Enero-Marzo 2021 85
ISSN 1317-987X
 
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Psiquiatría
Transferencia. La dialectica de lo intrapsiquico versus lo intersubjetivo

El pensamiento dialéctico como patrón cognitivo básico

En un trabajo anterior (4) planteaba si la disputa actual entre las así llamadas “medicina basada en evidencias” y “medicina basada en narrativas” o entre mente y cerebro, no son sino nuevas visiones de la antiquísima dualidad cartesiana entre mente y cuerpo que continua dividiendo a los “biologicistas” de los “psicologicistas” o si se debe a que la tendencia a pensar en términos dialécticos o dicotómicos es un patrón cognitivo básico. Para defender la tesis de que el ser humano tiende a pensar de manera dialéctica – aunque no con ello quiero decir que es el único modo de acceder al conocimiento, ni el único patrón cognitivo, como después veremos - voy a apoyarme primero en ciertas conceptualizaciones filosóficas y en una investigación publicada en el American Journal of Psychiatry en 2006.

1) La dialéctica en filosofía

La disputa entre los que consideran que existe una realidad intrapsíquica independiente de la relación analítica y los que piensan que la realidad es intersubjetiva y creada por la relación, es la heredera de la dialéctica entre conocimiento sensorial versus conocimiento racional que ya plantearon los filósofos presocráticos y posteriormente dividió a los filósofos en platónicos y aristotélicos.


Para Platón, como antes para Parménides, la realidad se estructura en dos partes: el Mundo de las Ideas o Inteligible (digamos, intrapsíquico), al que consideraba la auténtica realidad, y el Mundo Sensible, que consideraba una realidad sólo aparente pues en el mundo de los sentidos y en la naturaleza todo está en permanente cambio y, por tanto, tenía que haber una realidad detrás del mundo sensorial. En La República, Platón relata su “mito de la caverna” que resumidamente se refiere a un grupo de personas que desde su nacimiento han permanecido atados y sólo han visto sombras en la pared de la caverna en que están encerrados (esta sería la realidad sensorial). Ellos creerán que así es el mundo porque su percepción los engaña al no saber que los objetos reales están fuera y proyectan sus sombras. Finalmente uno de ellos logra salir y al volver a relatarles a sus compañeros que la verdad no estaba en la percepción de las sombras, sino en los objetos de la naturaleza que las proyectan, encuentra tal rechazo a admitir la nueva idea que tiene que elegir entre volver a negar la nueva realidad o correr el peligro de ser asesinado - tal como se vio obligado a tomar el veneno su maestro Sócrates - (Platón, hacia 420 a. C.). Esta realidad de las cosas de la naturaleza fuera de la caverna es el Mundo de las Ideas, de las “esencias”, “las cosas en sí”, inmutables y trascendentes. Aristóteles no concordaba con su maestro Platón porque para él lo fiable eran las percepciones (lo extrapsíquico), a partir de las cuales se creaban las ideas por medio de la razón. Por tanto su ontología no comparte la concepción dualista platónica de la realidad y considera que las “esencias” no son trascedentes, sino inmanentes a las cosas concretas que percibimos y son la verdadera realidad. Hanly (5) considera que existen dos epistemologías psicoanalíticas: Primero, el idealismo crítico, según el cual los elementos teóricos determinan lo que puede considerarse un hecho clínico; en éste la conceptualización precede a la observación, ya que se duda de la objetividad de la observación (en filosofía una epistemología es idealista si postula que la base del conocimiento se encuentra ubicada en la mente, al estilo platónico). Segundo, el realismo crítico, según el cual el hecho clínico es una realidad que existe independientemente de la forma en que lo percibimos o concebimos (al estilo aristotélico). Hanly es partidario de una epistemología propia del psicoanálisis que incluya al idealismo crítico y al realismo crítico. El término dialéctica ha tomado distintas significaciones a lo largo de la historia de la filosofía. Etimológicamente proviene de dos términos griegos: dia (de lo uno a lo otro) y legein (razonar); por tanto, un arte de diálogo en el que se oponen dos logos o razones. Ya antes de Platón, Heráclito de Éfeso formuló la base del pensamiento dialéctico con su proposición de que todo fluye, todo está en movimiento y todo está formado por opuestos que siempre están en estado de tensión dinámica. Para no extenderme me veo en la necesidad de dar un salto hasta el siglo XVII, en que confluyen las corrientes filosóficas del Racionalismo (Descartes, Leibniz, Spinoza) y del Empirismo (Locke, Hume, Berkeley). Para los racionalistas, las ideas son innatas y defienden la autonomía del pensamiento sobre la experiencia, o sea, buscan el conocimiento dentro de sí mismos. En cambio para los empiristas la experiencia es la fuente del conocimiento al que buscan afuera; sin embargo, a pesar de que Hume señaló que todo dato a partir del cual se conoce proviene de la experiencia y de los sentidos, también puntualizó que toda conexión que hagamos para construir el conocimiento como un todo complejo, no es otra cosa que una relación que, por su propia naturaleza, establece la mente humana, por lo que no se puede afirmar que las cosas son como aparecen sino que se cree que son de ese modo. Por esa razón cuando Hume habla de experiencia, no se refiere a algo supuestamente externo al sujeto, sino a la interpretación que éste hace de impresiones que se generan en sus sentidos (6). Al llegar la Ilustración del siglo XVIII, inclinándose por Hume, Kant critica al realismo que hacía girar al conocimiento en torno a los objetos y dice que son los objetos los que tienen que regirse por el conocimiento. Esto se ha llamado el giro copernicano o idealista. Kant, utilizando la división dialéctica platónica entre Mundo de las Ideas y Mundo Sensible, separa el “fenómeno” (percepción y representación de las cosas en el espacio-tiempo) del “noúmeno” o “la cosa en sí” que son inaccesibles para el conocimiento, pues una vez conocidas son transformadas por la subjetividad y por tanto solo accesible a la intuición intelectual. Sin embargo, en la estructura del conocimiento Kant conjuga lo que llama los “elementos a posteriori” (que provienen de las impresiones sensoriales) y los “elementos a priori” que provienen de nuestra facultad de conocer y entre las cuales están: las ideas trascendentales (el universo como totalidad, Dios y el alma), el clasificar en categorías, y el espacio y el tiempo.


