La obesidad es un problema de salud pública a nivel mundial,
según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha aumentado exponencialmente
en los escolares, se ha observado que el sobrepeso y obesidad en estas
edades oscilan entre 5 a 25 % de prevalencia(1,2). En Venezuela el
Segundo Estudio Nacional de Crecimiento y Desarrollo Humano de la República
Bolivariana de Venezuela (SENACREDH), de la Fundación Centro de Estudios sobre
Crecimiento y Desarrollo de la Población Venezolana (FUNDACREDESA), reportó
para el periodo 2008-2011 que el exceso de peso se presentó en 12,84
% para los niños y 10,92 % de las niñas(3).
Uno de los factores de riesgo de
desarrollar el sobrepeso y la obesidad son los malos hábitos alimentarios, de
allí surge la necesidad de la intervención no sólo a nivel terciario, sino
también a nivel primario. Esta intervención debe ser primordialmente educativa, ya
que el proceso educativo promueve las modificaciones cognitivas y conductuales
de manera tal, que se logra el cambio en las prácticas alimentarias y se reducen
los factores de riesgo(4).
Los conocimientos sobre características nutricionales de
los alimentos se refieren a toda información, idea, noción o entendimiento que
tienen los niños en edad escolar, en relación con las características
nutricionales de los alimentos, entendiéndose por éstas el valor nutritivo, las
propiedades nutricionales y la importancia del consumo para la salud humana(5).
La
malnutrición por exceso existe, no por falta de medios para proporcionar la
comida, sino de conocimientos de lo que se debe comer, esta situación marca
claramente la necesidad de educar a la población. La educación infantil y la
enseñanza obligatoria desde la educación primaria hasta la educación
secundaria, es sin duda uno de los vehículos idóneos para encargarse de esta
labor, proyectada no al presente, sino al futuro.
Es
beneficioso incluir la atención nutricional como estrategia de prevención primaria,
que incluya educación, evaluación y seguimiento, con una visión integral que
considere el nivel educativo de las personas, las condiciones de vida que deben
enfrentar, el nivel socioeconómico y la percepción de seguridad alimentaria del
hogar. De esta forma, es posible romper el círculo vicioso de la malnutrición intergeneracional
a largo plazo(6).
Es
en la escuela donde el niño recibirá nociones claras y concisas, de
alimentación; si en los comedores escolares adquiere el hábito de alimentarse
correctamente, consumiendo alimentos que muchas veces no les dan en sus casas (verduras,
por ejemplo), por creerlos inútiles o por el prejuicio de que “no les gustan a
los niños”, pronto esos niños aplicarán en sus casas esas costumbres y en un
futuro enseñarán a sus hijos a alimentarse de un modo muy distinto al que ellos
aprendieron(7).
El
objetivo del presente estudio fue determinar los conocimientos de los niños
obesos y sus padres acerca del valor nutricional de los alimentos.