Cirugía
Fibrinolisis intrapleural secuencial con estreptoquinasa en eltratamiento conservador del empiema y los derramesparaneumónicos complicado en pacientes adultos
Discusión
Cuando
la infección por una neumonía no se limita al parénquima pulmonar se producen
las complicaciones, debido a que esta
se extiende a las áreas vecinas o cuando el progreso de la infección por el
agente causal es más complejo que lo usual por diversas razones. Esto cambia el
rumbo clínico de la neumonía inicial constituyendo un desafío en su manejo
terapéutico, dado que no existen unas pautas enteramente agrupadas y unificados
sobre su tratamiento. Las complicaciones de las neumonías adquiridas en la
comunidad son: derrame pleural paraneumónico, empiema pulmonar, neumonía
necrosante o necrotizante, absceso pulmonar, pioneumotórax, neumotórax y
fístula broncopleural, entre otras. Estas complicación es se evidencian solo el
1 % de las mismas, pero este porcentaje se eleva hasta en un casi 40 % en el caso
de requerir admisión hospitalaria, por lo que se estima una patología
esencialmente hospitalaria (15).
Su
incidencia oscila entre 5 a 11 casos por cada 1.000 adultos y año en Europa y
Norteamérica con una
tasa anual de hospitalización de 3,6-8,5 por cada 1.000 personas, elevándose a
13,4 en las personas mayores de 65 años, es mayor en los hombres que en las
mujeres. Encontrándose una mayor frecuencia de agentes infecciosos como; S. pneumoniae, H. Influenzae y virus respiratorios
en pacientes ≥ 65 años y Mycoplasma
pneumoniae en < 65 años. La enfermedad tabáquica, la
inmunosupresión y la comparecencia de comorbilidades asociadas se han
constituido como otros de las causas de riesgo. Entre los agentes etiológicos
que pueden causar las neumonías adquiridas en la comunidad estas rebasan el
centenar y cuatro o cinco de ellos son los responsables principales, pero el Streptococcus pneumoniae sigue siendo
con diferencia el más frecuente en todas las series y el que conlleva mayor
morbimortalidad. Otros patógenos comúnmente identificados son: Mycoplasma pneumoniae, Chlamydia pneumoniae, Haemophilus influenzae, bacilos
Gram-negativos y virus respiratorios. Pero en muchas ocasiones no se
identifican gérmenes en un 27 %-87 % de los casos. No obstante, los gérmenes
patógenos multirresistentes representan ≤ 20 % de las neumonías adquiridas en
la comunidad y de estos, Staphylococcus
aureus, Pseudomona
aeruginosa, Klebsiella
pneumoniae y Escherichia
coli son los más frecuentemente aislados (16).
La neumonía es un proceso infeccioso
frecuente, tanto en el ámbito extrahospitalario como en los pacientes
hospitalizados. Se asocia a derrame pleural en un 30 % al 50 % de los casos,
por lo que la aparición y colección de líquido pleural viscoso, con fibrina o
tabiques que se manifiesta en el espacio pleural en relación con una neumonía,
macroscópicamente turbio, con presencia de bacterias en la tinción de Gram o
aislamiento de bacterias al cultivarlo, donde se aceptan criterios bioquímicos:
pH< 7,2; DHL > 1 000 UI/L, glucosa˂ 60 mg/d, se define o se denomina
derrame pleural paraneumónico complicado.
Clásicamente e independientemente de su
origen, en la evolución de un derrame pleural paraneumónico complicado pueden
distinguirse tres fases sucesivas: (I). Fase aguda como respuesta a la
inflamación de la pleura y al aumento de la permeabilidad capilar, se produce
un acúmulo de líquido en el espacio pleural. En esta fase, el líquido pleural
no está loculado y se caracteriza por ser un exudado con predominio de leucocitos
polimorfonucleares, con concentraciones normales de lactato deshidrogenasa y
glucosa, y sin alteraciones del pH. Si se instaura un tratamiento antibiótico
correcto en este estadio el derrame pleural se resuelve completamente; (II).
Fase de transición, el líquido pleural se hace progresivamente más denso,
debido al incremento de polimorfonucleares, bacterias y al depósito de fibrina.
