Juan Carlos Valls Puig
vallstru@ hotmail.com
Especialista de Cirugía General y Cirugía Oncológica
Jefe de Cátedra de Otorrinolaringología. Escuela Luís Razetti. Universidad Central de Venezuela
Mercedez Alford
Especialista en Otorrinolaringología
Consulta de Laringología. Cátedra Servicio Otorrinolaringología. Hospital Universitario de Caracas.
Edgar Brito
Especialista de Cirugía General y Cirugía Oncológica
Cátedra Servicio Otorrinolaringología. Hospital Universitario de Caracas.
Luis Guillermo Trevison
Especialista en Otorrinolaringología
Cátedra Servicio Otorrinolaringología. Hospital Universitario de Caracas.
Aníbal Blanco
Especialista en Cirugía General. Ecosonografista
Servicio de Cirugía Hospital Pérez de León
Ricardo García
Especialista en Cirugía General
Servicio Hospital Servicio de Cirugía Hospital Pérez de León
Cirugía de cabeza y cuello Manejo quirúrgico del cáncer de tiroides Fecha de recepción: 27/07/2018
Fecha de aceptación:
18/09/2018
Se evaluaron veintidós pacientes con cáncer de tiroides a quienes se les practicó procedimientos quirúrgicos como parte de su enfoque diagnostico y terapéutico. Cinco presentaron trastornos de la vía aérea. La tiroidectomía total en un solo tiempo, fue la cirugía más común y el reporte histológico definitivo más frecuente fue el de carcinoma diferenciado de tiroides. Tres correspondieron a la variedad anaplasica. La nasofibrolaringoscopía se uso como método de evaluación de las cuerdas vocales.
El manejo quirúrgico del cáncer de tiroides engloba una visión multidisciplinaria. La extensión de la cirugía dependió de factores propios del tumor y del paciente; osciló desde procedimientos con intención curativa como la lobectomía o la tiroidectomía total con o sin linfadenectomía seguido de las disecciones cervicales de rescate hasta las traqueostomías, gastrostomías o limpiezas quirúrgicas de manera paliativa. Se corroboró el valor de los hallazgos y estudios intraoperatorios en la definición de la conducta quirúrgica.
Palabras Claves:manejo quirúrgico, cáncer de tiroides, tiroidectomía total
Abstract
To evaluate 22 patients with cancer of thyroid and plan to surgical procedures. Five of them with airway compromise. Total thyroidectomy was the most common surgery and the histology more frequent was differentiated thyroid carcinoma. Three were anaplastics. The nasofibrolaryngoscopy was the method of election for evaluate the vocals cords.
The surgical management of thyroid cancer has a vision multidisciplinary. The surgical extension depend of host and tumour characteristics. The procedures were lobectomy or thyroidectomy total with or without linfadenectomy, neck dissections for recurrent tumours and other palliative operations like tracheostomies and gastrostomies. The findings and the frozen section in the operating room should be used to adapt the surgical plan.
Key Word surgical management, thyroid cancer, thyroidectomy total.
Introducción
Aunque
el cáncer de tiroides es la neoplasia maligna endocrina más común, su
incidencia representa el 2,5% de todos
los tumores malignos (1,2). En Venezuela se ubica en
el décimo tercer puesto entre las quince primeras localizaciones anatómicas por
incidencia en mujeres (3). Se reconoce como una
enfermedad poco frecuente, de lenta evolución y que
despierta el interés académico por las controversias que envuelven su estudio y
abordaje (1,3,4,5,6,7,8). Según Oscar Rodríguez Griman, el
comportamiento bizarro de sus distintas variedades clínicas e histológicas, en
cuanto a los grupos epidemiológicos de presentación, los tipos de tratamiento y
su respuesta, y el pronóstico, la convierten en controversial (3,4).
La
presentación clínica más frecuente en las series nacionales e internacionales
corresponde a los nódulos tiroideos, seguido de las adenopatías cervicales y
los hallazgos casuales intraoperatorios (1,5,6,9,10). Entre el 4% al 10% de los nódulos tiroideos
son malignos (1,9,11, 12). Algunas
características clínicas como lesiones mayores de 4cms, de rápido crecimiento,
con fijación a estructuras adyacentes, parálisis de las cuerdas vocales,
adenopatías asociadas e historia de irradiación se relacionan con un incremento
en el riesgo de malignidad (1,11,13,14).
Síntomas
de compromiso de la vía aérea o digestiva como disfonía, disnea o disfagia requieren evaluación inmediata por el
especialista (2,15). La evaluación endoscopica de las cuerdas vocales
es requerida como parte de los estudios de investigación (1,10,15,16). La
punción y aspiración con aguja fina guiada por ultrasonido es el método de
elección preoperatorio actual para el diagnostico (1,2,10,1114,17).
La especificidad para el carcinoma papilar alcanza hasta el 99%, con un
porcentaje de falsos positivos de menos del 1% (1,12,14).
