En nuestro país, así como a nivel mundial, las infecciones nosocomiales (IN) son un
problema de salud pública. Considerando
que los microorganismos pueden permanecer en el medio ambiente, incluyendo el
ambiente hospitalario, por largos periodos, el conocimiento de posibles focos
de bacterias potencialmente patógenas dentro del recinto hospitalario es de
gran importancia. Particularmente en un hospital, la Unidad de Terapia
Intensiva (UTI) es susceptible a un mayor número de IN, debido al tipo de pacientes,
las terapias invasivas que se realizan, la alta movilidad de personal de la
salud y limpieza y el espacio físico(1).
En los ambientes clínicos, la resistencia antimicrobiana requiere ser
monitoreada de forma continua, ya que los genes de resistencia y las distintas
cepas bacterianas están en constante movimiento, y el monitoreo de los perfiles
de resistencia a los antibióticos permite
ayudar a diseñar estrategias de control más efectivas, que permitan enfrentar y
superar estos problemas. Los diferentes centros de salud en un mismo país, y
aun mas en países diferentes, suelen diferir en cuanto a las políticas de
salud, por esto son importantes los programas locales de vigilancia (2-4). De la variedad de géneros
bacterianos causantes de brotes infecciosos, las bacterias identificadas como Pseudomonas aeruginosa, Acinetobacter baumannii, y Stenotrophomonas maltophilia han sido
reportadas como las principales responsables de las IN, y al encontrarse en
ambientes hospitalarios, representan
un factor de alto riesgo(1,5,6,7).
A nivel nacional, los estudios microbiológicos de los agentes
causantes de IN que han sido reportados han estado principalmente
enfocados en la caracterización de los perfiles
fenotípicos de resistencia a los distintos antibióticos, de los microorganismos
aislados de pacientes y el ambiente en general. Sin embargo, pocos han
monitoreado el ambiente hospitalario por largos períodos. Se ha reportado que los
bacilos Gram negativos son los principales responsables de infecciones nosocomiales
y, de estos, P. aeruginosa es de gran
importancia por su resistencia intrínseca y la elevada mortalidad asociada con
este patógeno en
centros de atención de salud de Venezuela durante el año 2000(8).
En otro estudio dentro del Programa de Vigilancia de Resistencia Bacteriana se
evaluó la susceptibilidad a los antimicrobianos entre los bacilos Gram
negativos, en organismos como P.
aeruginosa, E. cloacae, A. baumannii y K. pneumoniae(9). Este tipo
de estudios permite conocer los patrones de resistencia para diseñar los
tratamientos empíricos a los pacientes. Diversos
estudios realizados en bacterias Gram negativas aisladas del Hospital
Universitario de Caracas muestran la presencia de plásmidos que codifican una
amplia variedad de determinantes de resistencia a los antibióticos, que pueden
transferirse y mantenerse independiente del género en el que se encuentren. La
caracterización de hasta 17 determinantes de resistencia a antibióticos
distintos, de uso hospitalario, muestra la importancia de este tipo de estudios
para llevar a la aplicación de tratamientos de manera más racional (2,3,10).
En estudios similares realizados en la Universidad de los Andes, se caracterizaron los genes que codifican
resistencia a b-lactámicos,
a partir de aislados de K. pneumoniae causante de un brote de septicemia en la
Unidad de Cuidados Intensivos neonatal del hospital de dicha universidad(11).
El objetivo del
presente trabajo fue identificar los microorganismos de los principales géneros
bacterianos causantes de IN, presentes tanto en el ambiente como en pacientes de la UTI y el Servicio de Neonatología (SN) del
Hospital Universitario de Caracas (HUC), por un período de un año, y analizar los perfiles de resistencia
a los antibióticos de uso frecuente, así como su distribución en el ambiente
clínico.