La supervisión del niño
sano tiene sus orígenes al inicio del siglo XX en los Estados Unidos de
Norteamérica, cuando se establecieron estaciones para “donar leche”, el
propósito era proporcionar leche pasteurizada a los infantes y contrarrestar la
morbilidad y mortalidad por leche y agua contaminada. Posteriormente, en 1930,
en estos establecimientos se agregaron las inmunizaciones, guías y consejos
sobre nutrición, desarrollo del niño, y progresivamente se incorporaron
procedimientos como las consultas programadas. Actualmente es una consulta de
suma importancia que permite realizar una actividad completamente integradora
de todos los aspectos de la salud, desde el recién nacido hasta el adolescente.
Aproximadamente entre el
25 a 50% de las consultas al pediatra son para el control de niños sanos,
proporción que disminuye en la medida que el niño aumenta de edad. Estas
consultas toman en promedio más tiempo que las del niño enfermo y ocupan casi
de la mitad del tiempo de trabajo del pediatra en su consultorio.
Los objetivos
de la consulta
Los objetivos de la
consulta del niño sano son:
1.
Establecer o incrementar la relación entre el médico y el niño, para proveer soporte emocional al
niño y a la familia.
2.
Identificar problemas manifiestos o potenciales de salud.
3.
Orientar a los padres en la alimentación de sus hijos
4.
Aplicar las vacunas
5.
Aplicar medidas específicas o guías para prevenir o aminorar los
problemas de salud y permitir un
desarrollo físico y emocional adecuado
En cada control de rutina del niño
sano se consideran las inquietudes de los padres como parte central de la
atención de salud tomando en cuenta los factores de riesgo familiares y
personales. Se evalúa el desarrollo psicomotor y las actividades cognitivas. El
examen físico debe ser siempre completo.
Se hacen intervenciones de suma
importancia como la aplicación de vacunas de acuerdo a los calendarios vigentes
y se incorporan estrategias educativas para
reproducir cambios en las conductas de salud.
Las conversaciones con los niños
mayores y adolescentes durante las consultas, se han hecho cada vez más
horizontales, permitiéndoles a ellos mismos ser partícipes de la toma de
decisiones con relación a los cuidados de su persona.
La consulta pediátrica en el área preventiva y de la puericultura debe
proporcionar a los padres y cuidadores de los niños, la atención especializada
que les permita aprender a anticiparse a los eventos que se van desarrollando a
lo largo de la etapa infanto-juvenil.
La consulta
prenatal.
La consulta prenatal llevada a cabo
por el pediatra, en nuestro medio se ha adjudicado al obstetra
tradicionalmente, por lo que se hace con
el segundo hijo, cuando los padres llevan a la consulta a su primer niño. No
obstante, la visita prenatal debería
programarse en conjunto obstetra y pediatra durante el último trimestre del
embarazo, de ser posible con la presencia de ambos padres, suele ser la primera
entrevista con la nueva familia, provee la oportunidad óptima a los padres y al
médico para conocer el estilo y forma del manejo de los problemas potenciales. El objetivo principal de
esta consulta es preparar a los padres para los cuidados del recién nacido,
averiguar el entorno ambiental para el nuevo habitante del hogar, los
procedimientos hospitalarios durante el parto, la vuelta al trabajo de la
madre, la lactancia materna y para aclarar dudas que se presenten, así como
preguntas de los padres y de los familiares..
La consulta
del recién nacido.
En este periodo se inicia la
adaptación del hogar entorno al nuevo ser, se enfrentan condiciones maternas
como el cansancio o alguna enfermedad y los cambios en la dinámica familiar.
Las recomendaciones esenciales son: la
alimentación debe ser con lactancia materna exclusivamente hasta el sexto mes,
sin horarios, cuando la madre y el niño lo requieran; la limpieza del cordón
umbilical se hace con alcohol absoluto hasta que se desprenda, con cada cambio
del pañal y el baño puede ser diario con productos sindet (sin detergente) para
el cuidado de la piel.
Las vacunas que se aplican al recién
nacido son: BCG y la primera dosis de la vacuna contra la Hepatitis B
preferiblemente en las primeras 24 horas de vida.
El examen ocular del reflejo rojo del
fondo de ojo y la toma de muestra de sangre del cordón para pesquisa de enfermedades
originadas por errores innatos del metabolismo, como Hipotiroidismo,
Fenilcetonuria y Galactosemia, se realizan al egreso de la maternidad.
Lactante
hasta los seis meses.
En este periodo el niño debe evaluarse
mensualmente para verificar su progreso en peso, talla y perímetro cefálico, su
alimentación y sus hábitos. Se inicia la aplicación de la mayoría de las
vacunas como: antipoliomielítica, triple (difteria, tosferina y tétanos),
vacuna contra el Haemophilus influenzae,
Neumococo, Hepatitis B, Rotavirus y Antigripal. Existen combinaciones
pentavalentes o hexavalentes.
Se evalúan además parámetros
relacionados con el desarrollo psicomotor como: sostén cefálico a los 3 meses,
respuesta social, emisión de sonidos y poder sentarse a los 6 meses. La
prevención de accidentes como: caídas, enredos con mantas o móviles y la
broncoaspiración, está directamente relacionada con la responsabilidad de sus
cuidadores.
Lactante
hasta los 24 meses.
Las consultas pueden realizarse
bimensuales hasta el primer año y trimestrales hasta el segundo. En esta edad
se desarrolla la confianza y el apego del niño a su cuidador, lo que le da
seguridad y rechazo a los extraños al final del primer año de vida. Desde los
seis meses, se inicia la introducción de los alimentos sólidos progresivamente
con frutas tropicales no cítricas, vegetales en sopas y purés, carnes, granos a
los ocho meses y huevo a partir de los
ocho meses. Los cítricos, clara de huevo y pescado después del año de vida. Se
recomienda mantener la lactancia materna hasta los dos años. Se enseña al niño
a utilizar el vaso, la taza y la cuchara para comer en su plato, bajo la
supervisión de un adulto. La erupción dentaria se inicia al sexto mes, el gateo
al octavo mes, se para cerca de los nueve o diez meses y camina alrededor del
año.
Cuando empieza a caminar, debe
considerarse la prevención de accidentes intradomiciiliarios como: aspiración o
deglución de cuerpos extraños, envenenamiento, enredos con cables y situaciones
traumáticas con muebles, gabinetes o gavetas. La prevención y el manejo de
enfermedades frecuentes en esta edad, como diarreas e infecciones
respiratorias, también es necesaria.
A partir de los doce meses se aplican
las vacunas virales como: trivalente viral, fiebre amarilla, antivaricela,
hepatitis A y a los dieciocho meses los refuerzos. Debe tener una evaluación
oftalmológica. La autonomía y los hábitos de autocuidado comienzan a
desarrollarse a partir de los dos años.