El paciente con sospecha de neoplasia maligna de la glándula tiroides debe ser
evaluado para la remoción de la lesión por el cirujano en el contexto de un equipo multidisciplinario (1,2).
Las
variedades histológicas de carcinomas papilar, folicular y de células de Hürtle
se agrupan como carcinomas diferenciados de tiroides por su similitud en los
criterios diagnósticos y su evolución (1,8,10,18,19).
El tipo papilar representa
el mas frecuente, alcanzando hasta el
80% de los reportes de anatomía patológica (1,4,7,20).
Poseen en
general un comportamiento benévolo, altas tasas de curación y un excelente
pronóstico, señalándose hasta un 90% de sobrevida a los 10 años (2,4,7,17,20,21).
Los tipos medular y anaplasico son catalogados como
carcinomas indiferenciados de tiroides (1,4,7,20)
.
La
valoración del riesgo de recaida o sobrevida para carcinomas diferenciados es
estratificado en varios sistemas de clasificación (2,3).
El más ampliamente aceptado es el TNM,
actualizado en el 2010 y adoptado por el American
Joint Commission on Cancer (AJCC). Se recomienda su inclusión en los estudios de neoplásiastiroideas
malignas para facilitar el análisis comparativo. Se catalogan los pacientes de
acuerdo a la edad menor o mayor a 45 años, el tamaño del tumor, la presencia de
metástasis regionales y a distancia (1,2,10,22).
En el Hospital Memorial Sloan Kettering Cancer Center de New York, son
divididos en bajo riesgo, intermedio o alto riesgo, de acuerdo a la edad y a
algunos factores tumorales, es conocido como GAMES. Los de bajo riesgo están representados por
aquellos menores de 45 años con neoplasias menores de 4 cm (T1/T2) sin presencia de
metástasis. Los de alto riesgo son los
mayores de 45 años con lesiones mayores de 4cms (T3/T4) con presencia de
metástasis. Las combinaciones de bajo o alto riesgo los cataloga como de riesgo
intermedio (8,10,12,20,23). Ambos
sistemas permiten individualizar el tratamiento (2,3,20).
El
tratamiento del carcinoma tiroideo debe ser quirúrgico (10,12,14,17).
Los objetivos implican la remoción del
tumor primario y los ganglios linfáticos comprometidos con márgenes claros y
mínima morbilidad,evitar
la necesidad de cirugías adicionales, facilitar la terapéutica con yodo
radioactivo postoperatorio, mantener la sobrevida y minimizar el riesgo de
recaída (2,8,10,20). La extensión apropiada de la intervención
dependerá de la estratificación de los riesgos y del criterio del cirujano
actuante (20,24).La sobrevida prolongada
guía la controversia en cuanto a la extensión de la tiroidectomía. Se debe
balancear entre el tratamiento quirúrgico más efectivo de estas neoplasias
malignas y la potencial morbilidad de los procedimientos. La comprensión adecuada de la
patología de esta enfermedad es necesaria para una toma de decisiones apropiada
en el tratamiento quirúrgico (10,14,20,25).
Se
señalan como las principales complicaciones postoperatorias relacionadas con
los procedimientos quirúrgicos en las glándulas tiroides a los hematomas, dehiscencias de las
heridas, las disfonías e hipocalcemias. Ambas ultimas temporales
o permanentes por compromiso del nervio recurrente y las glándulas paratiroides,
respectivamente (8,12,16).
El
propósito del estudio es evaluar en las instituciones involucradas, los
procedimientos disponibles para el manejo quirúrgico del cáncer de tiroides
y los criterios para su selección.
Pacientes y métodos
Desde el
año 2006 hasta el año 2016, se han intervenido quirúrgicamente 55 pacientes con
patología tiroidea evaluados por las Consultas de Cirugía de Cabeza y Cuello de
la Cátedra Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de
Caracas, del Hospital Pérez de León 2 y del Hospital Ortopédico Infantil a
cargo de los autores. Se realizó un estudio descriptivo, cuantitativo y transversal
de veintidos pacientes con diagnostico final de cáncer de tiroides a quienes se
les practicó procedimientos quirúrgicos
como parte de su enfoque en el diagnostico inicial y terapéutico durante el
periodo de tiempo citado.
Se analizaron de
acuerdo al sexo, edad, sintomatología, estudios diagnósticos pre e
intraoperatorios, tamaño tumoral del primario, etapa ganglionar, tipos de
procedimientos quirúrgicos y las dificultades para su ejecución, incisiones
efectuadas, hallazgos transoperatorios e
histología definitiva. En cuanto a los resultados de los procedimientos se
determinó el porcentaje de metástasis ganglionares, tipo de complicaciones
postquirurgicas, recaídas y mortalidad.
