Junio-Agosto 2001 8
ISSN 1317-987X
Personajes


Presentación
Arribo a Suramérica
Salud integral de los niños: una prioridad
La esencia de la docencia y la investigación

 
Mádico Pediatra

   
 
 
 


Lya Imber de Coronil
Legado invalorable para la pediatría venezolana
Fecha de recepción: 31/12/2000
Fecha de aceptación:
31/12/2000

"La Gran Madre de la Infancia Venezolana", es el calificativo que quedará en la memoria de los venezolanos que conocieron su trabajo y dedicación en pro del avance de la actividad pediátrica de Venezuela y Latinoamérica. Sus ivestigaciones y acertados enfoques dieron a esta especialidad, un valor indiscutible como área de estudio para el campo de la medicina.

Mandy Zambrano




Presentación

Para quien le resulte familiar el nombre de Lya Imber de Coronil, sabe también que esta figura, nacida en 1914 en Odessa, Ucrania, es recordada dentro de la historia de la medicina venezolana, por haber sido la primera mujer en obtener el título de médico, en 1936. Sin embargo, su reconocimiento se debe, especialmente, por sus aportes en el desarrollo de la pediatría y la puericultura.

Con más de veinte trabajos científicos publicados durante su carrera, este personaje- hermana, además, de la fundadora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (MACC), Sofía Imber-, no sólo se dedicó a la práctica y la atención médica, sino que también orientó sus trabajos hacia el estudio de innovadores enfoques, relacionándolos con aspectos socioeconómicos y culturales, característicos de los países del Tercer Mundo.

Consciente de las necesidades y carencias de la población infantil de los estratos sociales más bajos, centró su atención en hacer del conocimiento público, la situación de pobreza y especialmente la falta de atención médica de miles de niños, hecho que repercutía en el crecimiento de la tasa de morbilidad y mortalidad infantil en Venezuela.



 
   
 
 
 



Arribo a Suramérica

En una década signada por la culminación del régimen dictatorial del General Juan Vicente Gómez, llega a Venezuela en 1930, acompañada de sus padres y su hermana menor, una joven de 16 años llamada Lya Imber.

Eran tiempos caracterizados por el nacimiento del auge petrolero, situación que ubicó a Venezuela como el segundo mayor productor de este recurso, después de Estados Unidos. Época también en la que empezaba a perder importancia un gran número de actividades provenientes de la agricultura, principal motor económico del país para ese entonces. Es en este contexto, en el que Ana Baru de Imber y Naum Imber, junto a sus dos hijas, Lya y Sofía, luego de partir de Europa Oriental, llegan a Venezuela donde comienzan una nueva vida en el poblado de La Victoria, estado Aragua.

En una entrevista realizada a la madre de Lya en 1964, en la cual fue interrogada acerca de las causas que motivaron a la familia Imber venir a Sudamérica, ésta respondió:

"Nada había contra nosotros especialmente, pero la atmósfera política (en la ex U.R.S.S.) estaba pesada. Todos los días cambiaban de generales y de jefes. De América se hablaba como de una tierra de promisión, especie de paraíso con muchas flores y muchas aves multicolores, donde la gente podía vivir tranquila" (1).

Descendiente de una familia de intelectuales - entre ellos su bisabuelo, el filósofo ruso Mikel Mienkaf- Lya empieza a cultivar su interés social y altruista, hacia el camino de la ciencia, especialmente hacia la salud.

Al poco tiempo de su llegada, decide estudiar la carrera de Medicina en la Universidad Central de Venezuela. Gracias a la ayuda de quien fuera ministro de Sanidad, Edmundo Fernández y el primer reumatólogo venezolano Alberto Roque Fernández, pudo trasladarse hasta la capital, donde emprendería una nueva vida social y académica. Paralelo a su actividad como estudiante, obtuvo algunos ingresos económicos gracias a sus prácticas de enfermería, inyectando a pacientes a domicilio e impartiendo clases de francés.

