Los
datos relacionados con la epidemiología de PD en Latinoamérica son escasos y diversos. Las úlceras y amputaciones son un
gran problema de salud pública que genera un alto costo social y económico al
paciente, sus familiares y a los Sistemas de Salud.(24)
En
cuanto al género de la población con PD se observó que en su mayoría fueron masculinos, coincidiendo con resultados de la
investigación realizada por Navicharem (20) y Pérez (23), en la cual predominó el género masculino (51,3 y 54,6%
respectivamente) aunque con menor porcentaje que en el presente estudio. Esto
nos resulta interesante porque se podría asumir que los hombres se complican
más con la PD, dejando una ventana abierta a próximas investigaciones en torno
a una mayor consciencia de autocuidado en el género femenino respecto a la
higiene, la estética y la ejecución regular de actividad física, lo cual podría
favorecer un mejor control metabólico de la DM entre las mujeres. Por su parte en
cuanto a la edad, Navicharem (20) la reporta con mayoría por encima de los 60
años y Pérez (23) sobre los 69 años, concordando con los resultados
presentados. No obstante, llamó la
atención que pacientes en edades productivas (42-52 años) fueron afectados por
esta patología (26,1%), implicando para ellos disminución de calidad de vida,
ingreso económico y desarrollo social.
Al
considerar los factores de riesgo se encontró que en la mayoría de los
pacientes coexisten dos factores de riesgo y con un mismo porcentaje los
pacientes que consumían alcohol. Resulta relevante destacar que estos factores
son potencialmente modificables con cambios de estilo de vida, y no hay duda de
que su presencia puede perpetuar el curso de la enfermedad, haciéndola crónica,
tal como concluyó la investigación realizada por Bustos y Prieto (21).
Con
respecto al riesgo de desarrollar PD, se encontró que fue mayor después de 9
años de diagnosticada la diabetes, asimismo, predominaron los estadíos IV y V
con 59,57%, por encima de lo reportado por Schneider Weissman y
col (22) que ubican las
lesiones mayores en 46%. La mayoría de
estos pacientes fueron ingresados al hospital en estadíos avanzados, lo cual
era de esperarse por tratarse de un Hospital tipo IV donde por lo general, se
atienden patologías mayores por la emergencia. Esto dificulta la aplicación de
tratamientos conservadores, por lo cual, debieron recurrir a técnicas
quirúrgicas radicales como la amputación de miembros. Todo ello aumentó la
permanencia intrahospitalaria, afectando la calidad de vida del paciente.
Ahora
bien, una limitación para el presente estudio fue que no se pudo asociar el
nivel de hemoglobina glicosilada con el
estadío de PD, debido a que sólo 2 de las 47 Historias Clínicas revisadas
contaban este examen paraclínico, a pesar
de ser un estudio fidedigno para verificar control metabólico del paciente
diabético en los seis meses previos (25). En cuanto al tratamiento
médico de estos pacientes, la mayoría se encontraban con hipoglicemiantes
orales. Lo que enfatiza la importancia de realizar nuevos estudios para
verificar control metabólico del paciente diabético en los seis meses previos (25).
Por último, el tratamiento quirúrgico que prevaleció fue la amputación
supracondílea seguida por amputación de dedos, lo que sugiere que no existe un
buen control de la DM. Esto, puede ser debido a varios motivos como el
incumplimiento del tratamiento por parte del paciente, la falta de recursos
para la adquisición del mismo o una relación médico-paciente deficiente, en la
cual el personal médico no realiza la adecuada promoción y educación propia de
la atención primaria.
Los
pacientes diabéticos, principalmente aquellos
afectados con DM tipo II, poseen escasa información y educación sobre la enfermedad, especialmente el cómo
prevenir, retrasar o detener el desarrollo de sus complicaciones. Se considera
fundamental, la realización de prácticas
higiénicas y la prevención para ayudar a detener el problema de salud que esto
representa. Por ello se recomienda al
paciente diabético un adecuado control y seguimiento preciso de la DM;
cumplimiento estricto del tratamiento; estilo de vida saludable, evitar tabaco
alcohol y tratar hipertensión arterial; hacer actividad física de manera
regular, por lo menos veinte minutos tres veces por semana; cumplir dieta
específica para la patología; establecer medidas de higiene y cuidados especiales
en miembros inferiores, tal como uso de calzado confortable y lavado diario de
ambos pies. Así como, no cortar las uñas, en su lugar limarlas, para así
prevenir heridas potencialmente infectables.
Para
el servicio médico se recomienda ejercer una función de promoción de salud
informando, educando y orientando al paciente diabético con respecto a su
patología. Tratar al
paciente con PD con un equipo multidisciplinario, que incluya, endocrinólogo,
traumatólogo, internista, infectólogos y cirujanos general y vascular
periférico, además de enfermeras entrenadas en el área de podología.