El tipo de disección cervical estuvo inicialmente determinado
según la clasificación propuesta por el Committe
for Head and Neck and Surgery and Oncologyof the American Academy of Otolaryngology- Head and
NeckSurgerypublicada en 1991 (26), actualizada en 2002 (27) y 2008 (28,29). Posteriormente
fueron desarrolladas las linfadenectomias cervicales centrales y laterales, según
los lineamientos del Consensus Statement
on the Terminology and Classification of Central Neck Dissection for Thyroid
Cancer y el American Thyroid Association Consensus Review, aparecidas en el
2009 y 2012 (30,31).
Resultados
La
edad de los pacientes osciló entre 16 y 68 años, con una media de 43 años, el mayor número se situó
entre la tercera y cuarta década. El
41% y 59% se distribuyo por encima y por
debajo de los 45 años, respectivamente. El
género femenino estuvo representado por el 68,1% y el masculino, 31,9%.
Casi el 60%
de la serie acudió por presencia de nódulos tiroideos. En la consulta de
laringología del servicio de otorrinolaringología fueron evaluados cinco pacientes
con el nasofibrolaringoscopio por trastornos en la vía aérea superior. Cuatro
por obstrucción con disnea y otro por disfonía; se solicito tomografía axial
computarizada del cuello incluido el mediastino como parte de su evaluación
inicial en los cuatro primeros. Otros dos intervenidos quirúrgicamente en el
servicio indicado, presentaron hallazgos quirúrgicos casuales. Uno posterior a
una tiroidectomía total por bocio y otro
durante una laringofisura en el contexto de una recaída local de un carcinoma
glótico postradioterapia y quimioterapia.
El tamaño
tumoral estuvo distribuido en T2 22,8%, T3 41%, localmente avanzados o con
invasión extratiroidea T4a 9% y T4b
13,6%. Tres pacientes que fueron intervenidos en otro centro, acudieron por
recaídas cervicales, se clasificaron como Tx y representaron el 13,6% de la
serie. No hubo T1. En cuanto a la etapa
ganglionar, doce enfermos (63,1%) eran N0 ó sin ganglios palpables, y siete
(36,9%) presentaban adenopatías cervicales unilaterales, bilaterales
o contralaterales, catalogándose como N1b. Según la valoración GAMES, once eran de riesgo intermedio, cuatro de alto
riesgo y uno de bajo riesgo.
El
ultrasonido tiroideo se practico en el 68,1% de la casuística. La presencia de
adenopatías sospechosas se evidenció en cuatro casos. La punción con aguja fina
se realizo en catorce pacientes. El reporte de la citología señalo 78,6% de
carcinomas papilares, 14,3% de neoplasias foliculares y un carcinoma
metastásico en una de las recaídas cervicales. La realización de una biopsia
por una masa cervical en zona III, indicó la presencia de metástasis de cáncer papilar de tiroides.
Se realizo
una sola intervención quirúrgica en dieciocho pacientes y dos en cuatro. La
tiroidectomía total en un solo tiempo, fue el procedimiento más frecuente en
casi el 60%. Se efectuaron siete cortes
congelados intraoperatorios. Dos casos fueron sometidos a lobectomía con
istmectomia. El primero por el hallazgo casual durante la laringofisura. El
segundo requirió esperar el estudio definitivo de anatomía patológica por un
reporte de la citología previa, que señaló neoplasia folicular y el corte
congelado intraoperatorio como lesión sugestiva de células de Hürtle. Ambos
fueron seguidos de lobectomía contralateral de complemento por confirmación
definitiva de la presencia de carcinoma. En otro paciente con el mismo
diagnostico citológico previo se ejecutó la tiroidectomía total en el mismo
acto operatorio motivado a la presencia de infiltración a los músculos
pretiroideos y al corte congelado intraoperatorio que indicó carcinoma papilar.
Los cortes congelados y/o los hallazgos intraoperatorios como presencia de adenopatías, compromiso del
nervio recurrente e infiltración a estructuras anatómicas adyacentes
permitieron ubicar el tumor primario, correlacionar el resultado de la punción
con aguja fina y definir la conducta quirúrgica en la mitad de la serie.
El 36,3% de
todos los procedimientos realizados fueron señalados como de difícil ejecución
por el extenso compromiso tumoral o los antecedentes quirúrgicos previos. No se
logro la identificación de todas las estructuras anatómicas durante las tiroidectomías
totales en el 22,8% de los casos, siendo la
paratiroides inferior derecha y el nervio recurrente izquierdo los más
frecuentes. En dos casos se reimplanto una glándula paratiroides en un bolsillo
del músculo esternocleidomastoideo ipsilateral.
