Monografías
La empatía en cirugía: Un eslabón fundamental en la relación médico paciente
Introducción
Desde sus orígenes
la Medicina nació como una necesidad, luego fue un oficio y se transformó en
una ciencia y un arte, nutriéndose de múltiples saberes que la empoderan y
enriquecen, pero aplicado siempre al bienestar de los pacientes y a mitigar el
sufrimiento del otro. La empatía es una de las competencias básicas en el
aprendizaje de la medicina, relacionándose con mejor competencia clínica, mejor
competencia ética y menor estrés profesional (1-4). Con el progreso de la tecnología
y el crecimiento del conocimiento, el humanismo dentro de la profesión
quirúrgica ha pasado a un segundo plano, lo cual ha sido un punto de interés en los últimos años (4).
La palabra empatía deriva del griego ἐμπάθεια, empátheia, que significa “emocionado” se
utiliza para designar el conocimiento del otro, obtenido por el examen
reflexivo de las interacciones del yo y del tú (5). El término empathy fue introducido en 1909
por el psicólogo inglés Edward Bradner Titchener como traducción de la palabra
alemana einfühlung. Southard fue el
primero en incorporar la empatía en 1918 a la relación médico-paciente como un
recurso para facilitar el diagnóstico y la terapéutica (6). Cuando
desarrollamos la empatía (la cuarta de las habilidades prácticas de la inteligencia
emocional) las emociones de los demás resuenan en nosotros, sentimos cuáles son
los sentimientos del otro, cuán fuertes son y qué cosas los provocan" (7).
Numerosos estudios
afirman que el aumento de la empatía a través de la carrera médica es un hecho
que solo se da en el sexo femenino, los hombres mantienen niveles de empatía
más estable, más baja y menos modificable con la experiencia. Además de las
características de la personalidad de los cirujanos como líderes innatos, el
ego creciente está relacionado
con la tendencia de algunos a centrarse demasiado en sí, sus habilidades y su
visión, lo que puede afectar la dinámica del equipo y mermar la comunicación
efectiva, lo que eventualmente perjudicará la atención al paciente (8-10).
El entorno quirúrgico es un ambiente desconocido que crea
incertidumbre en el paciente que va a ser sometido a una cirugía,
supone un estrés pre y postoperatorio, así como fenómenos relacionados al
dolor, la hospitalización, el procedimiento mismo, la recuperación postoperatoria
y sus posibles complicaciones e incapacidad física por cierto tiempo. El
quirófano es el sitio en el cual la relación entre el cirujano, el
anestesiólogo y el personal de enfermería con el paciente tiene características
únicas e importantes, ya que se tendrán mejores resultados si se maneja
adecuadamente una emoción negativa en el paciente. La ansiedad y el estrés
están usualmente presentes en todos ellos (11). En los últimos años se ha visto
que el paciente se ha convertido en un número de cama, un abdomen que abordar,
dejando de ser una persona para volverse tan solo un «algo». Ya no se le llama
por su nombre, es ahora el paciente de la cama 19-B. ¿Se debe esto a la
deshumanización?, ¿a la falta de valores?, ¿nos hemos olvidado de la ética?,
¿nos hemos vuelto insensibles hacia las personas? (12,13).
Hay muchos
obstáculos que enfrentan los cirujanos contemporáneos cuando aspiran a
desarrollar la empatía, incluyendo un entorno de trabajo exigente con grandes
cargas de trabajo, gran volumen de pacientes, largas jornadas laborales, falta
de modelos a seguir y poca importancia concedida a la empatía, lo que es una
realidad es que en la práctica médica, la empatía hace que los pacientes sean más francos acerca
de sus síntomas y preocupaciones, facilitando así la recopilación de
información médica, lo que, a su vez, facilita al cirujano un diagnóstico más
preciso y una mejor atención para el mismo; ayuda a los pacientes a recuperar
la autonomía y participar en su terapia al aumentar su autoeficacia; y conduce
a interacciones terapéuticas que afectan directamente la recuperación del
paciente ( 2, 8.12).
Sin embargo, hay que lograr un equilibrio entre una gran
sensibilidad a las emociones expresadas por los pacientes ya que sin una
gestión emocional adecuada puede provocar ansiedad, estrés y angustia personal
en el cirujano, perjudicando su bienestar y potencialmente siendo perjudicial
para su funcionamiento cognitivo, desenvolvimiento y toma de decisiones durante
la intervención quirúrgica. Por otro lado muy poca empatía podría llevar a
subestimar el dolor de los pacientes y a empeorar las relaciones con ellos
dificultando todo el procedimiento perioperatorio y por consiguiente afectación
directa en la atención y curación del mismo (1,2,4).
En conclusión, enseñar a tener empatía durante la
formación quirúrgica no es un asunto de fácil respuesta. Se
proponen elementos pedagógicos que
articulen la enseñanza de la Cirugía General con el componente empático, al
incluirlo en el currículo específico de esta área, y no solo como una cátedra
de ética independiente. Es
una tarea pendiente que debe motivar más investigación y nuevas perspectivas
para desarrollar estrategias que den valor y creen una mejor interrelación con
los pacientes. |