Más adelante, Hegel señaló que la verdad es subjetiva y que todo conocimiento es conocimiento humano, por lo que no podía existir una verdad por encima o fuera de la razón humana y que esta razón es “progresiva”, esto es, que la razón es un proceso dinámico que evoluciona con la historia. Por tanto, lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, dependen del contexto histórico y sólo lo que es sensato tiene posibilidad de sobrevivir. Así, cada idea será contradicha por otra, produciéndose una fusión entre dos maneras opuestas de pensar, que daría lugar a una tercera, y así sucesivamente. Es a esto a lo que llamó “evolución dialéctica” y definió tres fases del conocimiento a las que llamó “tesis”, “antítesis” y “síntesis”, que son precisamente los pasos con los que Lacan describió al proceso psicoanalítico, como luego veremos. Gaarder dice “la dialéctica de Hegel no es aplicable sólo a la Historia. También cuando discutimos algo pensamos dialécticamente. Intentamos trazar los fallos de una manera de pensar, lo cual, en palabras de Hegel, es . Pero al buscar fallos en una manera de pensar conservamos a la vez lo mejor” (7). Hegel concibe la realidad dinámicamente como una oposición de contrarios. Posteriormente, Marx planteó una dialéctica en torno a la materia y no a la idea, mientras que Engels fundamentó el materialismo dialéctico en tres leyes, siendo la primera, la Ley de unidad y lucha de los contrarios, según la cual todo en la naturaleza está compuesto por parejas de opuestos que residen en la materia y están en continua lucha causando los movimientos y cambios. El carácter de lucha y oposición de contrarios es, según Engels, universal y se manifiesta no sólo en la sociedad y en la Naturaleza, sino también en las matemáticas. En cambio, David Hume planteó una posición contraria, según la cual, todo razonamiento humano es inductivo o deductivo; por tanto, no dialéctico sino monoléctico. Es decir que según Hume, toda prueba científica o filosófica debe ser construíble desde un único punto de vista. Freud también solía pensar en términos duales, por ejemplo, consciente – inconsciente, narcisismo - relación objetal, instintos de conservación - sexuales; instintos de vida - muerte, principio de placer - realidad, angustia señal - automática, Tr. - Contratr., resistencia – resistido, etc. Por otra parte, desde el comienzo del racionalismo, incluso antes de Platón y Aristóteles, ya la filosofía abordaba el concepto de “principio de causalidad”, según el cual todo lo que comienza a existir tiene una causa. Este principio, para relacionar causa y efecto, requiere además de otros principios, como son el de “contigüidad” (en el espacio), el de “continuidad” (en el tiempo) y el de “uniformidad” (de la naturaleza) y el de “coherencia”. Hasta el siglo XVIII la causalidad era algo fundamentado sin ninguna objeción y uno de los grandes méritos de Hume fue cuestionar la causalidad, llegando a la conclusión de que la causalidad no es sino el modo que la mente tiene de conectar los sucesos mentales. Su cuestionamiento de la prioridad temporal de la causa respecto al efecto, del determinismo y el tiempo absoluto de Newton, fue el antecedente directo de la ruptura con la modernidad para dar paso a la post-modernidad en la ciencia, con la aparición de la mecánica cuántica y la física relativista (Hernández et al, 2004).