Se realizaron
21 disecciones cervicales laterales en 14 pacientes. La mitad de las
linfadenectomias fueron unilaterales y la otra mitad bilaterales. En aquellos
catalogados como N1b y en las recaídas cervicales se efectuaron procedimientos
radicales, radicales modificados o selectivos de los niveles II al V de primera
intención o de rescate, respectivamente, de acuerdo a los hallazgos
intraoperatorios. La dificultad para el seguimiento, realización de estudios
imagenológicas y la adquisición de iodo radioactivo por la situación económica
y social del país motivo la ejecución de linfadenectomias cervicales laterales
del tipo selectiva de los niveles II al V en cuatro enfermos N0 con presencia
de factores de riesgo como edad mayor de 45 años, disfonía, o tamaño tumoral
mayor de 4cms. Siete casos fueron sometidos a disecciones mediastinales o del compartimiento central.
Las incisiones fueron realizadas de acuerdo a si se acompaño o no de disección
cervical. La más frecuente para las tiroidectomías totales solas con o sin
inclusión del compartimiento central fue
la de Kocher (32).
Todas las linfadenectomías cervicales radicales, radicales modificadas o
selectivas de los niveles II al V unilaterales se abordaron por la de Eckert & Byers o
en “Palo de Hockey” y en delantal para
las bilaterales (29,33)(Figuras 1a, 1b
y 1c).
Figura 1. Incisiones para procedimientos quirúrgicos en la
glándula tiroides: a) Kocher (32). b) Eckert & Byars o en “Palo de Hockey” (33). c)
Delantal (29). d) Hayes Martin con extensión de Kocher (34). e) “H
central” (35). f) “Y
central invertida” (35). g) Garriga con extensión de Kocher(36).
En todos los
pacientes que ingresaron con disnea se ejecutó traqueostomía con anestesia
local en quirófano por el extenso compromiso tumoral y a la dificultad por
parte del anestesiólogo de asegurar la
vía aérea. Previa evaluación de la tomografía de cuello, se realizaron varias
maniobras intraoperatorias para
identificar la ubicación de la traquea ante la distorsión de la anatomía (Figura 2). Una vez completado el
procedimiento se tomaron biopsias de la neoplasia. La mitad se acompañó de limpieza quirúrgica por
el desarrollo de necrosis tumoral sobreinfectada y de gastrostomía paliativa
por infiltración del esófago. La otra mitad fueron sometidos a tiroidectomía total con
disección cervical en una segunda intervención.
Figura 2. Maniobras quirúrgicas para la identificación de la traquea, durante traqueostomía
en tumores localmente avanzados o anaplasicos: a) Incisión de Kocher ampliada (32). b) Movilización manual de la neoplasia. c) Uso de
cauterio para el abordaje por planos. d) Palpación digital y burbujeo por
aspiración con inyectadora de la vía aérea.
El reporte histológico definitivo más frecuente índico carcinoma
diferenciado de tiroides 81,7%, distribuidos en dieciséis neoplasias del tipo
papilar, 72,7% y dos foliculares, 9%. Tres
enfermos con disnea sometidos a traqueostomía fueron señalados como anaplasicos.
Una de las recaídas cervicales fue identificada como de la variedad medular,
4,5%.
El 71,42% y 28,5% de los pacientes con alguna variedad
de disección cervical lateral y del compartimiento
central presentaron metástasis en los especímenes quirúrgicos, respectivamente.
Se constato metástasis ganglionares en el 25% de los N0 sometidos a linfadenectomía
selectiva por los motivos señalados previamente.
La morbilidad postoperatoria de toda la serie se evidenció en 15 pacientes,
68,1%. En las tiroidectomías totales, las hipocalcemias temporales y permanentes se ubicaron en el 47% y 5,8%, cada
una. Las disfonías temporales y permanentes, en 23,5% y 17,6%, respectivamente.
Una enferma con carcinoma papilar del istmo desarrollo paresia de ambas cuerdas
vocales en el postoperatorio, identificándose a la nasofibrolaringoscopíay
requiriendo traqueostomía temporal. Otras
complicaciones fueron una dehiscencia parcial de la herida y un trastorno
deglutorio transitorio. No hubo sangramientos postoperatorios.
Todos los pacientes con tumores anaplasicos fallecieron por persistencia
y progresión local antes de los cuatro meses del diagnostico. Los carcinomas
bien diferenciados recibieron yodo radiactivo como tratamiento postquirurgico. Un solo
enfermo con reporte de carcinoma papilar localmente avanzado falleció por
recaída cervical y metástasis en pulmón. La mortalidad global de la
serie se ubico en 18,1% y la mortalidad de los carcinomas diferenciados de
tiroides en 5,5%.
La nasofibrolaringoscopía se uso como método de
evaluación de las cuerdas vocales en los casos con trastornos de la vía aérea
superior, aquellos con punción con aguja fina que señalo carcinoma, en las
recaídas cervicales, y como diagnostico de las disfonías postoperatorias.
Discusión
En 1791, el cirujano francés Pierre Joseph Desault realizo la primera tiroidectomía con
éxito. Para 1850 sólo habían sido reportadas cerca de 70 intervenciones con una
mortalidad del 41%. Theodor Billroth inicio un programa de intervenciones
quirúrgicas para bocios sofocantes en 1860, sin embargo lo abandona doce años
después por la gran mortalidad. Las infecciones y las hemorragias
incontrolables la convirtieron en una cirugía prohibida (37,38).
