Edmundo Vallecalle Suegart: El maestro
Vallecalle, esposo y padre
Tuve
la dicha de conocer a Vallecalle no sólo como profesor, sino en el seno
de su familia, y compartir con ella. Vallecalle contrae matrimonio en Francia
con Marie Aimee Angeletti Chiarelli, mujer extremadamente delicada y cariñosa,
que lo acompañó hasta su muerte, brindándole su apoyó
en forma incondicional en todas sus actividades. Nacida en Caracas, también
de padre francés y madre venezolana de origen italiano, falleció
en Caracas el año 2004. Todavía en Francia, nace su primera hija,
Monique, psicóloga y profesora de la Facultad de Medicina de la UCV,
luego ya en Venezuela tienen otras dos hijas, Marie Helene, médico, actualmente
en Estados Unidos, y Marianne, la menor y siempre consentida de Vallecalle.
Amante esposo y padre cariñoso, profesó siempre una devoción
muy especial por su familia.
Vallecalle
y sus aspectos menos conocidos
Vallecalle
sorprendía con su buen humor y sus bromas a los que no lo conocían
de cerca, porque aquel personaje con aspecto de francés, de profundos
ojos azules, de ceño fruncido, muy serio y siempre formalmente vestido,
era capaz de una broma al mejor estilo criollo. Quiero aquí hacer referencia
a una anécdota que pone de manifiesto ese humor, una mañana estábamos
en la entrada de la Escuela Vargas y vemos pasar “unas niñas”
(como él decía), que venían de la Quebrada de Carabaño,
ubicada detrás de la Escuela Vargas, y el me dice “Doctora, definitivamente
yo estoy convencido de que en este país los subdesarrollados son los
hombres, porque las mujeres no lo están”.
Resultado
de su carga genética y su educación francesa, Vallecalle era amante
de la buena mesa. En muchas ocasiones, al terminar los experimentos en el laboratorio,
el grupo de investigadores finalizaba la velada en un buen restaurant.
Además
de su pasión por la ciencia, Vallecalle amaba la naturaleza, disfrutaba
extraordinariamente de largas conversaciones con Mata De Gregorio en la casa
de éste en El Junquito. Subir al Avila y sobre todo ir a la playa constituían
parte de sus placeres. Organizaba con Mario Altamirano y los demás integrantes
de la Cátedra paseos a la playa, en especial a la Bahía de Cata,
estado Aragua. Este compartir en otros espacios y con nuestras respectivas familias
nos hizo ser no sólo compañeros de trabajo sino amigos y más
que amigos, una familia.
Vallecalle,
a pesar de su sabiduría, era un hombre humilde, lo que lo llevó
a rechazar cualquier tipo de distinción para la cual fue propuesto a
lo largo de su carrera, hasta las más sencillas como la de ser padrino
de promoción, a pesar de las múltiples peticiones. Tenía
un elevado nivel de conciencia social, anteponiendo siempre, el bienestar colectivo
a los intereses individuales, y manifestaba un absoluto desprendimiento de lo
material que lo hacía rechazar las cosas superfluas e innecesarias.
A los 61
años la muerte lo sorprende, y en Caracas el 20 de junio de 1984, Vallecalle
desaparece físicamente pero su huella perdurará por siempre.
Después
de su muerte, a solicitud de la Cátedra de Fisiología y para rendirle
homenaje, el Departamento de Ciencias Fisiológicas, crea el premio Dr.
Edmundo Vallecalle para ser otorgado a los estudiantes que aprueben las asignaturas
Bioquímica, Fisiología, Fisiopatología y Farmacología
con puntuación entre 18 y 20 puntos. Además, se entrega la mención
Ciencias Fisiológicas para aquel estudiante con el más alto promedio
de todas las asignaturas arriba mencionadas. Este premio fue aprobado por el
Consejo de la Escuela en su sesión 615 de fecha 9-2-95 y por el Consejo
de la Facultad de Medicina en su sesión 9/95 de fecha 14-3-95 y se entrega
por primera vez, durante la conferencia “Edmundo Vallecalle”, en
las III Jornadas Científicas de la Escuela de Medicina “José
María Vargas”, otorgándosele en esa oportunidad, a todos
los estudiantes de régimen anual, que de haber existido el premio anteriormente
se hubieran hecho acreedores del mismo24. En el año 2004, el Consejo
de la Facultad de Medicina aprueba el Premio Bienal Dr. Edmundo Vallecalle a
la Trayectoria Académica Universitaria para ser otorgado a los profesores.
Su primera entrega se hizo el 28 de enero de 2005, siendo obtenido por la Dra.
Claudia Blandenier de Suárez, del Instituto Anatomo-Patológico.
Como ideal
del profesor universitario, como ciudadano ejemplar que mereció el respeto
y admiración de todos, se hace necesario hacerlo conocer a las nuevas
generaciones. |