Esta última cubre, a modo de láminas, ambas hojas pleurales, lo que limita la
reexpansión pulmonar. Si la infección progresa la formación de membranas de
fibrina en el líquido pleural produce loculaciones; (III). Fase crónica se
caracteriza por el crecimiento de fibroblastos dentro del exudado espeso que
cubre las superficies pleurales visceral y parietal, lo que da lugar a la formación
de una membrana inelástica denominada corteza pleural. Dicha corteza evita la
expansión del pulmón por lo que, en estas condiciones, es preciso recurrir a
una decorticación para curar al paciente. En este estadio, el líquido pleural
es viscoso y multiloculado. Si no se instaura un tratamiento eficaz, el líquido
puede drenar espontáneamente a través de la pared torácica (empiema necessitatis) o hacia el pulmón,
produciendo una fístula broncopleural (17).
Hoy día se han identificado múltiples
agentes causantes de derrame pleural paraneumónico complicado y empiemas. El
espectro de los microorganismos más comunes ha cambiado en las últimas décadas,
posiblemente esto sea debido a la introducción de nuevos antibióticos en el
tratamiento de las infecciones respiratorias.
La percepción clínica del derrame pleural
paraneumónico complicado y el empiema ha ido modificándose en las últimas
décadas, influenciado por varios factores: (a). El perfil clínico de los
pacientes es diferente, ya que con el aumento de la esperanza de vida cada vez
los pacientes tienen una edad más avanzada. Cada vez, además, es mayor el
número de pacientes inmunodeprimidos (pacientes con neoplasia, trasplantados,
en tratamiento inmunosupresor por diversas patologías). El perfil de los empiemas
es diferente en pacientes inmunodeprimidos, tanto en la microbiología, como en
su presentación clínica, abordaje, evolución y aparición de complicaciones;
(b). A lo largo del tiempo se ha ido generando un cambio en la naturaleza en la
etiología microbiológica y en los factores predisponentes de los derrames
pleurales paraneumónicos complicados y los empiemas, hace unos años eran más
frecuentes los gérmenes aerobios Gram positivos y la gran tendencia actual
parece ser que se observan más aislamientos por gérmenes Gram negativos; y (c).
Es un enfoque terapéutico más agresivo en las últimas décadas a destacar, en el
momento actual comparado con el que se tenía hace unos años, con un empleo más
generalizado del drenaje pleural, el uso precoz de fibrinolíticos
intrapleurales y otras técnicas como la videotoracoscopia (18).
El diagnóstico por imágenes como la
radiografía de tórax convencional sugiere la existencia de un derrame pleural
paraneumónico complicado cuando aparece un infiltrado parenquimatoso pulmonar
asociado a un derrame pleural unilateral. La proyección lateral permite
objetivar, en la mayoría de las ocasiones, la presencia de una cantidad
significativa de líquido pleural. El signo más típico de un empiema es la
presencia de un derrame pleural encapsulado localizado en una posición atípica.
La ecografía es un buen método para guiar la realización de una toracocentesis
o la colocación de un tubo de drenaje (19).
Como se presume el tratamiento principal de
los derrames pleural paraneumónicos complicados, es la antibioticoterapia
sistémica de amplio espectro, el avenamiento pleural con colocación de tubo o
sonda torácica transparietal está indicada en los derrames pleurales
macroscópicamente purulentos por toracocentesis (empiema) o que cumplan los criterios
citoquímicos y bacteriológicos. El drenaje del derrame por tubos pleurales
puede fallar debido al fluido viscoso y la presencia de múltiples tabiques del
espacio pleural.
Es por ello que, ante la presencia de
líquido pleural viscoso, con fibrina o tabiques, que evoluciona hacia de un
derrame pleural produce la formación de depósitos de fibrina con secuestro y
loculación de líquido infectado, la fibrinólisis intrapleural con estreptoquinasa o uroquinasa, se convierta en una
alternativa o una opción terapéutica que aporta beneficios en la resolución de
esta grave afección como lo es el derrame pleural paraneumónico complicado y el
empiema. (20).
La administración intrapleural de estreptocinasa por un lado, puede
aumentar la resolución de los síntomas en los enfermos con empiema o con
derrames paraneumónicos complicados, la instauración de este procedimiento como
lo es fibrinolisis intrapleural con estreptoquinasa
o uroquinasa genera,
por un lado, una disminución de las cirugías en 30 %-40 % a 10 %-7 % en el
mundo, con una resolución más rápida de la enfermedad, que se demuestra por una
disminución en la duración del avenamiento pleural torácico y de la estadía
hospitalaria en general, con la supeditada restricción de los costos médico
asistenciales directos.
Y, por otro lado, se destacan como ventajas
adicionales del procedimiento su sencillez, que permite que este pueda ser
ejecutado en sala general por un equipo con entrenamiento previo, no amerita de
cuidados especiales y no interfiere con la actividad del paciente ni con su,
régimen alimenticio, asimismo no hay antecedentes ni se ha informado
acontecimientos adversos graves con la administración intrapleural de
fibrinolíticos como la estreptoquinasa.