Desde la Universidad de Zurich, Theodor Kocher describió su
experiencia, los refinamientos progresivos y avances en la técnica quirúrgica sobre
la glándula tiroides, en una serie de sucesivos reportes durante un periodo de
más de 40 años a partir de 1872. Reconoció el mixedema y el cretinismo como
complicaciones de su extirpación total. Descendió la tasa de mortalidad operatoria
de 12,8% en la primera década a 0,5% en 1917. Fue el primer cirujano en recibir el Premio
Nóbel por sus trabajos en fisiología, patología y cirugía de la glándula
descrita. Es reconocido universalmente como el padre de la cirugía tiroidea (37,38,39).
La
primera descripción en detalle de la tetania post tiroidectomía y las lesiones
del nervio recurrente se acredita a
Anton Wölfler (37).
William Halsted adoptó la técnica de Kocher en Norteamérica, le seguirían George Crile, los hermanos Mayo y Frank Lahey. A este último se reconoce la descripción
y difusión de la técnica quirúrgica contemporánea de amplia exposición con visualización
del nervio recurrente y las glándulas paratiroides (37,38).
En
Venezuela, Placido Daniel Rodríguez Rivero realizó en 1914, la primera
tiroidectomía en Puerto Cabello. Un
paciente de 22 años con un bocio quistico a predominio del lóbulo izquierdo que
desplazaba la traquea. La descripción del procedimiento señalo que se extirpo
la lesión y el istmo. Según palabras del cirujano, “se corto en el tejido
glandular sano, dejando un pequeño muñón para evitar la herida del nervio
recurrente”. La cirugía conservadora
como la tiroidectomía parcial representó
la operación de elección para las patologías benignas, reservando la
tiroidectomía total para las neoplasias malignas. El temor a la tetania,
cretinismo y mixedema en el postoperatorio justificaba estas aseveraciones (40).
El
Dr. Luís Razetti ejecutó el mismo procedimiento en el Hospital Vargas de
Caracas en 1916. Le seguirían otras
tiroidectomías catalogadas como subtotales por bocio, de manos de Salvador Córdoba, Pedro Blanco
Gasperi, Ricardo Baquero, Felix Lairet, Hermogenes Rivero, Francisco Montbrun,
entre otros. En su trabajo de
incorporación a la Academia Nacional de Medicina intitulado “Mi primer centenar
de tiroidectomías”, Pedro Blanco Gasperi reconoció su limitada experiencia en
el tratamiento del cáncer de tiroides, reducida a cinco pacientes, con un deceso por
complicaciones de la vía aérea. Recomendó la tiroidectomía total para la citada
neoplasia y describió de manera teórica la extirpación de los ganglios
linfáticos cervicales (41,42).
La primera intervención con sentido oncológico de una lesión maligna del
tiroides se acredita a Aquiles Erminy & Alberto Rivero quienes realizaron
una hemitiroidectomia con vaciamiento cervical radical ipsilateral en el
Instituto Oncológico Luís Razetti (43).
Sucesivos estudios sugirieron procedimientos parciales como la lobectomía o
hemitiroidectomías para el tratamiento de los tumores malignos del tiroides,
reservando la tiroidectomía total para las variedades foliculares, compromiso
de ambos lóbulos, metástasis linfáticas bilaterales o enfermedad a distancia (4,5,13,39, 44-48).
Dos
publicaciones definieron la técnica
quirúrgica sobre la glándula tiroides.
La primera a cargo de Francisco Montbrum & Duillo Pizzolante en 1957, quienes
describen el procedimiento de Frank Lahey para las resecciones amplias de
manera segura, identificando el nervio recurrente en todo su trayecto cervical
y la ligadura selectiva de los pediculos vasculares en el denominado triangulo
recurrencial (49). Ocho
años después, en el segundo articulo, Armando Márquez Reverón enfatizó su
experiencia personal con los mismos aspectos (39,46) .En la primera década del nuevo milenio, el consenso nacional de
tiroides y algunos autores nacionales, recomendaron la tiroidectomía total como
tratamiento de elección para el cáncer de tiroides, motivado a la facilidad en
el seguimiento y a la menor tasa de recurrencia y mortalidad. Como indicación
de cirugía parcial fueron señaladas las lesiones menores de 1cm en pacientes de
bajo riesgo (3,17,24).
Franklin García Peña y Aníbal Blanco son
pioneros en el manejo contemporáneo de la patología tiroidea quirúrgica
en los Hospitales Universitario de Caracas y Pérez de León 2,
respectivamente.
