Junio-Agosto 1999 1
ISSN 1317-987X
 
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Personajes
 




Dr. Arnoldo Gabaldón

Su obra. Un hombre a la medida del combate

Sus primeros viajes (Alemania, Italia, Estados Unidos)

Arnoldo GabaldónGracias a toda la educación recibida por los mejores profesores particulares en Trujillo, Arnoldo Gabaldón no se le hizo difícil acostumbrarse a la vida universitaria que iba a llevar desde ese momento. Sabía inglés, alemán y francés, lo cual le permitía mantenerse al día en las materias que más le interesaban.

Gabaldón tuvo la suerte de encontrarse en la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela a verdaderos maestros. Entre ellos se destaca Luis Razetti, de quien decía el Doctor Gabaldón que era más importante, por su repercusión espiritual, lo que se obtenía de sus conversaciones en el patio central del Hospital Vargas, o en la puerta de su sala, la 16, que lo que se aprendía en la misma aula de clases.

A la vez que estudiaba, el joven Gabaldón trabajó con el doctor Enrique Tejera en el Laboratorio de Bacteriología y Parasitología de la Dirección General de Sanidad, que luego sería el Instituto Nacional de Higiene. Allí realizó exámenes de unas dos mil muestras de heces y halló algunos protozoos que no eran conocidos en Venezuela.

Gabaldón viajandoCuando ya era un hombre lo suficientemente independiente, sintió la urgencia de servir a Venezuela. En 1931 se fue a Hamburgo y allí, en el Instituto de Medicina Tropical, hizo el curso de Malariología para enfermedades navales y tropicales, y luego de obtener el certificado correspondiente pasa a Roma a estudiar los trabajos antipalúdicos de la estación experimental de la lucha antimalárica.

Gabaldón asistió a los cursos a los cuatro días de llegado a Alemania y sin haber recibido más nociones de alemán que las aprendidas en Venezuela. Las notas de aquel curso fueron publicadas en el volumen 39, de 1932, de la Gaceta Médica de Caracas.

Grupo de médicosCuando llegó a Caracas en 1932, encontró que el doctor Tejera ya no estaba en el laboratorio. Se había ido por un disgusto con el Ministro. Los planes de Gabaldón se derrumbaron a la par que se agudizaba la situación económica. Entonces el doctor Francisco José Parra, antiguo director del Colegio Federal de Varones de Trujillo, que para esa fecha estaba encargado de la Presidencia del Estado Apure, y que necesitaba un médico de confianza para aquella región, lo hace nombrar médico de Sanidad.

Gabaldón se trasladó a San Fernando de Apure. De inmediato se dedicó a hacer estudios sobre la malaria en la región con el método más usado entonces, el examen de los niños de la escuela. Contó con la valiosa colaboración de Estelia Campos, Jefe de Enfermeras del Hospital Acosta Ortíz. Encontró, para ese entonces, que no había mucho paludismo en la ciudad; pero si grandes criaderos de mosquitos.

Hizo planes para aplicar los métodos que había visto usar en Italia con tanto éxito. Pero en Italia las lluvias caían durante el invierno, cuando debido a la baja temperatura, no se criaban mosquitos. Cuando llegó el verano no llovía y toda el agua se concentraba por lo que se le podía aplicar insecticidas. En esa época el más usado era el verde de París. El nuevo médico de Sanidad llegó a San Fernando en la estación seca, precisamente el sábado de carnaval. Encuentra que toda el agua estaba recolectada formando pozos, pero cuando llegaron las lluvias y todo se inundó, Gabaldón se dio cuenta con angustia de que lo que había aprendido no se podía aplicar.

Sobre el contraste entre los estudios en el extranjero y la realidad del país, reflexionó que uno va al extranjero a aprender cosas, pero tiene que venir y observar cuidadosamente la realidad del país para determinar qué de lo aprendido es aplicable y qué no se puede aplicar.

Gabaldón y compañíaDeseoso de seguirse capacitando aún más en la malaria, dejó la aislada San Fernando y se marchó en 1933 a los Estados Unidos, donde hizo estudios en la Universidad de Johns Hopkins, gracias a una beca otorgada por la Fundación Rockefeller, a petición del Ministerio de Salubridad y de Agricultura y Cría..

