Julio-Septiembre 2004 20
ISSN 1317-987X
 
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Medicina en el tiempo
 





Entrevista al doctor José Francisco y la profesora Consuelo Ramos: Historia de la pediatría en Venezuela (2da parte)

La enfermedad social: el reto del presente

La dedicación de figuras como Pastor Oropeza, Gustavo H. Machado, Ernesto Vizcarrondo, Espíritu Santo Mendoza, Lya Imber, Guillermo Hernández Zozaya, Simón Gómez Malaret - considerados padres de la pediatría moderna venezolana -, aunado al trabajo emprendido por quienes siguieron sus huellas, entre ellos Gabriel Barrera Moncada, Francisco Castellanos, Hernán Quintero Uzcátegui y muchos otros “pupilos”, terminó dando sus frutos, pues desde mediados del siglo XX, el escenario infantil del país se había vuelto totalmente distinto al de la Venezuela atrasada y rural del siglo XIX y de los tiempos del dictador Juan Vicente Gómez (1908 – 1935).

Las enfermedades que eran “cotidianas” para los niños venezolanos: gastroenteritis, necatoriasis, paludismo, tuberculosis, viruela y demás dolencias, comenzaron a ser progresivamente controladas y erradicadas del territorio nacional, por lo cual dejaron de causar los altos índices de mortalidad de antaño, muchas de ellas debido también a las vacunas y al uso de antibióticos y otros medicamentos modernos. De hecho, el pediatra y profesor universitario José Francisco, señaló al respecto que en la actualidad, las cifras oficiales de mortalidad infantil están alrededor de 17 muertes por cada mil nacimientos. Si se compara con las estadísticas de los años treinta, las cuales presentaban cifras de 120 a 140 fallecimientos por cada mil nacimientos, puede apreciarse la dimensión de los progresos realizados en esta particular materia.

La atmósfera política y social reinante en el país y en el mundo, también contribuyó a trasformar aquella situación. Para el año 1946 la Organización de la Naciones Unidas (ONU) había creado el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF); en 1959, los Derechos del Niño habían sido declarados (también por la ONU) y 1979 fue decretado como el Año Internacional del Niño. Por su parte en Venezuela, se respiraban aires de progreso y desarrollo. Se estaban construyendo modernas autopistas, grandes complejos habitacionales de carácter popular, universidades, hospitales y centros comerciales, entre otros desarrollos urbanísticos.

Este proceso de crecimiento acelerado – sobre todo en las principales ciudades del país, tales como Caracas, Maracaibo (Occidente de Venezuela), Valencia y Maracay (centro-norte de Venezuela) –, junto con la condición de país monoproductor generó a su vez un proceso de urbanización caótico e improvisado, denominado “Disturbanización” por el investigador norteamericano Derrick Jelliffe, lo cual dejó como secuela el surgimiento de voluminosas poblaciones marginales con condiciones de vida paupérrimas, el colapso de los servicios públicos, hacinamiento humano, la escasez de empleos, el incremento de la violencia interpersonal especialmente intrafamiliar e infantil y por tanto de los índices delictivos, aumento en los niveles de contaminación y aparición de un nuevo tipo de patología compleja y multicausal: la enfermedad social moderna. Es decir, elementos tan fundamentales para el bienestar físico y mental del niño, como la familia, la escuela, el medio ambiente y los servicios de salud dejaron de funcionar como deberían, haciendo que los problemas relacionados con el cuidado de la niñez (y posteriormente la adolescencia) dejaran de ser exclusivamente sanitarias. Al menos así lo cree el doctor Francisco:

“Es verdad, casi desaparecieron el paludismo, la difteria, la tuberculosis prácticamente dejó de ser un dolor de cabeza, se erradicó la viruela, el sarampión y la poliomielitis están bajo control, hoy día el 95% de los casos de diarrea pueden ser controlables a través de la rehidratación oral, el tétanos disminuyó a menos de diez muertes anuales…En fin, el panorama epidemiológico venezolano cambió, pero surgieron entonces los problemas de la disolución y violencia familiar, del abuso infantil, el consumo y tráfico de drogas desde edades muy tempranas, todo paradójicamente, nadando en inconmensurables recursos económicos que han sido y son mal administrados (…). Hay patologías recurrentes como la desnutrición moderada y grave que había disminuido considerablemente en los años 70 e inicios de los 80. Lamentablemente vemos de nuevo, en la última década, la existencia de niños hinchados por el hambre, que si sobreviven, tendrán lesiones cerebrales definitivas que les impedirá insertarse con éxito en trabajos especializados. Esto sin referirnos a la llamada “hambre oculta”, denominación que se ha dado a las carencias de micronutrientes como el hierro (anemia y limitación para el aprendizaje), yodo, (retardo mental), ácido fólico (malformaciones congénitas), entre otras”.