En el presente estudio, la media de la edad, la década
más frecuente, el género, el tipo de presentación clínica más común y la
frecuencia de los tipos histológico de los carcinomas diferenciados de
tiroidesse corresponden con lo
reportado en la literatura propia de las instituciones involucradas(13,50),
la nacional(3,5,6,9,24,46-48)
e internacional (1,2,7,10,14,20,21).
Varios
autoreshan reportado la aparición de neoplasias malignas en
pacientes intervenidos por bocios sintomáticos (3,4,23,46,5l,52)
o como biopsias excisionales de masas cervicales laterales de etiología
desconocida (6,9,13-15,23,45). El mismo Oscar Rodríguez Griman indicó una
incidencia entre 3,6%
a 17,1% en bocios multinodulares (3)
y Jorge Lucena hasta 8% por adenopatías cervicales (5,6). La exposición a radiaciones ionizantes se ha señalado
como un factor de riesgo bien establecido para el desarrollo de carcinomas en
la glándula tiroides (1,10). Estas consideraciones
fueron constatadas en la actual casuística.
En
una de las instituciones involucradas, García R. indicó una sensibilidad del
75%, especificidad del 100%, falsos negativos de 3,8% y ausencia de falsos
positivos al correlacionar el resultado del diagnóstico citológico de la punción
con aguja fina con el reporte final de anatomía patológica de la pieza
quirúrgica (50).
Lesiones señaladas a la citología por punción con aguja fina como foliculares o
de celulas de Hürtle son difíciles de precisar entre lesiones benignas o
malignas y requerirán evaluación de la
pieza operatoria. La diferenciación entre adenoma o carcinoma folicular dependerá de la
evidencia histológica de invasión capsular o vascular en el espécimen
quirúrgico que contenga el nódulo (1,10,11,14,24).
Las dos punciones con aguja fina reportadas como neoplasias foliculares, fueron confirmadas en el
resultado definitivo o en el corte congelado intraoperatorio como tumores
malignos. En la segunda punción la
presencia de infiltración a estructuras adyacentes, oriento a completar la
tiroidectomía total en un solo tiempo
Aunque el diagnostico preoperatorio de neoplasias
malignas de tiroides se ha incrementado en la primera década del milenio por el uso del ultrasonido
y la punción con aguja fina (1,6,21), no hubo lesiones T1. La incidencia de tumores T4 y
adenopatías clínicas, la presencia de trastornos en la vía aérea, la necesidad
de traqueostomías por compromiso de esta última y el tipo histológico de
carcinomas anaplasicos, fueron más numerosos que en otras publicaciones
nacionales (6,9,13,46),
a excepción del articulo de Toledano & Maldonado (53) donde un tercio de los
pacientes correspondieron a variedades indiferenciadas. En aquellos que se
considere presentan enfermedad que invade la vía aérea o el esófago, requerirán
la realización de estudios tomograficos o endoscopicos para confirmar la
extensión de la enfermedad y planificar adecuadamente el tipo de cirugía a
realizar (14,15,20).
Existe
un grupo minoritario de pacientes de alto riesgo con tumores diferenciados en los que la mortalidad alcanza cifras de
alrededor del 50% o mas. Son necesarios estudios con un gran número de enfermos
y un seguimiento muy prolongado para evaluar
el comportamiento de estas lesiones y la comparación de las distintas modalidades
terapéuticas en cuanto a las complicaciones, recurrencias y mortalidad (10,12,1620,23,25).
Desde finales de la década de los setenta han surgido varias propuestas de
sistemas de clasificación que consideran factores propios del individuo y del
tumor (8,54-56).
En la serie se usaron el sistema TNM y el GAMES del Hospital Memorial Sloan-Ketterin
Cancer Center.
La tiroidectomía total es requerida en presencia de metástasis
cervicales y a distancia, enfermedad bilateral, extensión extraglandular y en pacientesde alto riesgo. En
aquellos de bajo riesgo, sin metástasis ganglionares o a distancia y un
ecosonograma del lóbulo contralateral sin evidencia de enfermedad puede ser
sometido únicamente a una lobectomía tiroidea. El beneficio de la
extirpación total de la glándula está representado en una menor tasa de
recurrencias locales y el uso terapéutico de yodo radioactivo postoperatorio.
Con tratamiento apropiado, la sobrevida es excelente, sin casi decesos(16,17,20,25).
Estas consideraciones determinaron el elevado número de tiroidectomías totales
en la casuística.
Para alcanzar los objetivos de la cirugía, el cirujano puede tomar decisiones basado en
todos los factores disponibles tanto preoperatorios e intraoperatorios que le
permitan ejecutar el mejor procedimiento oncológico. Aunque los estudios
preoperatorios han mejorado la habilidad del cirujano para determinar
la extensión del tumor primario y la presencia de metástasis linfáticas
regionales, hallazgos durante la intervención operatoria como la presencia de
adenopatías regionales o invasión extratiroidea
implicarían cambios en el plan operatorio inicial. Diversas
publicaciones recomiendan el corte congelado transoperatorio del tejido
extirpado para ratificar el diagnostico,
influir en la toma de decisiones y justificar una conducta mas agresiva (5,6,9,14,16,20,35,36,39,44-48).El valor de los hallazgos y estudios
intraoperatorios en la definición de la conducta quirúrgica se pudo corroborar
en la serie.
