entre 0,4% y 1,3% durante la Gran Guerra (13). En la clásica monografía
de George Henry Makins, intitulada “On Gunshot Injuries to the Blood-Vessels”,
relativo a su experiencia en la atención de traumatismos vasculares como
cirujano de las fuerzas británicas expedicionarias en Francia, enumero para las
lesiones de la arteria carótida, subclavia y vertebral los siguientes
porcentajes 10,7%, 3,7% y 0,2%, respectivamente (11,13). Aplicó un manejo expectante de las heridas
cervicales penetrantes. El tiempo de evolución, la gangrena, y la presencia de
amplios tejidos desvitalizados que requerirían extenso debridamiento serian las
razones fundamentales para esta conducta (10,12). Las secuelas como los aneurismas, pseudoaneurismas
y las fístulas arteriovenosas fueron intervenidos quirúrgicamente días o
semanas después del evento. El tipo de procedimiento más común en todos los
casos, seria la ligadura de los vasos comprometidos. Según Michael De Bakey
& Fiorindo Simeone todas estas consideraciones serian practicadas por la
mayoría de los cirujanos de ambos bandos enfrentados (11, 56). El porcentaje de
complicaciones neurológicas se ubico en un 30% y la mortalidad
general en 11% durante este periodo. Señalando a las hemorragias exanguinantes
e incontrolables por aneurismas rotos como la principal causa de fallecimiento (10,12). Aunque eran reconocidas las bondades de la sutura
vascular propuestas por Alexis Carrell, la exploración operatoria inmediata y
la rafia arterial quedarían reservadas para casos excepcionales, como heridas
limpias, de corta duración y de pequeño
diámetro (11,13, 56).
Contrario a estos reportes, existe suficiente
evidencia que demuestra la
extraordinaria habilidad de los
cirujanos franceses, Hippolyte Morestin (16), L.
Sencert (57), H. Costantini (58) J. Delmas
y J. Fiolle (59) en la aplicación
y desarrollo de exploraciones quirúrgicas inmediatas del cuello en los
lesionados del Frente Occidental.
Varios
artículos, capítulos y textos se dedicaron con especial atención al abordaje expedito
de los hematomas y las hemorragias cervicales por traumatismos penetrantes. Diversas
maniobras aparecen magníficamente ilustradas para tal fin (16,57-60). Las
lesiones superficiales fueron
diferenciadas de las profundas, de acuerdo al compromiso de la aponeurosis
cervical. Según las características clínicas, clasificaron los sangramientos en
venosos y arteriales. Ilustraron
la compresión digital extrínseca o dentro de la herida y por oclusión de los
bordes de la piel con dos pinzas, desde el momento de la extracción del campo
de batalla. El traslado seria ejecutado de manera rápida, por la formación de
hematomas que podrían comprimir la traquea. Condenaron el pinzamiento en
profundidad a ciegas o en masa dentro de la lesión por las laceraciones a
estructuras no involucradas, y la conducta expectante de los hematomas por el
grave peligro de las “hémorragies
retardées” o hemorragias tardías que
arriesgarían la vida del herido (16,60)
(Figuras 2e y 2f).
Previa
narcosis por inhalación con éter, la arteria carótida primitiva seria referida
provisionalmente con hiladillas y los hematomas serian explorados, seguido de la identificación y ligadura de las lesiones vasculares. De
acuerdo al autor, se esquematizaron varios tipos de heridas quirúrgicas por el
borde anterior del esternocleidomastoideo con extensión por sus extremos según
la ubicación del hematoma. Los autores, L.
Sencert, J. Delmas y J. Fiolle incorporaron algunas
incisiones de las linfadenectomias cervicales como las de De Quervain e
Hippolyte Morestin en las cervicotomías (16,57-61).
L.
