Psiquiatría Transferencia. La dialectica de lo intrapsiquico versus lo intersubjetivo
La transferencia como situación interpersonal
El planteamiento freudiano definió a la Tr. como un
fenómeno universal, no producido por el análisis y esencialmente intrapsíquico
en la mente del paciente por efecto exclusivo de sus patrones infantiles,
mientras el analista es un observador no participante en el fenómeno que sólo
lo interpreta, pues si participa o tiene Contratr.o es porque ha tenido un análisis
insuficiente. Lo
que sucede, como antes señalé, es que Freud no hizo una revisión de la teoría
de la Tr. a la
luz de los conceptos de la segunda tópica o de la segunda teoría de la
angustia, como tampoco de la teoría de la Contratr., por lo tanto prevaleció el
concepto topográfico de inconsciente de la primera tópica, que considera a este
como una serie de procesos y fenómenos que están allí en la mente del
analizado, con características de atemporalidad, de fuerzas y energías pulsionales
en busca de satisfacción y descarga, y al que el analista se acerca – a través
de sus manifestaciones, entre ellas la
Tr. – para descubrirlo y develárselo al paciente.
Sullivan
En
Estados Unidos, Sullivan, considerado el padre de la psiquiatría interpersonal,
planteó reemplazar el modelo de determinismo “intrapsíquico” freudiano con su
propio modelo “interpersonal” y describió al terapeuta como un “observador
participante”. Siguiendo esta línea, en los últimos años, especialmente
en Estados Unidos, han surgido varios modelos, por ejemplo, el constructivista,
el interpersonal, el relacional y el intersubjetivo (31), que han venido
insistiendo en que la Tr.
- así como muchas de las manifestaciones inconscientes - son fenómenos
interpersonales. Sin embargo, ya Freud en las Lecturas Introductorias (1916-17)
habló del “objeto nuevo” (el analista) que llevaba hacia fuera de la Tr, por tanto consideran que la
senda que lleva hacia el objeto nuevo debe llevar invariablemente al
reconocimiento de que el sujeto es un observador participante e intérprete
guiado por sus sentimientos y teorías (11). Por tanto, para aquellos que
piensen que el interpersonalismo es una cosa nueva, debemos recordar que la
corriente interpersonalista se apoya en los desarrollos de esas primeras tres o cuatro décadas del siglo XX.
Fundamentalmente en las teorías de Sullivan, Balint, Winnicott, Kohut y
tiene antecedentes en los escritos de Heimann, Bion, Rosenfeld y otros de las
escuela de las relaciones objetales, como hemos venido mostrando y como
seguiremos viendo a continuación. Gabbard señala que el Modelo Constructivista, derivado de Gill y su
colega Hoffman tiene dos elementos fundamentales: 1) La percepción
transferencial del paciente sobre su analista está basada en cierto grado en la
conducta real de éste. 2) Se considera que la participación personal del
analista en el proceso tiene un efecto continuo en lo que el paciente entiende
sobre sí mismo y sobre el paciente enla
interacción. Lo intrapsíquico e interpersonal, aunque reconocidos como
separados por los constructivistas, están irrevocablemente interrelacionados y
son difícilmente separables. Sin embargo, en opinión de Gabbard (que comparto),
los constructivistas han puesto un énfasis exagerado en la situación actual
entre paciente y analista, mientras han subestimado el impacto acumulativo de
una vida con determinado tipo de interacciones con objetos, así como las
fantasías intrapsíquicas relacionadas con dichas interacciones. Estas
experiencias y los significados de sus relaciones ya están en el paciente antes
de ir al analista, de modo que los significados intrapsíquicos son alterados
hasta cierto punto, pero no radicalmente reescritos de nuevo a causade la subjetividad del analista (28). Entre
quienes defienden el Modelo Intersubjetivista están Stolorow, Atwood, Orange,
Fosshage y Lachmann. En general, consideran que la mente fundamentalmente se
esfuerza en buscar una conexión relacional y una comunicación, más que en la
descarga y en la gratificación de pulsiones. Para ellos el cambio más
importante, como constructo motivacional central en el psicoanálisis, ha sido
