Ildemaro Torres nunca se ha planteado la medicina y la cultura como contrapuestas. Se enorgullece en decir que es un solo hecho de vida y pensamiento, una conducta única.

Podría decir que cuando examino un paciente, uno hace gimnasia mental: camino de un diagnóstico a otro. Todo ese proceso mental es para mi una forma de cultura médica, si de cultura hablamos. Carpentier definía la cultura como la capacidad de correlacionar en la distancia y en el tiempo fenómenos aparentemente tan distintos como un grabado japonés del siglo XIX y un retrato cubista de Picasso. Entonces cuando tengo un paciente percibo que, muchas veces, más que un problema de salud, existe un factor de carácter psicológico que lo afecta como la angustia o las preocupaciones. Entonces, le puedo sugerir un hecho cultural para mejorarse como lo es leer. Me doy cuenta de que inconscientemente practico la medicina del arte.

Tal vez por esa razón Ildemaro Torres exprese con desilusión que si pudiese devolver el tiempo su especialidad médica sería la medicina del arte, porque allí tendría una gran síntesis de lo que le gusta y le interesa, pero como el tiempo es imposible de devolver acepta su condición actual: la obstetricia y la medicina del dolor, área en la cual se da la convergencia entre psicólogos, psiquiatras, oncólogos, neurólogos, entre otros.

¿Cómo logró compaginar su profesión, que sabemos que es ardua, y la cultura, entendida como sus trabajos de escritura y los cargos ejercidos en este sentido?

Esto significa haber tenido la suerte de tener acceso a determinadas cosas, de haber tenido amigos que, de algún modo, me enriquecieron la vida gracias a sus conocimientos y lecturas realizadas. De haber tenido maestros que, a pesar de que pasan los años y uno insiste en la visión retrospectiva, los ve y siguen en pie con lo que dijeron y mostraron. Uno comienza siendo la suma de esas cosas. El hecho de tener afición al dibujo fue desde pequeño. Luego me vinculé a la gente que ha hecho historia en lo que al humor venezolano se refiere. Metido entre ellos y con la convicción de que no iría muy lejos como tal. Tal vez la excusa perfecta para admirar sus trabajos.