El futuro de las publicaciones médicas
Jerome Kassirer- New England Journal of Medicine
Me muestro bastante escéptico ante la posibilidad de que las pruebas que se realizan en Internet con la revisión detallada en línea puedan desempeñar un papel importante para mejorar el control de la calidad de las publicaciones médicas. Este escepticismo obedece a que pensamos que una revisión detallada más abierta no puede sustituir la evaluación de los expertos ni la responsabilidad que atañe al editor de la publicación. A nuestro juicio, la publicación electrónica directa de estudios científicos podría incluso provocar que los métodos de revisión que se han empleado efectivamente por mucho tiempo y que además ayudan a garantizar la calidad de la literatura médica perdiesen importancia.
Consideramos que un trabajo de investigación, ya sea éste un resumen o una ponencia, no se concluye hasta que es revisado detalladamente, corregido en base a esa revisión y es finalmente publicado. Un trabajo rechazado por quienes se encargan de su revisión podría ser corregido en su totalidad, e incluso no ser publicado. Cuando se publican preimpresos por vía electrónica se pasa por alto la revisión detallada y aumenta el riesgo de que los datos y las interpretaciones presentadas en la investigación estén parcializadas o, aun más, que se trate de interpretaciones erróneas. Después de todo, no se puede esperar que los investigadores evalúen sus propios trabajos con imparcialidad, pues es común que el entusiasmo que les generan sus hipótesis no les permita darse cuenta de las fallas cometidas al diseñar sus experimentos o de que los datos presentados no son suficientes para respaldar sus conclusiones. Por tal razón, es realmente necesario que sus trabajos sean evaluados por expertos independientes.
La mayoría de los editores de publicaciones depositan su confianza en correctores que son escogidos rigurosamente. Cuando se trata de decidir si se publica o no un trabajo, las opiniones de los correctores sobre la originalidad, la validez y el carácter oportuno de un trabajo influyen mucho. Pensamos que los correctores son las únicas personas capacitadas para evaluar los trabajos presentados por los investigadores, y que no pueden ser sustituidos en su labor por los múltiples usuarios de Internet. Cuando es el ciudadano común quien se encarga de evaluar un estudio científico, lo más probable es que el resultado no sea muy confiable. Además, este proceso podría incitar a la manipulación e incluso al fraude.
Mis colegas británicos siempre han demostrado su interés ante lo novedoso. Sin embargo, en el New England Journal of Medicine utilizamos Internet para publicar la información lo más pronto posible, y no para modificar los procedimientos de revisión detallada que empleamos que, por cierto, están catalogados entre los más rigurosos del mundo. Los médicos, que generalmente valoran más un procedimiento riguroso que uno menos exigente, reconocen esta cualidad en nuestros procedimientos de revisión. A fin de cuentas, necesitan tener confianza en nuestro trabajo. Unicamente aquellos estudios cuyas implicaciones en el campo de la medicina revisten un carácter de urgencia se revisan más rápidamente que el resto de los trabajos. De esta manera, estos estudios pueden aparecer en Internet algunas semanas antes del tiempo que habría tomado su publicación si el proceso de revisión no se hubiese acelerado. Normalmente nuestro proceso de revisión detallada no demora más de dos semanas, y sólo unos días cuando se agiliza. En resumen, pensamos que Internet es un medio muy útil cuando se trata de publicar información en forma rápida, pero el contenido de los sites debe ser protegido y supervisado atentamente. De otra manera, Internet se convertirá en un medio promotor de rumores en el ámbito de la medicina, en vez de ser un medio difusor de conocimiento objetivo.
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