Los especialistas José Francisco y Consuelo Ramos aclararon que la realidad del presente no sólo afecta a las clases sociales menos pudientes. Los grupos socio-económicos con mayores recursos también han experimentado deformaciones en su manera de vivir, lo cual redunda en efectos negativos para estos niños y jóvenes. “Cuando una madre levanta a un niño a las cinco de la mañana en los Altos Mirandinos (alrededores de Caracas), por ejemplo, y lo coloca medio dormido en un carro para dejarlo a las siete de la mañana en una guardería ubicada en la capital y que, después de todo el día en la guardería, lleguen los padres a las seis de la tarde a buscarlo, para que llegue a su casa como a las nueve de la noche – si no llueve ni se tranca el tráfico – y que pongan al niño a hacer su tarea, si la tiene, para que después al día siguiente lo vuelvan a despertar a la misma hora…Eso es maltrato. Enviar a un niño a una guardería antes de los tres años es un maltrato, aunque sea por razones de trabajo; esto será un atenuante pero está muy lejos de lo ideal. Sin embargo, se acepta como algo completamente “normal”, porque el papá y la mamá trabajan, y ambos tienen que hacer uno o dos postgrados para seguir empleados…Pero… ¿Y quién se ocupa del niño?”, reflexionó, el doctor Francisco.

Las realidades de ambos extremos son la base en la cual se apoyan para señalar que el reto presentado a los pediatras de hoy es, si se quiere, mucho más exigente y difícil de cumplir, que el de sus predecesores, pues cuando se trata de enfermedades como paludismo, sarampión, viruela, etc., las soluciones suelen ser puntuales; pudiendo ser ejecutadas con políticas sanitarias dirigidas hacia un determinado objetivo y con el uso del tratamiento médico adecuado para cada caso. Pero, para que se resuelvan problemas como el desempleo, el mal funcionamiento de las escuelas, hospitales, ignorancia, subdesarrollo cultural, la desintegración del núcleo familiar, madres adolescentes en número superior a ciento veinte mil anuales, hogares monoparentales sin apoyo, los efectos de la violencia, la drogadicción y la violencia, entre otros, no existe “política puntual” ni vacuna que valga. Es un problema mucho más complejo.

“(…)La pediatría actual tiene que enfrentarse a esta nueva patología que tiene un importante componente social, económico y político; pero sobre todo económico – social y donde lo biológico sigue jugando un papel, pero no tanto como los años en los cuales no había vacunas ni antibióticos. Si uno quisiera hacerse una idea sobre lo que está pasando con los niños en Venezuela, uno ni siquiera tiene que subir a un barrio a ver los millones de niños y adolescentes que viven en los ranchos y no están estudiando, o entrar en un apartamento, o acercarse a las escuelas. Uno camina por las calles de Caracas (…) y ve, cada día, más niños en la calle, cuyo futuro es incierto, muy probablemente la cárcel o el cementerio (…).

Este panorama complejo conforma una situación mixta, de país desarrollado y subdesarrollado, que amerita acciones ingeniosas Así que la solución de los problemas y la superación de los retos de hoy día para niños y adolescentes, van más allá de la estrategias sanitarias tradicionales; es indispensable la existencia de una voluntad política-colectiva, suficientemente decidida a formular planes que sean posibles, sostenibles en un mediano y largo plazo y cuya finalidad fundamental sea hacer del bienestar general de los niños y adolescentes del país el verdadero protagonista. En palabras del doctor José Francisco “No se trata sólo de un problema de pobreza económica. Es mas bien, un grave problema social, educativo, económico y cultural de todo el país, que necesita esfuerzos sostenidos, sistemáticos, organizados. No espasmódicos, ni planes de momento. Tendrían que ser planes, basados en la productividad, equidad y pertinencia social con participación de todos los sectores, con una óptica biopsicosocial, a mediano y largo plazo que en 10, 20 ó 30 años logre transformar el país y resolver esos problemas y además genere un cambio de mentalidad tanto en dirigentes como en dirigidos”.



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Instituciones que hicieron historia
Tras la generación de relevo
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Referencias

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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