El grado obtenido de Doctor en Ciencias de Higiene, con la Protozoología como materia principal, le permitía trabajar en aquel país ya fuera en los departamentos de sanidad de cualquier estado o como docente en una universidad, sin tener que pasar por la reválida del grado de Médico, cosa que era muy difícil para un extranjero. De allí pasó al Instituto Rockefeller de Nueva York, donde estaban haciendo estudios de malaria en monos.

En 1935, Gabaldón recibió la sorprendente noticia de que el Dictador Juan Vicente Gómez, Presidente de Venezuela para ese entonces, había muerto. Le parecía increíble la noticia, pues el dictador que le parecía eterno, llevaba la misma edad del científico gobernando al país.

 

 

Gabaldón y López Contreras

Cuando el General López Contreras asumió el poder, le propuso al doctor Enrique Tejera el rectorado de la Universidad Central de Venezuela. Tejera no aceptó, pero aprovechó la entrevista para sugerirle al nuevo presidente que se incorporara a las tareas de rescate del país a los hombres que se habían preparado a conciencia en el extranjero, entre los cuales se encontraban Leopoldo García Maldonado, Pastor Oropeza, José Ignacio Baldó, Martín Vega, Arnoldo Gabaldón y otros nombres distinguidos entonces y luego eminentes en la medicina venezolana.

El General ordenó a su secretario, que por cierto era el doctor Francisco Parra, enviar un telegrama a Gabaldón invitándolo cordialmente a formar parte del equipo de médicos al servicio del estado.

 

 

El regreso definitivo a Venezuela

Gabaldón y José Francisco TorrealbaGalbaldón regresó al país y encontró que había muerto el Ministro de Sanidad y Asistencia Social, el doctor Elías Rodríguez, y que había sido nombrado en el cargo su antiguo jefe en el laboratorio, el doctor Enrique Tejera. Este lo puso a trabajar bajo las órdenes del doctor Elías Benarroch en Puerto Cabello, zona de mucha malaria donde Gabaldón realizó labores que le sirvieron para hacerse la mano en problemas concretos de Venezuela.

Por esos años, Venezuela exhibía un área malárica de 600.000 Km2 de superficie sobre 914.000 Km2 de extensión territorial. Tenía el país apenas 3 millones de habitantes, un millón de los cuales se enfermaba anualmente de malaria. De acuerdo a las estadísticas publicadas, se podía decir que cada dos horas moría un venezolano de paludismo.

El científico de 27 años que decía estar verde, porque no tenía la experiencia del trabajo de campo, contó en cambio con un vasto bagaje de conocimientos actualísimos, que le sirvieron como instrumento para analizar la realidad malárica nacional y para crear toda una estrategia de ataque al flagelo, mediante una acción coordinada desde todos los frentes.

El inicio de la lucha contra la malaria

Grupo de trabajoEl Presidente de la República, López Contreras, pensó que en Venezuela había crisis de hombres. Gabaldón está de acuerdo y piensa en crisis de cooperación, de trabajo de equipo, de dación venezolana. Hubo pocas individualidades descollantes, pero mucha de ellas encasilladas en la soberbia, o neutralizadas por el pesimismo. Había una carencia nacional de técnicas que se revelaba desde la manera de escribir una carta y un informe, hasta la falta de método para obtener conclusiones de una investigación. Hubo crisis de paciencia y de tenacidad. Y todo en gran parte es resultado de ese largo aislamiento a que estuvo sometida Venezuela durante una dictadura que, según Gabaldón, fue concebida como una hacienda personal y, como se hace con los cotos privados, la cercó para aislarla de los intrusos, que en este caso eran la técnica, la ciencia, la cultura: el siglo XX, la contemporaneidad.

Para solucionar esas carencias, gabaldón no procedió como un iluminado, sino como un ejecutivo meticuloso y realista. Concibió toda la maquinaria y se dedicó a forjarla desde el más modesto perno hasta la más poderosa biela: desde el obrero hasta el directivo. Se ocupó de todos, de las secretarias, los administradores, los técnicos de laboratorios, los expertos. Hace hacer un manual de las secretarias y un manual para inspectores de malariología que es todo un compendio de ciencias al alcance de la mano, de normas de conducta, de métodos fáciles para cumplir una tarea, de conciencia cívica y pasión venezolana. Creó cursos de correspondencia y puso en circulación un boletín mensual, tijeretazos sobre malaria, que fue editado en un multígrafo de manila y en el cual incluye manuales de procedimientos, capacitación técnica de personal, todo lo relacionado con planes de acción, con despliegue de actividades, con evaluación de trabajos realizados. Porque Gabaldón siempre trató de enseñar que "lo que importa no es la cantidad de trabajo, sino la evaluación de los resultados".

