Cirugía de cabeza y cuello
Trauma cervical penetrante en la Primera Guerra Mundial
El trauma cervical penetrante hasta nuestros días
En el intervalo entre las dos guerras mundiales, se
caracterizo por un elevado número de casos anecdóticos de reparaciones de
fístulas arteriovenosas de origen aneurismático, indicando la continuación de
la experiencia militar no operatoria, en la vida civil (12,
66, 67).
En su obra “Surgery of Modern Warfare” de 1941, Hamilton Bailey cirujano británico de la
Royal Navy, recomendó la exploración quirúrgica inmediata de los hematomas
cervicales en los lesionados en combate. El riesgo de las hemorragias secundarias,
las infecciones asociadas a los cuerpos extraños, la dificultad técnica de la
intervención operatoria demorada por varios días y la disminución de las
complicaciones neurológicas serian las razones para fundamentar el tipo de
manejo. Sugirió maniobras y abordajes de algunos cirujanos galos mencionados
previamente, así como los de su propia experiencia militar. La técnica de
compresión digital y pinzamiento del orificio de la herida, la incisión por el
borde anterior del músculo esternocleidomastoideo, los abordajes en piel de L. Sencert, L.
Delmas & L. Fiolle y la ligadura de los vasos principales fueron
mencionados en su texto (68).
La traqueostomía, el debridamiento, drenaje de las
lesiones faringoesofagicas y la ligadura de las heridas vasculares guiaron a la
exploración quirúrgica inmediata como tratamiento estándar. La cervicotomía
temprana representó la mejor alternativa
terapéutica en la segunda guerra mundial. La mortalidad descendió hasta
un 7% (4,12).
Michael De Bakey & Fiorindo Simeone
en 1944, declararon que la ligadura arterial era el único procedimiento
practicable en las condiciones de guerra. En 2471 heridas arteriales operadas
por los autores, solo pudieron efectuarse 81 reparaciones de los vasos
afectados (13). A
partir del conflicto de Corea, en abril de 1952, se observa una relativa mayor
aplicación de técnicas más efectivas en la reparación vascular hasta principios de la década de los setenta,
cuando se publicó el llamado Registro Vascular de Vietnam, en el cual se
sintetiza la enorme experiencia en cirugía arterial traumática (34,69).
El éxito de la
cirugía sentó el precedente para su aplicación en el ámbito civil (10).
Fogelman & Stewart, recomendaron la exploración quirúrgica obligatoria para
todas las heridas penetrantes (12). Con esta
conducta, el porcentaje de mortalidad descendió, pero se asocio a un incremento
de las intervenciones operatorias sin hallazgos. Lentamente, algunos estudios
sugirieron que aquellos heridos sin signos claros de lesión vascular o visceral
podrían ser observados, complementado con investigaciones apropiadas. Surgió
así, el manejo conservador o selectivo de las lesiones cervicales y un cambio
al viejo dictado de la exploración quirúrgica obligatoria. En décadas recientes, estas dos últimas
tendencias han suscitado considerable debate (4,8-10).
Numerosos avances en los sistemas de traslado y
recepción de los soldados heridos, el manejo de las lesiones y el tratamiento
del shock desarrollados durante la Gran Guerra serian aplicados en la Guerra
civil española y continuarían en la Segunda
guerra mundial (50,51 )
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