José León Tapia. La ciencia descansa en su palabra
Itinerario médico
La primaria la estudió en Barinas y el bachillerato en La Salle de Barquisimeto.
En la Universidad Central de Venezuela pudo desarrollar su ímpetu hacia
la medicina: “Mis profesores de aquel tiempo fueron,
en pregrado, el Dr. José Izquierdo y el Dr. Francisco Monbrún,
ambos en anatomía; y el Dr. García Arocha en fisiología.
En la clínica, en los últimos años de medicina tuve como
maestros a los cirujanos Miguel Pérez Carreño, Pedro Blanco Gasperi,
Fernando Rubén Coronil y Augusto Díez”. Al graduarse,
emprendió raudo regreso a Barinas como médico rural de Torunos
y San Silvestre, “pueblos distantes de la capital,
que estaban en las condiciones más precarias”.
Tapia continuó el ejercicio profesional “donde
nació toda mi familia”. Se desempeñó como
médico interno y residente del viejo Hospital Razetti de Barinas hasta
que lo atajó la duda: “Llegó un momento
en el que noté que en Barinas no existían especialistas en ninguna
área para ejercer la medicina moderna”. El progreso empezó
por él: “Concursé para el primer curso
de postgrado de tres años y seis meses efectuado en el Hospital Vargas,
Universitario y Oncológico Razetti”. De nuevo en Caracas...
menuda aberración para tamaño barinés. Quedarse no era
una alternativa: “Mi compromiso personal y ético
era regresar a trabajar por una medicina moderna”. Así fue.
En compañía de José Ignacio Baldó, jefe de servicios
médicos de sanidad y creador de cursos de postgrado, Tapia seleccionó
a un grupo de diez médicos: “Jóvenes
barineses para que se especializaran en los modernas disciplinas que carecían.
Al regresar, ellos establecieron un equipo multidisciplinario con la suerte
de poder publicar diferentes trabajos científicos sobre las enfermedades,
acompañados por el patólogo alemán Eberhart Sauerteik”.
Le tocó practicar por primera vez en la zona y publicar sus trabajos
de la cirugía mayor: “Eso me dio posición
de pionero y durante treinta años fui jefe del departamento de cirugía
del Luis Razetti de Barinas; formando, con todo el equipo, un distinguido grupo
de profesionales con alto sentido de trascendencia, con profesionalismo y moralidad”.
Vio la moderna transformación del edificio Luis Razetti, con una sola
diferencia: “Se introdujo un factor desconocido en
la actividad científica, la política”.
Explica Tapia cómo durante el primer gobierno de Carlos Andrés
Pérez se trató de imponer un personal sin credenciales, rompiendo
la seriedad del proceso: “Ante nuestra resistencia,
fui jubilado y desde entonces ejerzo la medicina privada con los mismos pacientes
o sus descendientes de hace treinta años, y que ahora, con muy escasos
recursos, pueden ser atendidos sin que jamás se niegue a nadie la atención,
sea pagante o insolvente”.
En paralelo, se ha dedicado a trabajar en el Internado Judicial de Barinas:
“Me he mantenido allí sin pedir jubilación
porque ver tanta miseria, depravación, injusticias, especulación
e inocentes condenados... me da fuerzas e incluso rabia que me permite tratar
de ayudarlos hasta donde pueda. Es un verdadero calvario que llevo con cierto
estoicismo para mi sensibilidad social. Es horrible".
"No
hay medicinas, se agotaron las placas de rayos X, no hay reactivos de laboratorio,
se terminó el presupuesto, emergencia del Colegio Médico, viaje
de los Directivos de Sanidad, paros médicos y de nuevo a trabajar, al
resolverse parcialmente el problema, en ese continuo hacer y deshacer en que
se prolonga la asistencia pública en este país".
JLT, Cuando se alarga la esperanza |