La adolescencia se caracteriza por ser una etapa de contradicciones en numerosos aspectos que se reflejan en la conducta del individuo lo que también tiene repercusión sobre los hábitos alimentarios que pueden llevarlos adoptar conductas inadecuadas en relación a la alimentación, pudiendo desarrollar algún tipo de desorden alimentario que conducen a estados de malnutrición⁽²⁹⁾. La población estudiantil que ingresa a la universidad presenta características sociodemográficas que permiten suponer la presencia de factores de riesgo para sufrir TCA; entre ellos la edad, situaciones de estrés, depresión, ansiedad y estrato socioeconómico frecuentes en este periodo de la vida que pudieran explicar la prevalencia de estos trastornos, al punto de no encontrar en esta muestra, un grupo libre de riesgo para TCA.

En este estudio se observo que 8,33% de los evaluados mostraron déficit nutricional los cuales presentaban riesgo moderado para TCA; posiblemente estos estudiantes tenían conductas alimentarias que favorecerían este déficit nutricional, como también pudiera estar presentes en el 3,57% de estudiantes con sobrepeso/obesidad, que resultaron con riesgo alto para TCA. La frecuencia porcentual de riesgo alto para la AN fue de 2,38% y la de BN 5,95, cifra superior al sumar ambos trastornos cuando se compara a otros reportes como los de Aguinaga et al⁽¹⁾, Pritts y Susman,⁽²⁾, Sigman⁽³⁾ y Quintero et al⁽³⁰⁾ con un máximo de 6,3% para todos los TCA.

En este estudio el rango de edad del grupo fue similar a otros estudios publicados^(12,15). La mayor parte de las investigaciones de conducta alimentaria se realiza en adolescentes ya que es uno de los grupos de riesgo y donde la aparición de los trastornos alimentarios ocurren con mayor frecuencia, por ser la adolescencia una etapa critica desde el punto de vista biológico y psicológico⁽³¹⁾.

En relación al género y riesgo para trastornos de alimentación, investigaciones previas reportan que la mujer es más susceptible a los TCA^{(20,24,32,33)} relacionada con el ideal de belleza divulgado por los medios de comunicación. Por su parte en el estudio de Ríos, et al⁽³⁴⁾, se encontraron diferencias significativas en cuanto al género, reportando un 18% de conductas características de anorexia y bulimia nerviosa en las niñas y 4 % en los varones. Sin embargo, Campos et al⁽³³⁾ señalan que los síntomas relacionados TCA han aumentado en varones durante los últimos años. Cabe señalar que el temor a subir de peso y ser obeso fueron características que alcanzaron la mayor frecuencia en esta investigación las cuales son razones que motivan conductas alimentarias de riesgo para TCA, Los problemas con el comportamiento alimentario de las mujeres está más relacionados con el propósito de perder peso mientras que en los varones con volverse más musculosos. En este estudio la frecuencia de riesgo alto para BN fue mayor en el género masculino y para ambos trastornos fue atribuido a estos cambios de actitud en el hombre actual.

Aun cuando en este estudio no hubo asociación entre estratos socioeconómicos y TCA, los estudiantes que presentaron riesgo alto para TCA pertenecían al estrato II y III, que era lo esperado en el nivel socioeconómico, para la muestra en estudio según datos de la investigación de Cardozo et al ⁽³⁵⁾ en el año 2008. Estudios previos como el de Fandiño et al⁽²⁰⁾, reportan que los TCA ocurren predominantemente en clase media alta en el sexo femenino ya que a este nivel es donde se presenta mayor presión social hacia el ideal estético femenino deseado tendiente a la delgadez. Síntomas característicos de los trastornos de la conducta alimentaria, están altamente asociados a factores socioculturales promovidos por la “cultura de la delgadez” en la que se sobrevalora la esbeltez ya que esta es signo de belleza, poder y éxito tanto profesional como social, señala Saucedo et al⁽³⁶⁾

Se concluye que el grupo estudiantil universitario evaluado presento riesgo alto y moderado para TCA, posiblemente asociados a la presencia de factores socioculturales entre otros, por lo cual se recomienda la implementación de programas de ayuda para prevenir la presencia de estas patologías en los estudiantes de Medicina, y que se siga esta línea de investigación con muestras más representativas, y en otras carreras.