En
general las drogas antidiabéticas diferentes de la insulina se usan en el
tratamiento de la diabetes tipo 2 (DT2)
En
la actualidad se estima que en el mundo existen alrededor de unos 380 millones
de personas que sufren de diabetes mellitus (1), el desplazamiento
de la población a las ciudades acompañado del sedentarismo, los cambios
alimentarios, el incremento de la
obesidad, entre otros factores permiten predecir que para el 2035 el número de
diabéticos llegara a 592 millones. La DT2 representa ente el 85 y el 95 % de
los diabéticos y se caracteriza por hiperglicemia debido a resistencia a la
insulina o por una secreción inadecuada de la misma o una combinación de ambos;
es una enfermedad compleja en la cual se involucran múltiples factores
genéticos y ambientales. Entre los factores más importantes a considerar están:
la historia familiar, el incremento del índice de masa corporal, la
hipertensión arterial, la inactividad física, los malos hábitos alimentarios y
la edad avanzada (2). La DT2 a la larga condiciona complicaciones
que ponen en peligro la vida del paciente, tales como: enfermedades
cardiovasculares, retinopatía, nefropatía, neuropatía, etc. (3). La
aparición de tales complicaciones puede ser prevenida o retardada por cambios
en el estilo de vida (alimentarios y sedentarismo) y por el uso de compuestos
anti-hiperglicemiantes y/o hipoglicemiantes.
Las
drogas antidiabéticas diferentes de la insulina pueden ser clasificadas de
acuerdo a su mecanismo de acción en: sensibilizadores como las biguanidas y las
tiazolidinedionas o glitazonas; los secretagogos como las sulfonilureas y las
meglitinidas; los inhibidores de la α-glucosidasa; los péptidos como las
incretinas y sus análogos, y la amilina, los inhibidores de la dipeptidil peptidasa 4
(DPP-4) y los glucosúricos entre otros.