Es por ello que con ningún agente fibrinolítico se han observado efectos sobre
el mecanismo de la coagulación sanguínea en los pacientes, tras la instilación
de fibrinolíticos intrapleural no se ha desarrollado activación sistémica.
Pero, sin embargo, su administración puede generar o producir anafilaxia,
fiebre, sangrado transitorio y dolor torácico con su administración, por lo que
se recomienda administrarlos con un anestésico local (20-22).
Desde que a finales de la década de los
años cincuenta del siglo pasado en donde se describió por primera vez el
procedimiento como la instilación intrapleural de fibrinolíticos (estreptoquinasa o uroquinasa) con el propósito de
disolver los trombos de fibrina y mejorar el drenaje del líquido intrapleural.
Desde esta primera reseña se han publicado numerosos estudios observacionales,
así como pocos ensayos clínicos, que han mostrado que la administración de estreptocinasa o urocinasa intrapleural, se ha relacionado con una mejoría en
algunos cambios clínicos o radiológicos. Sin embargo, no se ha publicado
ninguna investigación clínica que determine la influencia de este método,
técnica y/o procedimiento, (instilación intrapleural de fibrinolíticos) sobre
resultados clínicos de interés.
Es por ello que la presente investigación
tiene por finalidad evaluar el efecto de la administración intrapleural de
estreptoquinasa en pacientes adultos con derrame pleural paraneumónico
complicado y el empiema atendido en el Servicio de Cirugía de Tórax del
Hospital Universitario de Maracaibo, la muestra estuvo conformada por 36
pacientes, con prevalencia de edades comprendidas 20 a 30 años 61,0 % de los
casos.
En nuestra investigación en cuanto a la
distribución de los casos según el diagnóstico clínicoradiológico, se evidencio
la prevalencia de neumonía complicada con derrame paraneumónico y/o empiema
pleural derecho con un 75,0 % y 25,0 % izquierdo. En las últimas décadas se
viene evidenciando un incremento de la incidencia de derrame pleural
paraneumónico de localización más frecuente en el lado derecho, y la causa
predominante fue secundario a neumonía, lo que coincide con lo descrito por
Páez 2019 (23).
El 66,7 % pertenecían al sexo masculino y la media de edad fue de 48,28±14,31
años. El 61,1 % tenían derrame pleural derecho y la causa más frecuente fue
secundario a neumonía en un 61,1 % de los casos.
La instilación intrapleural de
estreptoquinasa, en la fase del derrame en la cual se aplicó la terapia
fibrinolítica intrapleural pacientes con dos semanas de evolución clínica en la
fase fibrinopurulento con un 27,7 % casos, se decidió el alta médica. Mientras
que los pacientes con tres semanas de evolución clínica en la fase
fibrinopurulento con un 36,6 % casos. No obstante, en 13,8 % casos fue
necesaria la decorticación quirúrgica por toracotomía. En la fase organizativa
con 5,5 % casos se decidió el alta médica, mientras que 16,6 % casos en fase
organizativa fue necesaria la decorticación por quirúrgica toracotomía. No hubo
ninguna complicación durante la intervención la respuesta a la terapia. El 61,1
% tuvieron respuesta satisfactoria al tratamiento. Un 11,1 % tuvo que ser
referido para cirugía por la no respuesta a la terapia y un 16,7 % fallecieron (23).
En cuanto al objetivo clínico más
significativo de la fibrinolisis pleural, que es evitar la intervención
quirúrgica, en nuestra investigación fue 11 (30,5 %) casos, mientras que la
tasa de éxito de la fibrinolisis intrapleural con instilación estreptoquinasa fue de 69,4 %.
No obstante, se han publicado en los
últimos años algunos estudios randomizados y controlados como Wencheng (24), donde se
incluyeron diez ensayos con un total de 977 pacientes. En comparación con un
placebo, la terapia fibrinolítica intrapleural disminuyó el OR de la
intervención quirúrgica [OR = 0,24; intervalo de confianza (IC) del 95 %:
0,10-0,60] y la duración de las estancias hospitalarias (diferencia de medias
ponderada = -6,47; IC del 95 %: -8,87, -4,08).