el cambio de la pulsión al afecto. Según Deprati “representan la perspectiva más radical ya que sostienen que todo es
co-construido de modo recíproco entre paciente y terapeuta, siendo la
subjetividad de cada uno, elemento activo en la configuración del encuentro
analítico tanto en su forma como en su contenido. Plantean que el psicoanálisis
se ocupa de la intersubjetividad forjada a igual título por analista y paciente
y, por lo tanto, lo central es detectar cómo ambos construyen en el intercambio
esta situación única, dejando de lado el concepto de transferencia en el
sentido psicoanalítico clásico. La relación y lo que en ella sucede desde el nivel
manifiesto, queda convertida en el centro del trabajo terapéutico y el analista
es simplemente un igual en el encuentro, abandonando todo estudio sobre el
inconsciente, sobre el conflicto intrapsíquico, el superyó y los mecanismos de
defensa” (32).Sin embargo, los
intersubjetivistas aceptan que la
Tr. es una repetición de la forma en que se organizaron las
experiencias tempranas con los objetos originales, que se actualiza como modo
de organizar la experiencia con el analista, pero también piensan que la Tr. puede ser motivada por
necesidades de completar el desarrollo. Deprati señala que la posición de los
intersubjetivistas se corresponde con el paradigma de la postmodernidad, que en
el psicoanálisis se manifiesta en la propuesta de que la realidad es relativa y
no hay observación ni verdad objetiva. Piensa que el énfasis en la
intersubjeticvidad, aunque enriquece la perspectiva clínica, también empobrece
la comprensión del funcionamiento del psiquismo. Similarmente piensa Bleichmar,
quien dice: “El gran déficit de los intersubjetivistas más radicales
(Stolorow, Atwood, Orange), es el creciente desinterés por la descripción del
funcionamiento del psiquismo, de las fuerzas que operan dentro de él, del
conflicto intrapsíquico, de las resistencias, de la estructura del
inconsciente, del superyó inconsciente... No existe un inconsciente real que
está ahí al cual es posible ir aproximándose, por más imperfectas que sean las
teorías del analista o su visión de él. Bajo la tesis válida de que a la
realidad se accede mediante discursos, dado que estos son ineludiblemente
subjetivos, se abandona todo intento de ir conociendo progresivamente esa
realidad. Posición nihilista, hermeneuticista extrema...”. Bleichmar (33). Para
Bleichmar el aporte más significativo de las corrientes de los llamados
relacionalistas y los intersubjetivistas, tal vez sea el examen de la situación
terapéutica como una construcción entre el paciente y el analista. La relación
terapéutica es entendida como un encuentro entre las transferencias del
paciente y del terapeuta, no siendo la transferencia algo que el paciente trae
al análisis y que se despliega espontáneamente ante la mirada de un terapeuta
observador, no importando quien sea éste o cómo se comporte. En cambio Abend tiene
una visión más integradora. Al referirse a las lecturas interpersonales versus
intrapsíquicas de la transferencia señala: “me parece que existe un
desplazamiento del verdadero sentido de las diferencias, pues incluso Freud
consideraba que lo intrapsíquico tenía una dimensión interpersonal. Igualmente,
cualquier intento de comprender como las experiencias interpersonales son
asimiladas por la mente, es también una teoría intrapsíquica. De este modo, los
pensadores integradores como Kernberg, Loewald, Modell, al igual que Winnicott
y otros anteriores, no han tenido problemas en atender en la Tr., tanto las vicisitudes de
los deseos instintivos, como las consecuencias de las tempranas relaciones de
objeto. Por eso en mi modo de ver, lo que es más significativo en relación a
las diferencias entre escuelas es lo que tiene que ver con la específica
naturaleza de las interpretaciones del contenido del material transferencial, y
con las diferentes maneras de asumir lo que se oculta tras las observaciones de
los modos regresivos de funcionamiento del yo”. Abend (34).En estos temas no es fácil mantener una
postura sin contradicciones. Por ejemplo, Stolorow y Atwood critican a