La incisión mas apropiada es aquella que brinde la
mejor exposición y conserve en lo posible el aspecto estético. El trazo preferido
corresponde al descrito por Theodor Kocher en 1883, conocido también como en “Collar Bajo” o en “Corbata”. (8,32,37,40,41,49,58)(Figura 1a). Es emplazado a un través de dedo por encima del
manubrio esternal. Usualmente debe ser simétrico, pero puede ser ampliado o modificado de acuerdo al
tamaño y forma de la neoplasia (32).
(Figura
2a).
La evolución histórica del abordaje cutáneo para la
tiroidectomía seguido de disección cervical se remonta a la primera ilustración
del artículo sobre manejo quirúrgico del cáncer de tiroides
publicado en 1940 por Frank Lahey, donde se evidenció su incisión en “J” para
la remoción de la glándula con las adenopatías cercanas (59).
Charles Eckert y L. Byars, la usaron
para la extirpación en bloque de todos los ganglios cervicales en
continuidad con la tiroidectomía (33).
En algunos textos y artículos se le conoce como en “Palo de hockey” por su
similitud con este instrumento deportivo (Figura
1b). En los casos bilaterales se le denomina en “delantal” (Figura 1c). Representan el trazo de elección
en distintos periodos de tiempo hasta el presente. (5,8,12,29,35,58-61).
Numerosos autores nacionales aplicaron la incisión de
Hayes Martin para disecciones cervicales radicales conocida como “doble Y” con
extensión de Kocher y la “H” central para casos bilaterales
durante la década de los cincuenta y sesenta (5,35,43,44,58,61)(Figuras
1d y 1e). Armando Márquez Reveron describió en 1964 un trazo en forma de
“Y” central invertida para los procedimientos en la glándula tiroides que se
acompañaban de linfadenectomía de ambos lados (35) (Figura
1f). Un
año después, Francisco Montbrum reportó el uso del “doble de Garriga” con
extensión de Kocher (36)(Figura
1g).
Las
glándulas paratiroides inferiores poseen la localización más inconstante.
Algunos estudios señalan que hasta un 35% se ubican en la lengüeta superior del
timo y un 2% son mediastinales (62,63). El
nervio recurrente izquierdo posee un trayecto más profundo que el derecho. Las cirugías previas y las
neoplasias tiroideas distorsionan la anatomía. Los tumores alteran el trayecto del nervio recurrente,
acercándolos a la glándula tiroides, confundiéndolos con algunos elementos
vasculares, haciendo más difícil su identificación y preservación (16,21,47,49).Ayala aplicó una técnica minuciosa y logro
identificar todas las estructuras en el 76,8% de los procedimientos (39).Las
glándulas paratiroides devascularizadas deben ser reimplantadas en el músculo esternocleidomastoideo (16,24,39).
Los carcinomas papilares son multicéntricos y
linfótropos, siendo frecuente su extensión ganglionar, sin embargo la
repercusión de este hallazgo en la sobrevida es discutible (10,16).
Aunque hasta el 90% de los especimenes quirúrgicos de disecciones
cervicales muestran metástasis
linfáticas, tan solo el 10% desarrollaran adenopatías clínicas (12,25,31,64,65).
Las
disecciones cervicales laterales han evolucionado en la radicalidad y en las
indicaciones en distintos periodos de tiempo. En la década de los cincuenta y
sesenta, la disección cervical radical seria el principal procedimiento
aplicado a todos los pacientes con neoplasias malignas de la glándula tiroides.
Posteriormente le seguiría la linfadenectomía cervical radical modificada sin
incluir la glándula submaxilar y seria reducida a aquellos con adenopatías
palpables o con corte congelado positivo (4,5,13,24,35,36,39,44-48,58,61,66,67). Oscar Rodríguez
Griman ejecuto la disección mediastinal en
caso de presencia de adenopatías (4).
Actualmente
la disección del compartimiento central y la disección cervical lateral del
tipo selectiva de los niveles ganglionares II al V están recomendadas de manera
terapéutica en la presencia de adenopatías palpables, ecosonograficamente
evidentes o identificadas durante el acto quirúrgico. El nivel ganglionar I y
estructuras como el músculo
esternocleidomastoideo, la vena yugular interna, y el nervio espinal no son incluidos en el procedimiento a menos
que estén comprometidos. En ausencia de adenopatías, la linfadenectomía central
electiva estaría sugerida en individuos
con tumores de alto riesgo o con nódulos laterales presentes. La disección cervical
lateral electiva no esta recomendada (1,2,12,30,31,64,65).