La fibrinólisis intrapleural se asoció con
una reducción no significativa de la tasa de mortalidad (OR = 1,16; IC del 95
%: 0,71-1,89) y un aumento no significativo de los efectos secundarios graves
(OR = 1,92; IC del 95 %: 0,87-4,21). Los análisis de subgrupos indicaron que
los agentes de uroquinasa tuvieron marcados efectos positivos en la reducción
de la intervención quirúrgica (OR = 0,33; IC del 95 %: 0,14-0,78), pero ni la
estreptoquinasa ni el activador del plasminógeno tisular los tuvieron.
En la investigación de llevado a cabo por
Misthos, y cols. (25),
en su estudio se incluyeron pacientes con empiema y los pacientes fueron
randomizados en un grupo manejado únicamente con tubo de drenaje pleural
cerrado (grupo A, 70 pacientes) y en otro tratado con una combinación de
drenaje pleural cerrado e instilación intrapleural de estreptoquinasa (grupo B, 57 pacientes), sin grupo placebo.
El calibre de los drenajes pleurales fue de 28 a 32 Fr. Se usaron dosis de
250.000 UI de estreptoquinasa en
60 mL de suero salino, y en todos los casos se empleó desde el primer día de
drenaje pleural, durante 3 días consecutivos, dejando el tubo pinzado durante 4
horas y posteriormente conectando a aspiración de pared a – 20 cmH2O. El éxito del
drenaje pleural simple fue del 67 %, mientras que en los que recibieron estreptoquinasa fue del 87,7 % (p
< 0,001). La mortalidad también fue significativamente más baja en el grupo
de fibrinolíticos, aunque fue escasa en ambos grupos (3 pacientes en el grupo
A, el 4,2 % vs 1 paciente en el grupo B, el 1,7 %). El porcentaje de pacientes
que precisaron cirugía también fue significativamente menor en el grupo de
fibrinolisis. La indicación de cirugía torácica para resolver el empiema se
mantuvo estable a lo largo del tiempo, ya que fue del 7 % en la muestra global,
del 6,6 % en el primer periodo y 7,5 % en el segundo, sin diferencias
significativas. El lóbulo más frecuentemente afectado era el lóbulo inferior
derecho (LID), en 145 casos (52 %). Fue posible establecer el diagnóstico
microbiológico en el 71,4 % (298 casos). Los gérmenes más frecuentemente
aislados fueron los aerobios (51,7 %), con un total de 216 casos. En cuanto a
la evolución, la estancia hospitalaria media fue de 22,4 días (mediana 19 días,
rango 5-67). En cuanto a las complicaciones en estos pacientes, ocurrieron en
14 pacientes (33,3 %).
Goh, y cols. (26), en su investigación donde se
incluyeron 84 (62,2 %) y 51 (37,8 %) pacientes que recibieron terapia
intrapleural secuencial y concurrente, respectivamente. Las características
demográficas y clínicas de los pacientes, incluida la edad, la puntuación RAPID
y el porcentaje de opacidad pleural en las radiografías antes de la terapia
intrapleural, fueron similares en ambos grupos. Las tasas de fracaso del
tratamiento (definidas por mortalidad hospitalaria, intervención quirúrgica o
reingreso a los 30 días por infección pleural) fueron del 9,5 % y el 5,9 % con
terapia intrapleural secuencial y concurrente, respectivamente (p= 0,534). Esto
se traduce en una tasa de éxito del tratamiento del 90,5 % y 94,1 % para la
terapia intrapleural secuencial y concurrente, respectivamente.
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La instilación de estreptoquinasa como fibrinolíticos intrapleurales para la
fibrinolisis es recomendada por la British
Thoracic Society (BTS), ya estos mejoran la evolución clínica
radiológica y podrían ser más beneficiosos en pacientes con alto riesgo
quirúrgico. Los fármacos fibrinolíticos intrapleurales (estreptoquinasa 250.000
UI/12 horas o uroquinasa 100.000 UI/24h durante 3 días) mejoran el resultado
radiológico y la evidencia actual recomienda su uso. Los derrames
paraneumónicos complicados y los empiemas se caracterizan por un estado
procoagulante dentro del espacio pleural, que resulta en el desarrollo
progresivo de múltiples loculaciones y fibrina. Ello hace que parezca bastante
plausible que la administración de fibrinolíticos intrapleurales tempranamente
en la fase fibrinopurulenta pudiese prevenir las loculaciones, favorecer el
drenaje pleural y reducir la intervención quirúrgica. Los efectos de la
fibrinólisis intrapleural para el tratamiento del empiema pleural y el derrame
paraneumónico siguen siendo inciertos, sin embargo, puede representar una
alternativa terapéutica a la cirugía tiene el atractivo de ser una técnica menos
cruenta, más rápida, sencilla y económica (21-27).
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