Conferencia
Los inicios de esa gran empresa sanitaria comenzaron en un cuartico de una casa de la esquina de Piñango, donde estaba Sanidad. La señorita Josefina Barnola, hermana del padre barnola, eterno acompañante de Gabaldón, lo acompañó en esos primeros días. Ella hizo a maquina su solicitud de nombramiento y las de los doctores Arturo Luis Berti, y Salvador José Carrillo, dos ingenieros que se estaban graduando, pero que por ser de Trujillo, fueron seleccionados por Gabaldón, quienes a su vez, seleccionaron a diez ingenieros más. Entraron también, entre otros, el doctor Felix Pifano, el doctor Tarcisio Anzola y el doctor Manuel Vicente Méndez Gimón. Y empezaron a organizar aquello. "A mi me entregaron esa dirección con gran autonomía, porque la verdad es que el país estaba acogotado por la malaria y me dieron esa dirección como quien dice: ahí está su cosa. De modo que si fracasaba, el fracaso era mío y del grupo", comentaba Gabaldón.

En los estudios sobre malaria realizados en varias partes del mundo, y desconocidos en Venezuela, se había establecido la existencia de unos ciclos, de 5 años, en que la expansión de la enfermedad llegaba a un pico y luego comenzaba a decrecer espontáneamente para luego reiniciar la subida.

Gabaldón deseaba comprobar si en Venezuela sucedía lo mismo que en otras partes. Se puso a estudiar con su grupo las cifras de mortalidad por malaria y por todas las causas desde que estaban publicadas, desde el año 1910, por estado. Entonces constató que en Venezuela también ocurría que los años de alza de la malaria eran los que terminaban en cinco o seis; y en cero o en uno.

Visitadoras médicasCuando la malaria estaba en su punto máximo, alrededor de 800 mil casos por año, Gabaldón decidió aplicar un programa de distribución de quinina que en Italia se efectuaba con éxito bajo el nombre de Quinina del Estado y mediante el cual la población recibía el medicamento a precio de costo. El científico distó mucho de ser dispendioso con los recursos del estado, pero la situación era tal que, por considerar que la población era escasa y los recursos suficientes, establece la distribución gratuita de quinina mediante un plan perfectamente coordinado. "Vamos a inundar este país de quinina", se decía Gabaldón. Y fue la primera campaña contra una enfermedad en escala nacional. En ellas participaron miles de voluntarios en calidad de repartidores benévolos y visitadores domiciliarias, que llamaban quininizadoras, funcionarias que distribuían semanalmente la quinina en las poblaciones seleccionadas. Allí trabajaban repartiendo la droga a los febricitantes y tomándoles láminas de sangre para ulterior examen microscópico e interpretación de la epidemiología de la enfermedad. Por su parte, los inspectores se encargaban de recoger larvas y adultos de anofelinos para completar el estudio.

Gababldón era el hombre adecuado para emprender esa lucha. Recorrió todos los rincones de Venezuela para establecer los alcances del desafío y de regreso a su biblioteca se metía en los libros en busca de respuesta. Años después, recordaría en una de sus publicaciones más importantes como "Política Sanitaria".

La extensión del territorio de un país tiene valor al servir para crear riqueza cuando es atendida por la mano del hombre. Dos terceras partes del territorio nacional se encontraban en uno u otro grado bajo el yugo de la malaria. Los venezolanos estaban prácticamente restringidos a una tercera parte del territorio nacional, a pesar de que allí anfractuosidad del terreno hacía las comunicaciones más difíciles y de que no eran los de esa parte los mejores suelos para el cultivo. Nadie se aventuraba a irse de Caracas a Ortiz en Guárico, a Ospino en Portuguesa, o a Monay en Trujillo, para citar tres lugares tristemente célebres, pues sabían que lo que allí podría invertirse sería tarde o temprano perdido.

La malaria era una dolencia que en la forma aguda reducía al individuo a la cama. Una zona en donde el 25 o 50 por ciento de sus casas tenían una o más personas en cama dominada por la fiebre, era un área en donde poco se podía mejorar económicamente. Pero eso no era todo, pues la persona convaleciente era débil, indiferente, descuidada, con la voluntad rota, ajena a cualquier ambición.