Sencert sugirió la exploración inmediata de los hematomas por el mismo trazo de piel para disecciones de cuello,
del cirujano Hippolyte Morestin oriundo de la Isla Martinique, y la sutura
lateral de las lesiones de la arteria carótida, menores a una lentille (lenteja). Señalando a este
ultimo procedimiento como seguro y que
previene la temida hemiplejía o amaurosis. La doble ligadura seria la conducta
apropiada cuando la dimensión de la lesión del vaso arterial comentado fuese mayor. Realizó
traqueostomías en hematomas expansivos que comprometían la traquea (16,57) (Figura 3a).
Figura
3. Incisiones cervicales de acuerdo al autor. a)
Sencert (57). b1 y b2) Delmas
& Fiolle, para heridas altas y bajas, respectivamente (59). c) Costantini con sus respectivas prolongaciones en
líneas puntiformes (58,60).d) Sencert, para lesiones de base de cuello (16). e1 y e2) Modificaciones de Costantini al trazo
anterior (16,58,60). Esquema propio del autor.
De acuerdo a la ubicación anatómica de las lesiones,
J. Delmas J & J. Fiolle diferenciaron el acceso a los vasos cervicales
principales por encima o por debajo del borde superior del cartílago tiroides,
equivalente a las actuales zonas III y II. Para el primero, representaron una herida quirúrgica
que inicia en la base del mastoides, se encorva en dirección descendente hacia
la región retroauricular para luego continuar por el borde anterior del músculo
esternocleidomastoideo hasta el límite superior del cartílago mencionado. La
segunda incisión empezaría a nivel de la punta del mastoides, seguiría
por el margen anterior del músculo citado, descendería hasta la unión
esternoclavicular, para cambiar brusquement (bruscamente) de dirección
sobre el borde superior de la clavícula (Figuras 3b1 y 3b2). Según el abordaje
seleccionado, se confeccionarían los respectivos colgajos y se seccionarían las
inserciones superiores o inferiores del músculo con un coup de ciseaux
(golpe de tijera). La punta del mastoides podría ser separada con ciseau et
maillet (cincel y mazo) o con la
sierra de Gigli. El vientre posterior del músculo digástrico y el músculo
omohioideo serian divididos para facilitar la exposición y ligadura de las estructuras
vasculares (Figura 4). Ambos tipos de accesos se compararon a los usados para
la extirpación de los ganglios tuberculosos o neoplásicos (16,59). El último trazo descrito, era semejante al
diseñado en 1900 por De Quervain en forma de “V”, para disecciones cervicales
parciales (37,61).
Figura 4. Maniobra de Delmas & Fiolle para exposición baja de los vasos
principales (16,59). Esquema propio del autor.
En 1918, el cirujano francés de origen argelino, Henry
Costantini describió e ilustró la incisión a lo largo de todo el borde anterior
del músculo esternocleidomastoideo y detalló cada uno de los siguientes pasos
para alcanzar la ligadura del vaso comprometido, en un herido por un obús.
Recomendó para una adecuada exposición de las estructuras vasculares en las
lesiones bajas, ejecutar sin dudar, la
extensión en forma de codo hacia el borde posterior del músculo citado, a dos
traveses de dedo del margen superior de la clavícula, seguido de la sección de
las fibras musculares esternales y claviculares. Para las altas, prolongó el trazo hasta la base del mastoides
y la separación de este ultimo, con cincel y mazo a la manera de J.
Delmas J & J. Fiolle. Enumeró su
experiencia en varias estructuras venosas y arteriales, entre ellos la
arteria vertebral (60). Con esta herida quirúrgica y sus
prolongaciones incluyó todas las zonas anatómicas contemporáneas. La autoría de
su abordaje fue confirmada en el Tratado
de Cirugía de Urgencias de Félix Lejars en 1936 (16) (Figura
3c). Un aspecto interesante del trazo
comentado es su similitud con el
realizado en 1888 por Franciszek
Jawdyński, un cirujano polaco, durante la primera disección radical de cuello. El procedimiento se publicó en la
Gazeta Lekarska, una revista polaca. Al referirse a la herida quirúrgica,
indicó: “Efectué la incisión desde el ángulo de la mandíbula hasta la unión esternoclavicular”
(62).
