Microbiología
Staphylococcus aureus y alergias. ¿Mito o realidad?
Introducción
La infección estafilocócica es conocida
desde la antigüedad. En la actualidad el género Staphylococcus y,
en especial, la especie tipo S. aureus tiene una alta incidencia
como agente de infección, tanto en la comunidad como a nivel hospitalario. Es
la primera como agente de infecciones, desde superficiales como el furúnculo, a
profundas como osteomielitis, neumonía y endocarditis aguda. A nivel nosocomial
se destaca como primer agente de infección de heridas operatorias y de
prótesis. Asimismo, S. aureus es capaz de causar cuadros tóxicos por producción de potentes exotoxinas tales como
intoxicación alimentaria, síndrome de piel escaldada y shock tóxico. Además
cabe destacar la gran capacidad de adaptación y supervivencia de esta bacteria,
su aumento progresivo de resistencia a los antimicrobianos, en especial en el
medio hospitalario, que plantea serios problemas epidemiológicos y
terapéuticos. Desde el punto de vista de sus factores de virulencia, tanto
bioquímicos como estructurales, se lo puede definir como un "patógeno
perfecto", bien equipado para colonizar, invadir, diseminarse y causar
enfermedad grave. No obstante, normalmente convive en armonía con el huésped
humano o animal, formando parte de su microbiota sin causar daño. Inclusive en
algunos casos se encuentran personas sanas pesadamente colonizadas,
definiéndose como "portadores" y pudiendo en ocasiones ser reservorio
y fuente de infección. El
estafilococo constituye un patógeno importante y prevalente en las infecciones
hospitalarias y extrahospitalarias. Dentro del gran número de estafilococos que
existen, tres son los que mayormente están asociados a infecciones y
enfermedades que afectan a humanos: Staphylococcus aureus, S.
epidermidis y S. saprophyticus. Estos microorganismos habitualmente
colonizan piel y mucosas. La mayoría de las personas están colonizadas por S.
epidermidis, y entre un 10 y un 40% son portadoras permanentes de S.
aureus, hecho que se observa con mayor frecuencia en diabéticos, pacientes
en hemodiálisis y pacientes hospitalizados. En las últimas décadas, se ha
estudiado el papel que desempeña el S. aureus en las alergias como
agente causal o contribuyente, la prevalencia de las enfermedades alérgicas ha
aumentado considerablemente en los países desarrollados. El 25 % de la
población general presenta algún tipo de enfermedad alérgica. La Dermatitis
Atópica (DA) es un gran ejemplo de la relación que guarda el S. aureus
con respecto a las alergias, el aumento en el número de colonias de S.
aureus se observa en 90% de los pacientes, sobre todo con DA severa o en
fase eccematosa. Esta bacteria es capaz de liberar sustancias con actividad
?tóxica? como el ácido teicoico, peptidoglicanos y proteína A, así como un
superantígeno que estimula al complejo mayor de histocompatibilidad clase II y
a los receptores de células T; las toxinas del S. aureus pueden liberar
histamina de los basófilos contribuyendo al empeoramiento y preservación del
cuadro clínico. Los superantígenos secretados a la superficie cutánea, penetran
en la piel inflamada y estimulan a los macrófagos epidérmicos y a las células
de Langerhans para producir IL-1, TNF (factor de necrosis tumoral) e IL-2. Se
ha detectado IgE vs S. aureus en 57% de los pacientes, las reacciones
mediadas por esta inmunoglobulina aumentan el prurito y la clínica en general.1 Una de
las características principales de las infecciones nosocomiales por S.
aureus es que un alto porcentaje son por cepas meticilino
resistentes (SAMR). Estas cepas son resistentes no sólo a Meticilina, sino a la
mayoría de los antibióticos habitualmente empleados. Se trata de mutantes que
han logrado establecerse como flora en algunos ambientes hospitalarios,
favorecidos por la alta presión selectiva creada por el uso intensivo de
antibióticos, y por la frecuente transmisión cruzada a huéspedes susceptibles.
En 1960 aparece la Meticilina, y en 1961 se aísla la primera cepa SAMR. En 1965
ya es un problema importante en Europa, y desde 1975 también en USA. En 1975
comienzan a aparecer cepas SAMR con resistencia asociada a aminoglucósidos
(SAMAR). Actualmente la incidencia de SAMR es de 30% de promedio en los grandes
hospitales, y más del 50% en servicios como Cuidados Intensivos y cirugía
hematooncología.2 Antecedentes Un
trabajo realizado por César Martín Bozzola, publicado en los Archivos de
Alergia e Inmunología Clínica en el 2003, titulado ¿La colonización nasal por Staphylococcus
aureus tiene un papel en la permanencia de los síntomas de la rinitis
persistente?3, donde se realizó un
estudio en tres pacientes pediátricos que presentaban rinitis alérgica
siendo una de las enfermedades crónicas más frecuentes de la infancia,
quienes no presentaron mejora pese a recibir el tratamiento antiinflamatorio
habitual. En vista de esto se tomaron muestras de secreciones nasales de cada
uno de estos pacientes y por medio de técnicas microbiológicas habituales se
observó que estaban colonizados por S. aureus, sin que este
hallazgo estuviera relacionado con la presencia de signos clínicos de
infección. Se planteó el papel que podían tener los superantígenos en los
procesos inflamatorios como las enterotoxinas A y B, y la toxina del shock
tóxico estafilocócico 1 (TSST-1) que son capaces de generar una activación
policlonal inespecífica de linfocitos T y de macrófagos. Todos los pacientes
mejoraron su sintomatología de la rinitis con la administración de antibióticos
a los que S. aureus es sensible. Los pacientes evaluados no formaban
parte de ningún protocolo de investigación, fueron el resultado de observaciones
clínicas aisladas. En
el Consenso Nacional de Dermatitis Atópica, realizado el 12 de junio de 2004 en Argentina4 se describe la epidemiología, inmunología, diagnóstico, tratamiento
y acción del S. aureus sobre la dermatitis atópica, postulando que la xerosis y el rascado
intensifican su adherencia. Esta relación se explica partiendo de que la piel
de los pacientes con DA es deficiente en péptidos antimicrobianos necesarios
para defenderse de bacterias, hongos y virus, además se afirma que la mayoría
de los pacientes con DA tienen anticuerpos específicos dirigidos a
superantígenos estafilocócicos los que se correlacionan con la severidad de la
enfermedad, concluyendo que el S. aureus exacerba o mantiene la
inflamación de la DA secretando superantígenos que activan las células T y
los macrófagos, debido a que estas células en las lesiones cutáneas tienen
receptores Vβ habituales en la estimulación por superantígenos.
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