Enero-Marzo 2024 97
ISSN 1317-987X
 
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Opinión
El Hombre y la Ciencia

Consagración

Es altamente probable que el Prof. Gabaldón se hubiera quedado en Estados Unidos si no hubiera mediado la circunstancia de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez. Otra vez, aquel hombre singular que fue el Dr. Enrique Tejera instó al Presidente sucesor, al General Eleazar López Contreras, para que convocara a una nómina de hombres por él conocido y que a larga se convirtieron en los eminentes creadores de la modernidad sanitaria venezolana: García Maldonado el sanitarista, Pastor Oropeza el pediatra, Ignacio Baldó tisiólogo, Martín Vegas el sifilólogo y Arnoldo Gabaldón que a partir de ese mismo año convulso para el renacer venezolano, pasó a ser el primer Jefe de la Dirección Especial de Malariología, designado por el Dr. Santos Dominici, el mismo que treinta años antes había reconocido en Rafael Rangel al genio fundador de la Parasitología Nacional.
 
A partir de entonces se comienza a diluir la marca del protozoólogo para convertirse en el constructor integral de la organización vertical y horizontal, en el mas formidable y efectivo ejercito emulador de las huestes de Carabobo; esta vez enfrentado al flagelo del ambiente rural de la nación: el paludismo.

Un Primer Informe Anual de la División de Malariología (1937), con una extensión de 197 páginas, marca la suspensión temporal, por un período de casi cuarenta años, de esta actividad científica académica del Prof. Arnoldo Gabaldón. En la Venezuela de entonces la mortalidad por malaria variaba entre 22 y 25 por mil. El promedio anual de muertes entre 1930 y 1937 había sido de 57.053 decesos y de ellas el 14% podían atribuirse a malaria. Para 1937 ese porcentaje basculó entre 35, 5 en el Estado Cojedes y 0,6% para el Distrito Federal.

En pocos meses, el personal de la División había examinado 68.500 personas, habría escudriñado 22.000 sitios de cría de anofelinos, clasificado más de 20.000 larvas y 200.000 mosquitos. Al Laboratorio de la División, en Maracay, añadió la Escuela de Malariología para un primer curso de 13 médicos y 23 estudiantes del último año de Medicina. El entrenamiento hecho por el Dr. Gabaldón como ayudante en el Laboratorio de Bacteriología y Parasitología de Caracas, el curso de Malariología en el Instituto para Enfermedades Navales y Tropicales de Hamburgo, su vivencia de la organización antimalárica italiana en Cerdeña, la perplejidad producida por la confrontación de la viva realidad malárica neotropical y la larga estadía en la escuela de Johns Hopkins, habían forjado al paladín de la sanidad del ambiente rural. Escapa a nuestra limitada capacidad, la posibilidad de describir esta obra compleja, tenaz, disciplinada y organizada en actividad, que requirió toda la entereza del sabio ejecutor de los experimentos.

No en balde señalamos al comienzo, con especial énfasis, el paragón posible entre nuestro sabio y la obra personal de quien ha sido, sin lugar a dudas, el más brillante protozoólogo de nuestro siglo, el profesor Charles Morley Wenyon. Antes que estos, Rafael Rangel, por su breve actividad de pionero, podría ocupar entre nosotros el sitial de Luis Pasteur.

Nacido en Liverpool pero educado paternalmente en su hogar hasta los catorce años, Wenyon inicia su educación formal en Bath y pasando por Leeds, continúa en el University College y el Guy Hospital de Londres, donde se gradúa con altas calificaciones en Zoología y Fisiología en 1901; tenía entonces 23 años y tres años mas tarde obtiene un grado en Medicina también con honores.

Sir Patrick Manson, el Tejera británico, descubre en aquel joven con modos orientales, al personaje capaz de ocupar la cátedra de Protozoología en la reciente creada Escuela de Higiene y Medicina Tropical. Medidas sus fuerzas, el Dr. Wenyon pasa un año con Félix Mesnil en París y con Rudolph Hertwig en el Instituto de Zoología en Munich.
 
Estaría demás decir cuánto conocimiento e impacto intelectual recibiría en manos del sabio que desde el comienzo mismo de nuestro siglo destacó por sus trabajos sobre esporozoarios y coccidios, tripanosomas y plasmodios o del investigador alemán inquisidor de los fenómenos de conjugación en infusorios y maestro en reproducción celular. A este entrenamiento, siguió una larga pasantía en las tierras tropicales del Sudán, Irán y Siria, obcecadamente tras el misterio de la Leishmania. Hasta acá tal vez antojadizo paralelismo; uno detrás del Plasmodium, el otro en pos de los transmisores de la úlcera de Bagdad.

La enseñanza en Keppel Street no le llena por completo; en el Prof. Wenyon bulle la angustia por organizar un sistema de conocimientos, anarquizado y en rebullicio. Parte hacia la India, Egipto y Grecia donde, coincidencias, se ve comprometido con la malaria. En Egipto le atraen los protozoos intestinales, en particular las Isospora que describe y las razas de Entamoeba histolytica.

Concluida la Primera Guerra, el Prof, Wenyon regresa a Londres para sumergirse en una tarea monumental. En cuatro años, absorbido en los más pequeños detalles sobre protozoos parásitos, prepara los dos volumenes de su Protozoology a Manual for Medical Men, Veterinarians and Zoologists, publicada en 1926 y leída por nuestro sabio trujillano en 1927.

Si el Prof. Gabaldón suspende temporalmente su carrera estelar como protozoólogo experimental y farmacólogo en cierne para sumergirse en la tarea primaria que le obceca, el Prof. Wenyon tras un periplo protozóico en áreas endémicas se vuelca por espacio de un cuarto de siglo en función de Honorable Secretario, en la consolidación de la Hoyal Society of Tropical Medicine, la más amplia y diligente agrupación que jamás haya reunido en su seno a los más destacados tropicalistas del mundo. Si Gabaldón se imbuyó en si mismo para construir en su país, como un monumento, a un ejército sanitario, Wenyon organizó para el Universo a la mas importante ágora dedicada a la discusión, comprensión y estudio de las Enfermedades Tropicales.

A partir de 1921, con su hermana Milfred Wenyon el protozoólogo proyecta una sede propia para la Royal Soclety hasta ubicarla en la Manson House de Pórtland Place en 1932. Reorganiza las Transactions convirtiéndose en su editor. Promueve las sesiones semestrales de laboratorio y acude puntualmente a más de mil reuniones de comités. Eleva el número de miembros de la Sociedad desde 600 hasta 1700, atrayendo e intertesando a candidatos de los países tropicales. La Royal Society of Tropical Medicine es un momento del genio de Charles Wenyon. Muere apaciblemente, casi sin percibirlo, en Noviembre de 1948, a la edad de setenta años.
 
Se nos ha hecho larga la pausa, pero ha sido necesaria; jamás pudieramos haber hilado la existencia de nuestro gran protozoólogo sin mencionar al otro grande de Inglaterra. No queremos dejar en el olvido a nuestros grandes de Latinoamérica. Samuel Barsney Pessoa merece un recordatorio especial.
 
Para nuestra inmensa suerte, para la de los estudiosos que padecen cansancio o desfallecimiento ante las vicisitudes de los hechos que conspiran con terca fatalidad contra todo intento por ordenar nuestra joven nación, el Prof. Arnoldo Gabaldón se mantiene erguido a pesar de ver resquebrajado y maltrecho el paréntesis que pudo haber cerrado el capítulo de la malaria en nuestro país.


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NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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