Zona MaláricaMuchas eran las anécdotas que comentaban los médicos que visitaban las zonas maláricas del país: "Tristeza grande era palpar el conuco abandonado después de haber producido útil cosecha, por carencia de fuerzas para recogerla. Gran tragedia fue el hallazgo de un niño atado a la pata de una mesa como única seguridad que tenía su madre cuando perdía el conocimiento por la fiebre, de que no iba el chico de 2 años a caer en la acequia vecina. Horroroso fue el cuadro que encontró un médico al ver que un bebé tratando de mamar el pecho de su madre muerta. Antro de pavor fue el rancho en donde un hombre putrefacto yacía sobre el suelo 48 horas después de muerto porque nadie en la aldea había tenido fuerzas para enterrarlo, pues todos estaban echados gimiendo bajo la fiebre devoradora".

El número de nacimientos en la zona malárica era bajo. Es posible que durante el incremento anual de la enfermedad por sentirse la población tan débil, haya habido una reducción del número de concepciones. Pero también eran los abortos más frecuentes, pues el feto moría antes de nacer. En todo caso, el año siguiente a una epidemia, se veía descender aún más la natalidad, descenso que era lo suficientemente fuerte para afectar las cifras de todo un estado, como fue el caso de Carabobo en 1941 y 1942.

Visita ruralLa situación era desesperante. El combate contra la malaria se efectuaba entonces mediante la destrucción de larvas, de manera que no pudieran reproducirse los anofelinos que transmitían los parásitos maláricos. Pero esos procedimientos no se podían aplicar en todo el territorio señalado como malárico, sino alrededor de la poblaciones de mayor importancia por ser muy costosos y absolutamente imposibles de llevar a las zona rurales donde la malaria apretaba el puño implacable sobre la vida de los habitantes. En algunas zonas se pudo aplicar drenajes, en otras y como medidas de emergencia, los larvicidas.

Gabaldón continuó siendo presionado por la opinión pública y hasta por la misma gente del mismo Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, en solicitud de un ataque frontal contra la malaria. No era fácil comprender que mientras la enfermedad hacía estragos en el país, un grupo de científicos estuviese cazando larvas y mosquitos y estudiando muestras de sangre.

Pero con esos estudios entomológicos y epidemiológicos lo que se perseguía era encontrar a los verdaderos culpables de la transmisión de la enfermedad. No se conocía parasitológicamente la distribución estacional de la malaria.

Las actividades del servicio de Visitadoras Urbanas permitieron establecer la periodicidad estacional de la malaria en Venezuela. La distribución estacional se refiere a las condiciones climáticas en que se produce la transmisión. Cuando los datos recogidos fueron analizados no se correspondían con las diferentes zonas climáticas de la malaria ya establecidas.

Gabaldón propuso una nueva zona climática: la zona paraecuatorial, que luego se demuestra común a varios países de la América Tropical. Los estudios de la mortalidad por malaria en Venezuela demostraron la existencia de la periodicidad paraquinquenal, debida a que el Anopheles darlingi aumenta la extensión de la zona invadida y la densidad de población.

Erradicación maláricaLa interpretación de los índices esplénicos puso de manifiesto la necesidad de otro término para comprender mejor la epidemiología de la enfermedad: constitución de la malaria, originalmente llamada por Gabaldón Condición de la Malaria, que define los tipos de endemicidad y de epidemicidad que existen en país.

La Constitución de la Malaria fue muy importante para comprender el decrecimiento de la esplenomegalia después del DDT: En zonas de alta epidemicidad, baja rápidamente. En zonas de alta endemicidad, baja lentamente.

Se estableció que la erradicación, en las zonas de baja endemicidad y baja epidemicidad, comprueba la desaparición de la enfermedad al tercer año de rociamiento. En zonas de alta endemicidad o de alta epidemicidad, el cero se obtenía al quinto año después de principiar rociamiento.

Dos importantes innovaciones introdujo Gabaldón para facilitar el estudio de los mosquitos y su clasificación: el reconocimiento de genitales montados en bálsamo y la observación de huevos; métodos que ya aplicaban los culicidólogos extranjeros.

 

Sus Comienzos. De Trujillo a Caracas
Su obra. Un hombre a la medida del combate
El DDT y su éxito en Venezuela
Cronología de la lucha contra la Malaria en Venezuela
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