Considero que estos desafíos son de dos categorías las cuales actualmente preocupan a todas las ciencias del hombre: la validación científica y el compromiso ético. En la encrucijada entre ambas vertientes se hallan nuestras mayores dificultades y también la urgente necesidad de sobrevivir como ciencia y como práctica y recuperar prestigio y liderazgo en el cotejo con otras psicoterapias. ¿Cuáles son los desafíos?

En primer lugar, la eficacia terapéutica: la demanda era suficiente, los pacientes que consultaban más neuróticos. Actualmente la crisis económica y de tiempo y la gravedad de los enfermos hacen ineludible una revisión de nuestra teoría y técnica.

En segundo lugar, la iatrogenia. Los fracasos terapéuticos comprometen no sólo a cada analista y paciente sino al prestigio del psicoanálisis todo ante el mundo científico y social. Reconocer la patología del análisis, cuando existe, es también la posibilidad de trabajar mejor.

Otro punto: el estatuto que le damos a la realidad externa. El ambiente infantil y el actual, la función traumática y modificadora de la realidad externa sobre el psiquismo. Además la propia vigencia de las ideas psicoanalíticas insertas en el contexto cultural ha modificado la realidad, en la que vivimos y trabajamos, e incluso el pensamiento científico, influyendo sobre otras disciplinas. A su vez, el esta corriente ha sido impregnada por otras ciencias y hasta ideologías.

Finalmente resulta imposible enfrentar ninguno de estos desafíos sin un requisito esencial: la honestidad intelectual y el sinceramiento sobre nuestra práctica. Los seguidores de Freud nos hallamos aislados, enmudecidos por el temor a la trasgresión que nos impide trascender nuestros límites y limitaciones.

Las instituciones psicoanalíticas precisan retomar la idea de aliviar el sufrimiento psíquico que sigue y seguirá existiendo, pues la salud mental es una necesidad individual y social. Debemos encontrar nuevas respuestas, caminos de actualización y aplicación del psicoanálisis.

Hemos de revisar los parámetros económicos y temporales hasta donde sea posible sin desvirtuar, no ya la ortodoxia, sino la eficacia. Reconocer hasta dónde podemos llegar para seguir investigando y ofrecer honestamente lo mejor que tenemos para cada circunstancia, cuadro clínico o posibilidades reales de acceder a un tratamiento.

Hace falta trabajo serio para defender esta disciplina al servicio de quienes lo necesitan y vivimos de y para él. Responder desde el compromiso con la clínica, la investigación de diferentes esquemas referenciales y la enseñanza. También con la comunidad.

Quisiera concluir mi exposición con una frase de Ernst Federn, enunciada en el año 1975, la cual mantiene su vigencia en la actualidad. "Al psicoanálisis, a pesar de haber logrado que se le reconozca y de haber adquirido un auténtico saber, contenido revolucionario y, finalmente, una importancia decisiva en el combate por la supervivencia de la humanidad, se le impone hoy día la misma tarea de hace setenta años: la reunión de sus adeptos en una organización viva e influyente; dicho de otra forma, un movimiento psicoanalítico renovado"