Sullivan, el padre del psicoanálisis interpersonal, por oscilar entre la
perspectiva intersubjetiva o mantenerse fuera de la transacción interpersonal y
presumir que se hacían observaciones objetivas susceptibles de “validación por
consenso”. Cuestionan lo que este autor denominó “distorsión paratáxica”, que
es un proceso por el cual la historia personal de una persona deforma las
experiencias con otros. Sin embargo, dos páginas después se defienden de las
críticas sobre su exagerado énfasis en lo interpersonal señalando que “una persona entra en cualquier situación
con un conjunto establecido de de principios ordenadores que son la
contribución del sujeto al sistema intersubjetivo, pero es el contexto el que
determina cuáles de entre la serie de estos principios serán llamados a
organizar la experiencia” (35).Ellos
llaman “inconsciente prerreflexivo” a aquel que se forma en el sistema de
regulación mutua niño – cuidadores, a causa de las transacciones recurrentes
que dan como resultado el establecimiento de principios invariantes que
organizan las experiencias de modo inconsciente. O sea, que está constituido
por principios organizadores que no fueron antes conscientes y luego
reprimidos, o lo que es lo mismo, que no son producto de una actividad
defensiva (a diferencia del inconsciente dinámico que si está formado por
represión, pero según ellos, de los estados afectivos y no de las pulsiones). Considero
que se refieren al inconsciente constituido por lo que Eric Kandel denomina
“memoria implícita o procesal”, que es pre-verbal.Entonces, yo diría que los principios
invariantes son el aporte inconsciente intrapsíquico, aunque ellos insistan en
erradicar lo que llaman “el mito de la mente aislada” y lo que intentan
destacar es la prioridad del contexto sobre lo intrapsíquico. A mi modo de ver
termina siendo como el asunto de determinar si es primero el huevo o la
gallina, pues si el otro para mí es mi contexto, yo soy el contexto para el
otro, de modo que tanto las invariantes intrapsíquicas del paciente como las
del terapeuta crearan el contexto y este a su vez determinará qué principios
invariantes de uno y otro son activados y así sucesivamente. Cabría preguntarse si lo que ellos llaman
inconsciente prerreflexivo no es lo que va conformando la personalidad, la
mente, del individuo, por tanto aunque no exista una “mente aislada”, no
podemos desterrar la existencia de una “mente” que pre-existe a la relación con
el analista y se despliega en la relación (aunque reconocemos que no esté
“aislada” de la de éste). Su combate al “mito de la mente aislada” es
tan radical que acusan incluso a Mitchell de que en su trabajo muestra “restos
de la mente aislada”, a pesar de que señalan que es uno de los que se ha
dedicado a “exorcizar” este mito. Y es que probablemente no sea exorcizable
puesto que la relación se produce entre dos mentes, cada una con su propia
subjetividad, que confluyen en la relación intersubjetiva.Aún así, ellos lo reconocen implícitamente,
puesto que señalan que la organización de la experiencia está co-determinada
por ambos miembros de la pareja psicoanalítica, “en las cambiantes relaciones figura-fondo entre lo que nosotros hemos
denominado la dimensión de selfobject y la dimensión repetitiva de la
transferencia. [Selfobject es un término de Kohut que designa a aquel
objeto que, vivido intrapsiquicamenete suministra la vivencia de cohesión del
self]En la dimensión selfobject el paciente anhela que el analista le
suministre experiencias de selfobject que estuvieron ausentes o fueron
insuficientes durante los años de formación. En la dimensión repetitiva, que es
fuente de conflicto y resistencia, el paciente espera y teme la repetición de
fracaso en el desarrollo. Estas dos dimensiones oscilan continuamente…” (ibid
35). En estas líneas podemos ver
cierta similitud con lo que Racker planteaba sobre las “identificaciones
concordantes” (con el yo y el ello) y las “identificaciones complementarias”
(con los objetos y el superyó) y también hay un eco de lo que este autor señaló
respecto a la transferencia de la resistencia versus la transferencia de lo
resistido (36).
