José Francisco Torrealba
Un científico muy humanista
Fecha de recepción: 20/10/2005
Fecha de aceptación:
20/10/2005
Introducción
A finales del siglo XX bajo la custodia del mandatario del Partido Liberal Amarillo, Joaquín Crespo, Venezuela se encontraba en una situación precaria, pues la Guerra Federal y las luchas por conseguir la Independencia dejaron al país en ruinas. Sífilis, tuberculosis, brucelosis, quilostomiasis, mal de Pinto, buba, lepra, micosis, gastroenteritis, fiebre amarilla selvática, peste bubónica, rabia, paludismo, mal de chagas, eran sólo algunas de las epidemias que azotaban la población para esa época.
Para el año 1896 en el Estado Guárico, específicamente, en el municipio Santa María de Ipire perteneciente al Distrito Zaraza, cerca del Río Suate a 30 kilómetros al sudoeste de la población se encontraba el hato ?San Roque?, entre cuyas paredes modestas la Familia Torrealba González pasaba temporadas. Una familia de campesinos humildes sostenida por Ana María González Sánchez, mujer trabajadora y emprendedora nacida en Santa María de Ipire, y Rafael Tereso Torrealba Tovar, hombre tan apasionado a la política liberal, al punto que luchó en la guerra de Machismo y en la Libertadora, como a su tierra natal de Chaguaramas, su labor era cuidar hatos ajenos.
De ese matrimonio contraído en 1884 nacieron nueve hijos: José Rafael, Ana Teresa, José Nicolás, Ana Isabel, José Ramón, José Tereso, José Francisco, José Wiltremundo y Ana Benigna. José Francisco Torrealba González nació el 16 de junio de 1896, en el hato ?San Roque?, lugar donde don Tereso mantenía un negocio pecuario en sociedad con un italiano llamado José Caballero. José Nicolás y José Ramón murieron pequeños.
La estadía entre el hato ?San Roque? y Santa María de Ipire era interrumpida para visitar a los padres de Don Tereso en Chaguaramas, José Nicolás Álvarez Guevara y Lira y Benigna Torrealba, quienes tuvieron sus hijos sin casarse.
José Francisco Torrealba era un niño callado, observador, sencillo y excéntrico. En sus primeros años, aprendió a conocer la vida de los animales que le rodeaban. De allí, brotó la curiosidad por conocer a profundidad el mundo en el que vivía, de la misma manera que observó cercanamente el sufrimiento y la muerte que padecía la población por insalubridad y abandono.
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