Sin embargo, y pese a la colaboración de algunos allegados, la joven Lya afrontó el reto de tolerar una sociedad llena de prejuicios, especialmente los que surgían dentro de una Facultad, a veces hostil y liderada por hombres. "No muy acogedoras eran algunas de aquellas aulas donde ochenta y dos estudiantes varones y una estudiante mujer tendrían que soportar mutuamente la vida en común, desde la salida del sol hasta la medianoche. Algunos profesores - que la doctora se resiste a nombrar- se complacían en dificultar más el ambiente, hablándole como a soldados a la concurrencia, en presencia de Lya Imber" (2).

Durante el transcurso de su vida como estudiante, dedicó parte de su tiempo a actividades como la asistencia en las consultas de pediatría del doctor Gustavo Machado, desde 1935 hasta 1937. Igualmente, realizó trabajos en el laboratorio del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, durante el período 1935-1940, laboró en el Interno de la Consulta Externa de Pediatría del Hospital Vargas (1935-1936), y un año después, ejerció actividades en el Interno del Hospital Vargas, de la primera consulta de Pediatría que funcionó en el Hospital de Niños de Caracas, a cargo del Doctor Gustavo Machado.

En 1938, Lya Imber contrae nupcias con quien fuera su compañero de clases y colega, el cirujano Fernando Rubén Coronil. Más adelante, Fernando y María Elena serían el producto de esa unión.

Durante los años que precedían la década de los cuarenta, aún el estudio y los avances en materia de pediatría y puericultura eran muy incipientes. No existían centros de salud especializados en la atención al niño, que pudieran suplir las necesidades médicas de la población infantil. El 2 de febrero de 1937, un grupo de médicos fundan el Hospital Municipal de Niños "Dr. José Manuel de los Ríos", entre ellos destacan los doctores: Gustavo Machado, Pastor Oropeza, Guillermo Hernández Zozaya, Ernesto Vizarrondo, Julio Murzi D´Alta , Simón Gómez Malaret y Lya Imber, entre otros. Más adelante, y ante la imperiosa necesidad de formar profesionales de la salud, esta institución médica se convierte en sede de la Escuela de Enfermeras, de los cursos de Post-grado, de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría y de la Sociedad Médica del Hospital de Niños "J. M. de los Ríos".

 
   
 
 
 



Salud integral de los niños: una prioridad

El estudio de enfermedades como el reumatismo articular, la poliomielitis y la tuberculosis, adquirieron en los estudios de Imber y su equipo, un carácter particular, ya que cada una debía tener, según sus características y ubicación en cada país, un tipo de tratamiento específico en centros especializados para tales casos.

Es así como la doctora Lya y sus colegas, Juvenal Irazabal, Gabriel Barrera Moncada y Rodríguez Delfino le dan real importancia a la creación de "organizaciones no hospitalarias", tales como la Colonia Infantil "Las Adjuntas", fundada en 1953 y adscrita a la Asociación Antituberculosa de Caracas.

Para el año 1955, esta institución había hospedado a 64 niños, quienes luego de habérseles dado de alta en el Sanatorio Infantil, recibían control posterior por un período de seis meses, tratamiento éste que permitía la mejoría significativa en el niño. Sin embargo, la mayor inquietud de estos médicos se enfocó en el hecho de tener que ver regresar a los hospitales aquellos niños nuevamente enfermos.

Un trabajo publicado por Imber y sus compañeros en el libro de las "II Jornadas Nacionales de Puericultura y Pediatría", en 1955, deja constancia de un estudio realizado por estos especialistas, en el que recolectan una serie de datos de los archivos del Hospital de Niños "J.M de los Ríos", entre 1950 y 1954, obteniéndose los siguientes datos:

"Durante el quinquenio 1950-1954, fueron readmitidos 801 niños, de estos eliminamos 365 casos de niños que entraron nuevos al Hospital, por enfermedad distinta a la que motivó la primera hospitalización, y 20 casos de niños con reingreso por enfermedad distinta pero de rara frecuencia. Por tanto, nos quedamos con un total de 416 verdaderas rehospitalizaciones, entre las cuales agrupamos 13 clases de enfermedades..."

