Febrero-Abril 2000 3
DOI:10.70024 / ISSN 1317-987X
 
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Artículos
 

Víctor Tortorici
victort@cbb.ivic.ve
Biólogo-Neurofisiólogo



Neurociencia
En búsqueda de un sitio de acción para el efecto central de los analgésicos no opioides
Fecha de recepción: 31/12/2000
Fecha de aceptación:
31/12/2000

El esclarecimiento del mecanismo a través del cual ciertos analgésicos no opioides pueden ejercer un efecto en el sistema nervioso central ha sido motivo de controversia. Además de su acción periférica, principalmente dirigida al bloqueo de la enzima que permite la síntesis de prostaglandinas, los analgésicos no opioides también son capaces de activar el sistema endógeno para el control del dolor. En este artículo se describen algunos hallazgos experimentales que revelan la acción central de este grupo de analgésicos y se suministran evidencias de las similitudes en los mecanismos de acción de los analgésicos en general.




Generalidades

La identificación del sitio de acción de los analgésicos ha sido tema de estudio por más de 100 años, y aún hoy día es motivo de controversia para varios de esos fármacos. De estos estudios se ha llegado a la conclusión que la percepción del dolor puede ser inhibida bien sea por un efecto a nivel de los receptores para dolor (nociceptores), por un efecto a nivel central en los sistemas que procesan la información del dolor, o por ambas alternativas (Zimmermann, 1984).

Los experimentos clásicos de Lim y col. (1964) diferenciaron los analgésicos de acción "central", tales como los opioides, de los analgésicos de acción "periférica", como el salicilato de sodio, el ácido acetilsalicílico (ASA), el N-acetil-para aminofenol y la fenilbutazona. Investigaciones posteriores demostraron que los analgésicos de acción periférica pueden tener además un efecto antinociceptivo cuando son administrados en el sistema nervioso central (SNC) (Ferreira y col., 1978; Zimmermann, 1984). Algunos autores han sugerido lo que pudiera llamarse la "concepción viceversa", es decir, que los opioides también podrían bloquear el dolor a nivel de los nociceptores y que la mayoría de los llamados analgésicos de acción periférica pudieran ejercer algunos efectos adicionales en el SNC (Ferreira y col., 1978). Siguiendo ese razonamiento, estos últimos autores encontraron que la inyección intracerebroventricular (i.c.v.) de paracetamol, ASA, fenacetina o indometacina disminuye el incremento de la sensibilidad ante estímulos nocivos (hiperalgesia), producida por una inyección previa del irritante carragenina en una de las patas posteriores de la rata.

El mecanismo a través del cual los analgésicos no opioides producen antinocicepción, cuando son administrados a nivel central, es aún desconocido. Este grupo de compuestos es frecuentemente usado de manera sistémica para tratar la hiperalgesia asociada con inflamación, en la cual varios mediadores, incluídas las prostaglandinas (PGs), pueden sensibilizar a los nociceptores (Ferreira, 1972; Ferreira y col., 1973). Hoy se acepta que los analgésicos no opioides previenen la producción de hiperalgesia inducida por PGs porque inhiben su mecanismo de síntesis a nivel periférico (Ferreira, 1972).

Figura 1. El dolor es una experiencia consciente, normalmente referida a una región específica del cuerpo, que se produce cuando algún agente externo o interno nos causa un daño real o potencial. La primera línea de ataque a la que se suele recurrir supone el uso de analgésicos no opioides. Pese a lo difundido de su uso, aún no se conoce con precisión cuál es el mecanismo de acción central de estos fármacos.

Experimentos posteriores han indicado que las PGs también pueden tener una acción en el SNC que contribuiría a la nocicepción. Se supone que ellas actúan centralmente de la misma manera como lo hacen a nivel periférico, es decir, incrementando la sensibilidad de las neuronas que transmiten el mensaje nociceptivo (Ferreira, 1983; Ferreira y col., 1978; Flower y Vane, 1972; Ramwell y col., 1966; Yaksh, 1982). También se ha sugerido que las PGs pudieran controlar la liberación de algunos neurotransmisores, por ejemplo la norepinefrina, capaces de participar en los mecanismos endógenos de control del dolor (Yaksh, 1982). Así mismo, se ha sugerido que la acción central de los analgésicos no opioides, a través de su acción inhibitoria sobre la prostaglandina-sintetasa (ciclo-oxigenasa), podría involucrar la activación de los mismos substratos que participan en el efecto analgésico de los opioides (Carlsson y col., 1986; Taiwo y Levine, 1988; Yaksh, 1982).

Por otra parte, se ha demostrado que la administración de PGs por vía intratecal (i.t.) en la médula espinal, es capaz de antagonizar la analgesia producida, tanto por la estimulación eléctrica cerebral, a través de electrodos implantados mediante cirugía estereotáxica, como la generada por la aplicación i.c.v. de morfina (Taiwo y Levine, 1988). En contraste, la aplicación i.t. de drogas del tipo de la aspirina produce un efecto sinérgico tanto con la estimulación eléctrica del cerebro, como con la aplicación de morfina por diferentes vías. Además, algunos antagonistas alfa-adrenérgicos son capaces de prevenir la hiperalgesia inducida por la aplicación i.t. de PGs (Taiwo y Levine, 1988). Estos resultados sugieren que las PGs pueden bloquear, a nivel espinal, el componente inhibitorio noradrenérgico bulbo-espinal del sistema endógeno de modulación del dolor (Taiwo y Levine, 1988; Yaksh, 1982).



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Referencias

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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