Parece ser que el ser humano no sólo piensa de manera dialéctica, sino que tiende a establecer relaciones de causa-efecto y a asignar responsabilidades. Estos modos de pensar o patrones cognitivos son similares a lo que antes comenté sobre las “ideas” innatas platónicas o los “elementos a priori” de Kant (el clasificar en categorías, y el espacio y el tiempo). Estos patrones cognitivos, si queremos llamarlos así, parecen demostrarse en el trabajo experimental que mostraremos a continuación.

2) La dialéctica en un trabajo experimental

Como he señalado en otro artículo (4), en apoyo de la teoría de que el hombre tiende a pensar de manera dicotómica, Miresco y Kirmayer (8) estudiaron a 127 psiquiatras y psicólogos, comprobando que la persistencia de la dicotomía mente – cerebro en psiquiatría se debe a que es una tendencia al pensamiento dual propia del humano. En su estudio validan la hipótesis de Weiner según la cual existe un esquema cognitivo básico que es usado intuitivamente para entender y hacer “juicios de responsabilidad” sobre la conducta humana. Varios estudios señalan que este esquema comienza a desarrollarse al año de edad y va alcanzando cada vez mayor sofisticación durante la vida, persistiendo patrones de pensamiento dual según los cuales se juzgan los actos de los demás como intencionados o no intencionados. A los juzgados como intencionados se les tiende a dar una explicación psicológica, mientras se considera que los no intencionados siguen leyes físicas y están fuera de la responsabilidad humana. En este interesante estudio se pidió valorar 9 viñetas clínicas a un grupo de profesionales representativos de la academia de psiquiatría de Norte América, con un promedio de 53 años y entrenados el 73% en farmacoterapia y el 96% en psicoterapia (incluso 32% en psicoanálisis). Los casos clínicos incluían tres patologías (episodio maníaco inducido por ISRS; trastorno de personalidad narcisista; y dependencia de heroína) que combinaban con tres tipos de conducta (gastos excesivos y bancarrota; contraer VIH por conductas sexuales de riesgo; y apuñalar a la esposa). Los resultados de análisis factorial reportaron que había una clara tendencia a responsabilizar al paciente de sus conductas si se consideraba que la patología era más psicológica (a pesar de que por definición se supone que el trastorno de personalidad tiene conductas difícilmente controlables por esfuerzo consciente) e, inversamente, se consideraba que las conductas en la manía estaban totalmente fuera de la responsabilidad del paciente (ocupando la dependencia a heroína un lugar intermedio). Los análisis de multivariancia también confirmaban la conclusión de que, a pesar que en la ciencia médica ya no es creíble que la mente y el cerebro sean entidades distintas, los profesionales de la salud mental continúan empleando la dicotomía mente – cerebro al razonar casos clínicos. Además, los resultados no se diferencian mayormente de los obtenidos en otros estudios con diferentes poblaciones, lo cual apoya la idea de que el pensar de manera dicotómica es un patrón cognitivo básico (Figura 1).


Figura 1. Principales puntuaciones biológicas, psicológicas y de responsabilidad basadas en tres condiciones descritas en tres viñetas clínicas.

Miresco, M & Kirmayer, L.The Persistence of Mind-Brain Dualism in Psychiatric.


Me he detenido en esta revisión sobre la tendencia a pensar dialécticamente porque considero que cuando oponemos el concepto de Tr. como repetición de contenidos intrapsíquicos infantiles al de construcción interpersonal en el aquí y ahora de la sesión, estamos pensando dicotómicamente y buscando una u otra verdad cuando seguramente ambas son complementarias, como pretendo mostrar en la siguiente revisión del concepto. Hay que recordar que la definición de dicotomía es tanto división en dos partes, como bifurcación de un tallo o una rama.


Transferencia. La dialectica de lo intrapsiquico versus lo intersubjetivo
Introducción
El pensamiento dialéctico como patrón cognitivo básico
La transferencia como repetición en la obra de Freud
Dialéctica de transferencia y contratransferencia al terminar la II guerra mundial
La transferencia como situación interpersonal
Aspectos neurobiologicos y cognitivos de la transferencia
Referencias

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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