 
   
 
 
 



La esencia de la docencia y la investigación

El aspecto mayormente reconocido en la labor de este personaje ha sido la visión holística que tuvo del ejercicio de la pediatría. Sus trabajos y estudios científicos dan muestra de su preocupación, no sólo por las enfermedades puntuales de los infantes, sino también por las causas y repercusiones relacionadas con el contexto social, económico y familiar de los niños.

Como investigadora y docente desarrolló un agudo sentido de la observación en las diferentes áreas relacionadas con el estudio de la pediatría y su aplicación como especialidad médica. Por ello, hizo hincapié en resaltar la importancia de la enseñanza de la pediatría social en los salones de clases de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. La Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura de la UCV nace en 1940. A partir de este entonces, el estudio de dicha rama va adquiriendo, cada vez más, un papel preponderante.

En un estudio publicado en Archivos Venezolanos de Puericultura y Pediatría en 1965, Imber expone que:

"En los países en vías de desarrollo, en los cuales la infancia representa un 50% de la población, y en los que las condiciones socioeconómicas y culturales son deficitarias y originan e influencian la patología infantil, es necesario lograr la preparación de médicos que pueda permitirles una comprensiva intervención, tanto en los problemas terapéuticos como en los de la Medicina preventiva social, y adquirir la necesaria aptitud para poder influir ante los organismos gubernamentales y privados para el logro de una correcta legislación y ajustadas medidas de protección para la infancia en general" (4)

Para Imber, el estudio de la pediatría no sólo debía estar íntimamente ligado con otras disciplinas del Pensum de la Docencia Médica, sino también necesitaba de la actualización y la adquisición de renovados métodos clínicos, con el objeto de contribuir con su avance y desarrollo dentro de la medicina.

"En síntesis, podemos señalar las principales finalidades de la enseñanza:

  1. Conocimiento del niño sano y enfermo desde el punto de vista integral.
  2. Coordinación con las otras Cátedras Médicas, especialmente las más relacionadas con la Cátedra Pediátrica
  3. Conocimiento de la patogeografía nacional
  4. Conocimiento de los recursos nacionales existentes" (5).

Lya Imber, junto a otros colegas, incentivaron el estudio de la pediatría en relación estrecha con el entorno y las herramientas, que ayudarían a los alumnos a obtener una compresión más completa sobre las enfermedades y patologías de los niños. Las visitas a institutos y hospitales de protección médico-social consistían en planificar y organizar encuentros con el personal de dichos centros, con el fin de ofrecer a los estudiantes de medicina, información sobre el ingreso y el estado de los infantes enfermos.

Por otra parte, la enseñanza de la historia integral se basaba en la realización del examen clínico del paciente, la descripción del ambiente donde se desenvuelve el niño, así como la valoración de la situación psicológica del hogar, para ello se contaba con la colaboración del Servicio de Higiene Mental del Hospital de Niños "J. M de los Ríos". Al mismo tiempo, la Cátedra ofrecía a los alumnos las publicaciones y el material bibliográfico indispensables para el conocimiento de esta rama de la medicina, así como también una orientación del trabajo en grupo incluyendo a otros profesionales, como trabajadores sociales y enfermeras.

En el estudio anteriormente citado, Imber enumera varias consideraciones finales en relación con la enseñanza de la pediatría:

"Consideramos que esencialmente la enseñanza de la Pediatría Social tiene por finalidad instruir al estudiante en todo lo relativo a la promoción de la salud, comprendida como: un estado de bienestar físico, social y mental, y no solamente carencia de enfermedades. Por consiguiente, no se trata de enseñar solamente los aspectos preventivos, sino también los aspectos sociales y mentales, cuya inter-relación es evidente" (6)

"El criterio sustentado en el campo de la enseñanza de la Pediatría Social es el siguiente: la pediatría social representa más que un programa de estudios una actitud, una condición espiritual. Es indudable que la tarea primordial la constituye el logro de ese objetivo" (7).

 


NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de cará cter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.