En el consenso nacional 2006 se establecieron las mismas indicaciones (17) (Figura3) La ejecución del procedimiento por la presencia de
ganglios clínica, ecosonografica o quirúrgicamente evidentes estuvieron conformes en el estudio,
sin embargo la difícil situación social y económica modifico las concernientes
a algunos sin nódulos palpables.
Figura 3. Tipos de disecciones cervicales. a) Radical modificada
con preservación de músculo esternocleidomastoideo y nervio espinal mas
disección de compartimiento central por tumor anaplasico. b) Selectiva de los
niveles II al V. c) Selectiva de los niveles II al V con intención de rescate
por recaídas regionales
El porcentaje de complicaciones asociadas a las tiroidectomías
totales se ubica de acuerdo al tipo de complicación. Las hemorragias y
hematomas entre 0,6% a 8,33% (13,21,32,39,41,46,53,68,69), las
infecciones 0,4% a 7,7% (5,21,43,46,47). Las hipocalcemias sean temporales
entre 4% a 40% (4,16,21,24,46,47,68,70) y las
permanentes entre 0,3% a 6,66% (5,16,21,24,32,41,46,48).
Las disfonías temporales 0,3% a 25% (5,16,21,24,32,46,48,68), las permanentes
entre 0,3% a 13,8% (6,16,24,32,43,46,47,68,71)
y las traqueostomías por compromiso de la vía aérea 2% a 4,16% (41,53).
El elevado número de disfonías permanentes se asoció a las neoplasias
voluminosas con antecedentes de trastornos de la vía aérea provenientes de la
consulta de laringología.La nasofibrolaringoscopia representa el estudio ideal para el diagnostico
postoperatorio de lesión del nervio recurrente (15,71)
y corrobora
la necesidad de la participación del otorrinolaringólogo dentro del equipo
multidisciplinario (1,10,15).
Un 5 a
20% de los pacientes con carcinoma papilar desarrollan recurrencias locales o
regionales y hasta un 15% presentaran metástasis a distancia. Aproximadamente
un 12% requerirán procedimientos
adicionales al tratamiento quirúrgico inicial. (1,2,17,20,66,72).El éxito
quirúrgico de la recurrencia dependerá del sitio de aparición y la
clasificación de riesgo inicial. La recurrencia local esta asociada con una
mortalidad alta que se ubica entre 33% a 50%. Las disecciones cervicales de
rescate para recidivas en ganglios regionales poseen un mejor pronóstico (1,2,17,20,66,72,73).
Los tipos
histológicos medular y anaplasico representan neoplasias poco comunes. En los
primeros, la presentación clínica más frecuente son los nódulos tiroideos con o
sin adenopatías cervicales y el tratamiento es quirúrgico tanto de primera
intención como en las recaídas regionales. Las masas cervicales de rápido crecimiento con compromiso de estructuras
cercanas son frecuentes en los tumores anaplasicos. De ser factible, la intervención operatoria seria la
terapéutica indicada, sin embargo es curativa en un reducido número de
pacientes. Los cuidados paliativos poseen el principal rol en su manejo. La
sobrevida es pobre, pocos enfermos sobreviven más de 6 meses (1,2,4,13,15,17,74,75) .
Pacientes con enfermedad local avanzada requieren una cuidadosa
evaluación preoperatoria. La sobrevida de este grupo puede descender hasta un
45%. Las estructuras mas frecuentemente involucradas incluyen los músculos
pretiroideos, los nervios recurrentes, la traquea y el esófago. Requerirán evaluación del compromiso de la vía aérea y
digestiva; para asegurar la primera es necesario el manejo multidisciplinario
entre el equipo quirúrgico y el anestesiólogo. Una opción representa la
traqueostomía con anestesia local. El objetivo terapéutico será la remoción de
la mayor cantidad de enfermedad gruesa (8,15,16,20).
La mortalidad presentada, estuvo relacionada con variedades histológicas
indiferenciadas o por recidiva en enfermedad localmente avanzada.
Conclusión general: El manejo quirúrgico del cáncer
de tiroides engloba una visión multidisciplinaria. La extensión de la cirugía
dependerá de factores propios del tumor y del paciente. Oscila desde
procedimientos con intención curativa como la lobectomía o la tiroidectomía total
con o sin linfadenectomía, las disecciones cervicales de rescate hasta las
traqueostomías, gastrostomías o limpiezas quirúrgicas de manera paliativa. Se
corroboró el valor de los hallazgos y estudios intraoperatorios en la
definición de la conducta quirúrgica.
Agradecimientos:
a la Profesora Mary Cruz Lema de Valls, al personal de la biblioteca del Centro
Medico de Caracas en San Bernandino, del Instituto de Medicina
Experimental de la Universidad Central de Venezuela y a las secretarias Jenny
Alcalá y Elizabeth Cuellar del HUC y HPL2 respectivamente.
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NOTA:Toda la información que se brinda en este artículo es de cará
cter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.