La
organización mundial de la salud (OMS) destaca que las infecciones por microorganismos
como Escherichia coli y Staphylococcus aureus, son responsables
cada año de unos tres millones de muertes en el mundo (1).
Estas
bacterias en los últimos años han sido capaces de desarrollar innumerables
mecanismos de resistencia a los antibióticos, en el caso de Staphylococcus aureus, que tiene
resistencia progresiva a los antibióticos betalactámicos, macrólidos,
lincosamidas y glicopéptidos, así como también la Escherichia coli, con mecanismos de resistencia como la producción
de betalactamasa de expectro expandido (BLEE), la expresión de sistemas de
excreción (efflux pumps), que evitan que el fármaco alcance su blanco intracelular
y las mutaciones que inhiben el contacto del antibiótico con el sitio de acción
impidiendo la entrada del mismo a la bacteria (1,2).
Una
de las principales causas de la resistencia bacteriana ha sido el uso
indiscriminado de los antibióticos. Por eso en enero del 2006, en Venezuela se reguló su distribución
condicionando su venta a la presentación del
récipe médico; sin embargo se determinó mediante el Programa Venezolano
de Resistencia Bacteriana que la resistencia de las bacterias continuó en
aumento aún después de esta regulación (3).
Este
incremento de los mecanismos de resistencia, es un problema que preocupa a los
especialistas en el área de la salud, especialmente aquellos que involucran al
bacilo Gram-negativo Escherichia coli, el
cual es uno de los microorganismo que con mayor frecuencia ocasiona infecciones
en el tracto urinario, meningitis, peritonitis, septicemia y diarrea hemorrágica,
así como también al coco Gram-positivo Staphylococcus
aureus, que produce graves infecciones en pacientes hospitalizados, en piel,
tejidos blandos, huesos, aparato genitourinario e infecciones oportunistas (4,5).
En
este sentido, se ha desplegado diferentes investigaciones a nivel nacional e internacional
para el estudio de sustancias naturales que poseen algunas propiedades
farmacológicas con efectos antimicrobianos (6). Una de las
sustancias estudiadas con mayor actividad antimicrobiana son los propóleos, que son resina céreas, de
composición compleja y consistencia viscosa que las abejas elaboran y utilizan
en la construcción y protección de la colmena, especialmente evitan la
contaminación del panal con agentes biológicos extraños (7).
Entre
los compuestos químicos del propóleo se encuentran aldehídos, ácidos y esteres
alifáticos, aminoácidos, ácidos y esteres aromáticos, chalconas,
dihidrochalconas, flavanonas, flavonas, flavonoides, ácidos grasos, cetonas,
terpenoides, esteroides y azucares (8). Sin embargo, entre los principios
activos del propóleo a los cuales se le atribuyen la actividad antimicrobiana
están los flavonoides. Entre las abejas productoras de propóleo tenemos las Apis mellifera, que tienen un aguijón y
lo usan para defender la colmena, siendo estas abejas las principales de la
industria apícola. También están las Trigonas
sp., que son abejas sin aguijón y para defender la colonia se enredan en el
pelo de las víctimas o se introducen por los ojos, nariz y boca. Las mieles de
ambas abejas son utilizadas para remedios caseros (9-11).
La
mayoría de las investigaciones apuntan hacia propóleos producidos por abejas Apis mellifera y en menor grado sobre propóleos
de abejas sin aguijón, así como también la mayoría de los trabajos evalúan extractos
etanólicos y no hidrosolubles. Es por ello que, la presente investigación evaluó el efecto biocida del extracto
hidrosoluble de propóleos de abejas Apis
mellifera y Trigonas sp. sobre Escherichia coli y Staphylococcus aureus, determinando la concentración mínima Inhibitoria
o bacteriostática (CMI) y la concentración mínima bactericida (CMB).