A partir de 1994 después de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD) realizada en El Cairo en 1994, se inicia un nuevo enfoque en salud, con la acuñación del término salud sexual y reproductiva (SSR) y los primeros lineamientos para lograr la equidad de género y la prevención de la violencia contra la mujer (1). La salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social, y no la mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el aparato reproductor y sus funciones y procesos. Esto implica que las personas puedan tener una vida sexual segura y satisfactoria, y que tengan la capacidad de reproducirse y la libertad de decidir si quieren hacerlo, cuándo y con qué frecuencia. Esto da paso a los derechos sexuales y derechos reproductivos (DSR), los cuales forman parte importante de los derechos humanos y en el concepto de muchos expertos, “son los más humanos de todos los derechos” (1) Los derechos sexuales y reproductivos incluyen la libertad, la autonomía, la privacidad y la integridad de todas las personas para tomar decisiones libres e informadas sobre sexualidad y su reproducción, sin discriminación, coerción ni violencia.