Objetivismo versus subjetivismo
A través de la historia de la filosofía se ha
ido alternando pendularmente entre el objetivismo y el subjetivismo, aunque con
nombres diferentes en el tiempo.
Simplificando mucho, el objetivismo, también
llamado realismo, empirismo o filosofía de la trascendencia aristotélica, se
propone conocer las "cosas en sí", es decir, se considera que lo primero es la
cosa percibida y después surge la idea. Por tanto, la verdad tiene que ser una
para todos, independientemente del lugar y tiempo, pues es el "objeto" el que
determina lo percibido. Por el contrario, el subjetivismo o idealismo -heredero
de la idea innata platónica- considera que las apariencias de las cosas
dependen del sujeto que las observa y, por tanto, de sus ideas, prejuicios e
idiosincrasia, de modo que no existiría una verdad universal (1).
Esta dualidad se complica con David Hume pues
aun siendo empirista su filosofía se relativiza, llegando al escepticismo, al
señalar que dado que la experiencia no se concluye nunca y el saber avanza
continuamente, no serían posibles las verdades eternas (2). En el
otro polo, Kant representa al idealismo alemán, pues aunque reconoce la
existencia del objeto percibido, señala que la "cosa en sí" es incognoscible y
es el hombre quien por medio de sus capacidades cognitivas innatas, sus reglas
a priori, codifica lo percibido y da sentido a las cosas. Sin embargo, Kant no
renunció a la objetividad o a la ciencia y pretendió hacer una metafísica como
ciencia que estudiara las formas a priori o trascendentales de la mente (3).
Entonces, podemos decir que Freud fue kantiano
pues se planteaba -aunque no sin reservas- la necesidad de dar estatuto de
ciencia al psicoanálisis y establecer reglas y métodos para su metapsicología,
que permitieran objetivar los funcionamientos de la mente y de sus formas a
priori.
Pero ¿de qué ciencia hablamos?, pues a finales
del siglo XIX Dilthey había distinguido entre "ciencias de la naturaleza" (como
la física y las matemáticas) y "ciencias del espíritu" o culturales (como la
historia y el derecho), cada una con sus objetos y métodos de estudio. De modo
que se incurre en error al pretender trasladar los métodos de unas a otras y
cuando se piensa que ciencia son sólo hechos, como pretenden los que olvidan que
en palabras del padre de la fenomenología Edmund Husserl: "Meras ciencias de
hechos hacen meros hombres de hechos ¿pueden el mundo y la existencia
humana tener sentido alguno si las ciencias sólo admiten como verdadero lo que
es objetivamente constatable?" (4).
Sin embargo, señala Ahumada, admitir la
pluralidad de hipótesis y renunciar al realismo ingenuo tampoco significa que
hay que adoptar un subjetivismo irrestricto y, parafraseando a Hume, dice:
"Quienes, filósofos o psicoanalistas, se alzan en nuestra disciplina contra el
"realismo ingenuo", cuidan cada mañana
de poner el zapato izquierdo en el pie izquierdo" (5). Por
tanto, no es cierto que haya que elegir
entre objetivismo y subjetivismo, ya que hay situaciones donde corresponde ser
objetivo y en otras subjetivo. Por ejemplo, la subjetividad comprende aspectos
como la sensibilidad estética, la moral, el arte, los sentimientos e
intuiciones, los mitos, las metáforas y las sutilezas del lenguaje. Aspectos en
que la objetividad no puede captar lo esencial de la experiencia y lo que es
más importante para la persona (6).
Es a esta subjetividad a la que se refiere
André Green, fallecido el 22 de enero de 2012, cuando plantea que la
aproximación científica del psicoanálisis pretende, por el análisis de la
subjetividad, alcanzar un "saber objetivo sobre la subjetividad", o sea, un
conocimiento "objetivable" de la subjetividad y, a través de ella, sobre la
realidad psíquica (7).
Green parte de la base de que la ciencia
actual no es capaz de abordar con propiedad y validez la cuestión del sujeto,
el pensamiento no científico y el funcionamiento psíquico. Sin embargo, ve al
psicoanálisis como ciencia en tanto progresa por tanteos, por ensayos y
errores, y demuestra ser refutable, si no por procedimientos objetivos, al
menos por el conflicto de las interpretaciones que hacen las diferentes
escuelas (8). Ahumada, entre otros, piensa de modo similar (9).
Desde mi propia subjetividad, me referiré a
varios psicoanalistas y filósofos del siglo XX que, entre otras cosas, padecieron los horrores de la primera y/o la
segunda guerra mundial o guerras civiles y regímenes totalitarios de uno u otro
extremo. Por lo cual no puede entenderse su ideario sino dentro del contexto
histórico, filosófico y científico que les aportó su perspectiva, pues como
decía Ortega y Gasset, "Yo soy yo y mi circunstancia".
Perspectivismo: de Nietzsche a
Ortega y Gasset
El perspectivismo aparece como teoría
alternativa al objetivismo y al subjetivismo y afirma que la realidad es multiforme
y puede ser apreciada desde diferentes perspectivas.
El primero en usarlo fue Leibniz pero lo
desarrolló Nietzsche de manera más radical y escéptica, llegando a decir que el
conocimiento era una suma de metáforas y no había hechos, sino solo interpretaciones.
En cambio, a diferencia de Nietzsche, del subjetivismo y de los hermeneutas del
diálogo, para Ortega y Gasset la perspectiva no la impone el sujeto sino la
cosa en sí (la realidad y no el observador) por lo cual si éste es sustituido
por otro la perspectiva sería la misma.
Para describirlo, Ortega usó la metáfora de la sierra del Guadarrama, la cual, mirada
desde Madrid no es igual a la vista desde Segovia, sin que haya una única
visión verdadera. O sea, la verdad estaría constituida por la suma de las
diferentes perspectivas complementarias (incluso las no vistas), siendo la
única perspectiva falsa la que se pretende única. Sin embargo, ni Ortega ni
Dilthey lograron coordinar la relatividad de todos los puntos de vista
parciales con la unidad de la verdad total (10).
Pero
como perspectiva no significa ausencia de verdades ni relativismo absoluto,
Jürgen Habermas planteó, como modo de encontrar la perspectiva más adecuada y
"pragmáticamente legítima", utilizar al consenso. Aunque aclaró que podría
obtenerse falsamente, por ejemplo, por medio del poder(11).