Los
hematomas expansivos y las hemorragias en la base del cuello, correspondiente a
la actual zona I, fueron mencionados por L. Sencert como poco frecuentes por su
elevada mortalidad y de mayor peligrosidad por el compromiso toráxico asociado.
Indicó realizar un abordaje quirúrgico inmediato que inició por el extremo
externo y por encima del borde superior de la clavícula, hasta la unión
esternoclavicular, seguido de la desarticulación de este último y la sección
del hueso en su tercio externo con una sierra de Gigli. Una segunda incisión se
efectuaría desde el ángulo interno de la primera hasta el borde anterior de la
región axilar, seccionando los músculos pectorales mayores y menores,
confeccionando el colgajo músculo cutáneo, descubriendo el hematoma y los vasos
principales. La conducta frente a los elementos vasculares sangrantes seria la
misma a la descrita en párrafos anteriores (16,57) (Figuras 3d
y 5). Dos variantes a este trazo fueron divulgadas por H. Costantini en 1920. Un acceso más
conservador, que no incluiría el corte en la clavícula, ni la extensión hacia
la axila. El segundo fue más radical, iniciaría en la línea media de la región cervical
anterior con prolongación hacia el
tórax, en dirección descendente seguido de esternotomía y exposición de los
vasos cervicales y mediastinales (16,58) (Figuras 3e1 y 3e2).
Figura 5. Maniobra de
Sencert para exponer los vasos principales en la base del cuello.
Desarticulación de la unión esternoclavicular y sección de los dos tercios
internos de la clavícula con la sierra de Gigli (16,57). Esquema propio del autor.
Respecto a las heridas de la vía aérea, la incidencia se ubicó entre 0,3% y 3%. La
asfixia, la disfonía, el burbujeo por el orificio, el enfisema y la expectoración sangrante serian
los síntomas ocasionados por la presencia de sangre, el edema de glotis o por
hematomas intra o extrinsecos compresivos. La traqueotomía fue reconocida como
una intervención de rápida decisión y ejecución. Si se constato que el
proyectil comprometió la vía aérea y se acompaña de disnea, el procedimiento se
ejecutaría de manera inmediata n’hésiter
(sin vacilar), seguido de la exploración del cuello para debridar, desinfectar,
taponar los sangramientos y prevenir las secuelas. Las reparaciónes serian de
acuerdo a su ubicación. A nivel de las membranas o la traquea con rafia
primaria, usando Catgut 00, según el
estilo de Hippolyte Morestin o perforando el cartílago tiroides con una aguja
curva y aproximando los bordes de las lames
(laminas). En los centros de otorrinolaringología en Bordeux, Paris y Lyon resaltaron
la laringofisura, conocida como la operación de Sir Saint Clair Thompson, para
la “exploración endolaryngee”
(exploración endolaringea) de heridas complejas, hemostasia, extracción de
proyectiles o esquirlas, y revisión de la cara anterior esofágica (16,63-65a).
Por su proximidad anatómica y su frecuente asociación,
el abordaje terapéutico de las lesiones de la vía digestiva era considerado de
manera análoga. En las de faringe o esófago recientes, la mucosa se aproximaría
con un surjet (sutura continua) de Catgut y el resto de la
pared con puntos separados. En las tardías, estuvo indicado el debridamiento,
drenaje y colocación de una sonda esofágica para nutrición. Las complicaciones
como las estenosis traqueales, flegmones
del cuello y mediastinitis por perforaciones eran conocidas (16,63,65a,65b)
La racionalización de la exploración quirúrgica inmediata de los
hematomas y las hemorragias cervicales por traumatismos cervicales penetrantes, la diferenciación de las lesiones de
acuerdo al compromiso del platisma, la caracterización clínica del tipo de vaso
comprometido, las maniobras para detener
los sangramientos en el traslado, las incisiones en piel, y las tecnicas de
reparación durante la intervención operatoria representaron aportes de este
grupo de cirujanos al manejo contemporáneo del
trauma de cuello.
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