La transferencia
como función yoica estructurativa
Algunos analistas han considerado a la Tr. no tanto como repetición
de patrones, sino como función yoica; como funciones organizativas de
la experiencia, basadas en esquemas primarios; y como modos de estructurar la
experienciay crear sentido. Me refiero,
en este orden, a Bird, Fosshage y Ogden. Veamos algunas de sus ideas.Bird había planteado que la Tr. era una función mental
universal, por tanto un mecanismo yóico para lidiar con los impulsos: el
mecanismo anti-represivo por excelencia. De esta forma, según él, la Tr. es universal y no creada
por el análisis, como tampoco podrá ser “resuelta” o concluida como idealmente
esperaba Freud. Pero además, esto lo llevó a considerar que la Tr. del analista estará siempre
presente en el análisis (26)Uno de los intersubjetivistas,
Fosshage, plantea que al modelo clásico de la Tr. como desplazamiento se ha agregado otro que
él denomina “modelo organizacional”. Para él, no es que se ha producido un
cambio de énfasis en aspectos de la
Tr., sino que lo que se ha desarrollado en un nuevo modelo.
Por tanto, Fosshage define la Tr.
como
esquemas o patrones primarios de organización por medio de los cuales el
analizando construye y asimila las experiencias de la relación analítica. Estos
esquemas son activados y no transferidos, y pueden ser activados internamente o
externamente (por el analista u otros). Por tanto, para Fosshage la conceptualización de la Tr. como una actividad
organizativa anula la dicotomía entre percepciones realistas y distorsionadas y,
por ello, anula el uso de las mismas para diferenciar entre Tr. y no Tr. Pero,
además, considera que estos mismos argumentos se aplican a la falsa dicotomía
entre Contratr. y no Contratr., puesto que se ha enfatizado en que la Contratr.
son las reacciones a la Tr..
En cambio, el paciente y el analista co-determinan la Contratr. y la Tr. (37). Ogden,
apoyado en sus conocimientos de Klein, Bion y Winnicott, llega a conclusiones
parecidas en algunos aspectos. En este sentido señala que “la matriz” de la Tr. refleja el interjuego de
los modos fundamentales de estructurar la experiencia. Para él, toda
experiencia humana, incluyendo la experiencia Tr.-Contratr., puede ser pensada
como el resultado del interjuego dialéctico de tres modos de crear y organizar
el significado psicológico. Cada uno de estos modos están asociados con una de
las tres organizaciones psicológicas fundamentales – posición depresiva,
posición esquizo-paranoide y posición autístico-contigua (esta última planteada
por él en publicaciones anteriores) (38).Es interesante
el concepto de Contratr. que utiliza Ogden: “No visualizo ala transferencia ni a la contratransferencia
como entidades separadas que surgen como respuesta de una a la otra, sino que
más bien, entiendo estos términos para referirme a los aspectos de una
totalidad intersubjetiva única experimentada separada (e individualmente) por
el analista y el analizando”. Como vemos, es tentador el uso de esta
definición del “tercero analítico” y de Tr. - Contratr. que utiliza Ogden
porque nos simplifica ciertas diferenciaciones. Me refiero al planteamiento
categórico que hacen otros analistas, como Etchegoyen, según los que la Contratr.
siempre debe ser la respuesta a la Tr. del paciente porque de no serlo
estaríamos ante la Tr.
del analista (que en realidad es el uso que le dio Freud al concepto de Contratr.), lo cual no diferenciaría en
nada a la relación analítica de cualquier otra. Entonces, la definición
intersubjetivista de Ogden reformula el problema ya que la
transferencia-contratransferencia es creada y evoluciona dinámicamente por la
participación de ambos miembros. Este es el típico paradigma intersubjetivo.Evidentemente es muchas veces difícil saber
cuánto de la Contratr. es una respuesta del analista a la Tr. de su paciente y cuánto es
producto de sus propios conflictos personales y de su Tr. ante este. Sin
embargo, la importancia de esto no sólo es teoríca sino técnica pues las
interpretaciones serán diferentes en uno y otro caso. Tengo que decir que
aunque me resulta tentativa la proposición intersubjetiva, también puede
resultar en una simplificación que evita dilucidar un problema crucial tanto
teórico como técnico.
NOTA:Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.
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