Junio-Agosto 1999 1
ISSN 1317-987X
 
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Artículos
 



Medicina tropical
Malaria en América

Antecedentes

Se ha especulado sobre el origen de la malaria en América. Algunos autores postulan que Plasmodium vivax, fue introducida por poblaciones asiáticas cuando migraron hacia América en la época precolombina por el estrecho de Behring (Knell A.. 1999). Otros, han descartado esta hipótesis sobre la base que de haberse establecido P. vivax en tierras bajas de centroamérica, probablemente no hubiera permitido el florecimiento de algunas culturas indígenas como la Maya (Gabaldón A. 1972). En el caso de Plasmodium falciparum, existe consenso en la introducción de esta especie, a través del tráfico de esclavos desde el Africa ecuatorial occidental a partir del siglo XVI (Knell A.. 1999). En relación a P. malariae, existe la controversia si esta especie corresponde a P. brasilianum, una especie de malaria de primates americanos y por lo tanto ésta, podría ser la única especie autóctona, de no haber sido introducida como ocurrió con P. falciparum. La aplicación de las modernas técnicas de biología molecular, permitirán dilucidar la mayoria de estas incógnitas, particularmente el origen y dispersión de las distintas especies de plasmodios.

 
A partir del siglo XVI, la malaria se extendió desde los estados sureños de los Estados Unidos hasta el norte de Argentina, incluidas algunas islas del Caribe (Fig. 1A).

Las distintas especies de plasmodios en América, no sólo han tenido un origen distinto, sino que encontraron un gran espectro de especies de anofelinos susceptibles desde los Estados Unidos de Norteamérica hasta el norte de Argentina, conjuntamente con el hecho de afectar al continente más heterógeneo desde el punto de vista genético, al estar conformado por amerindios (indoasiáticos), caucásicos-mediterraneos y población negro-africana. Este proceso es completamente diferente al del continente africano, donde la larga coevolución de los parásitos maláricos con una población etnicamente mas homogénea, permitió la inducción y expresión de fenotipos condicionantes de la resistencia a la infección por estos hemoparásitos (hemoglobinopatias tales como la presencia de hemoglobina S, enzimopatías como la deficiencia de la glucosa-6-fosfato deshidrogenasa, ausencia del grupo Duffy, mutaciones como la de la banda 3 que ocasiona ovalocitosis). En otras palabras, los parásitos maláricos actuaron como una fuerza selectiva, la cual si bien indujo la aparición de genes perjudiciales, éstos, le han dado ventaja selectiva a las poblaciones de origen africano. (Miller, L. 1994). La ausencia del grupo Duffy, receptor eritrocítico de los merozoitos de P. vivax ha limitado la dispersión de esta especie en Africa, al contrario de lo ocurrido en el continente americano.

Probablemente, el incremento de la densidad poblacional en áreas por debajo de 1000 mts en América, condicionó la progresiva aparición de epidemias, siendo la más severa la causada por la introducción del principal vector africano, Anopheles gambiae en Brasil en 1939, cuando se registraron mas de 100.000 casos y al menos 14.000 muertos en un período de sólo ocho meses ( Russell P. et al 1963).
 
En el control de la malaria los logros mas resaltantes fueron, en primer lugar el descubrimiento en el siglo XVII del efecto antimalárico de la corteza de la quina (Cinchona succirubra) utilizada por los indígenas peruanos como antipirético. (Knell A. 1991; Zerpa N. 1993). En segundo lugar, los éxitos obtenidos por Gorgas en Cuba y Panamá a comienzos de este siglo, con obras de ingenieria sanitaria y el uso de larvicidas como Verde de Paris y aceite de petróleo, estableciendo las bases del control de la malaria mediante el saneamiento ambiental. (Russell, et al). Y en tercer lugar, la aplicación y demostración del concepto de interceptación de los anofelinos, al aparecer el DDT, primer insecticida de acción residual. (Chagas C. 1906) .
 

Con estas herramientas, se inicia la estructuración de los primeros programas de control de malaria en el continente a comienzos de siglo, pero con mayor énfasis a partir de las décadas de los años 30 a los 50. La eficacia de estos programas, permitió una notable disminución de las tasas de morbilidad y mortalidad en toda América. Desapareció la transmisión en los Estados Unidos, en algunas islas del Caribe, el norte de Argentina y algunas áreas de los países centro y suramericanos, de los cuales la más importante correspondió a Venezuela, donde se logró erradicarla de un tercio del territorio (Fig.1b). De hecho fue el primer país del trópico en decretar un área de malaria erradicada y certificada por la OPS. (Gabaldón A. 1949 y Gabaldon and Berti. A., 1954).



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Referencias

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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