Según la Organización Mundial de la
Salud (OMS), la anemia es una de las enfermedades más frecuentes, especialmente
en los países en vía de desarrollo. Aunque
el hierro es ubicuo en la naturaleza, la deficiencia ocurre con mayor
frecuencia de lo esperado, porque la mayor parte de este mineral se encuentra
en forma férrica (no heme) que es difícil de absorber y, por tanto, poco
biodisponible. El hierro heme, de origen animal, es la forma más fácilmente
absorbible, con una biodisponibilidad 2 a 3 veces mayor que la del hierro no
heme, la escasez de carne en la
alimentación de una gran proporción de la población del mundo hace que la
deficiencia de hierro sea común en el planeta, debido a que, en su mayoría, las
dietas están basadas en cereales,
vegetales y es baja en productos de origen animal. Sin embargo, existen
otras causas de deficiencia de hierro como las pérdidas gastrointestinales de
sangre observadas en la alergia a la proteína de leche de vaca, parasitosis
intestinal y divertículo de Meckel, así como los procesos infecciosos e
inflamatorios crónicos y algunas anemias hereditarias.(1) Tanto
la deficiencia de hierro sin anemia, así como la anemia, afectan la calidad de
vida en diversas formas, ya que el hierro es indispensable en todas las células
para diferentes funciones metabólicas.
Su deficiencia se manifiesta clínicamente en menor capacidad de hacer labores
que demandan actividad física o mental.(2) En los niños, la principal causa
de esta deficiencia se debe al aumento de los requerimientos nutricionales de
hierro en relación con el crecimiento(3,4). La carencia de hierro afecta principalmente a
la inmunidad celular, función intestinal, crecimiento y rendimiento físico,
también a la conducta, metabolismo de las catecolaminas y termogénesis. Si la deficiencia de hierro ocurre en
un periodo crítico, como es el comprendido entre la lactancia y la infancia temprana, puede producir daño irreversible en la
adquisición de pautas madurativas del neuro-desarrollo(5,6).
El
estado de nutrición del hierro se puede conocer mediante tres tipos de
evaluaciones: la clínica, la dietética y la bioquímica. Las dos primeras proporcionan pautas para sospechar la
deficiencia, mientras que sólo con la tercera se puede establecer claramente el
diagnóstico. La evaluación clínica puede ayudar a identificar la existencia de
la causa primaria de la anemia, es decir, la presencia de parasitosis, pérdidas
crónicas de sangre o establecer el diagnóstico a través del análisis de los
signos y síntomas de la enfermedad.
Ante la sospecha
de deficiencia de hierro, la evaluación dietética debe encaminarse en la
búsqueda de información sobre el contenido de hierro de la dieta y otros
factores que pueden estar asociados con el padecimiento: dieta que retardan la absorción: fitatos,
oxalatos, citratos. Dietas que aceleran
la absorción: sustancias reductoras: como el ácido ascórbico,
lactato, fructosa. La
deficiencia de hierro ocurre en etapas de severidad creciente. Primero (etapa
I) ocurre un agotamiento de los depósitos de hierro que se caracteriza por una
reducción de la ferritina sérica bajo lo normal (deficiencia latente de hierro
o depleción de los depósitos). Al progresar el déficit ( etapa II) se
compromete el aporte de hierro a los tejidos (eritropoyesis deficiente en
hierro) que se caracteriza en forma precoz por un aumento de la concentración
sérica del receptor de transferrina y más tarde se añaden una reducción de la
saturación de la transferrina y un aumento de la protoporfirina eritrocitaria
libre. En esta etapa ya se aprecia una reducción de la síntesis de hemoglobina,
sin embargo su concentración aún no cae por debajo del límite normal.
Finalmente se llega a la etapa III más severa de la deficiencia en la cual se
constata una anemia microcítica hipocroma(7). Para el diagnóstico de la deficiencia de
hierro se dispone de un grupo de análisis sencillos de realizar y de bajo
costo, que se utilizan en la pesquisa de esta patología (exámenes de tamizaje o
"screening") y otros más complejos o más caros que se emplean para su
confirmación. Entre los primeros se encuentran la medición de la hemoglobina
(Hb), hematocrito, volumen corpuscular medio (VCM) y prueba terapéutica. Los
exámenes confirmatorios incluyen las mediciones de la saturación de la
transferrina, protoporfirina libre eritrocitaria (PLE), hierro sérico, receptor
de transferrina sérica y ferritina sérica (FS).(7)
Una
concentración baja de hemoglobina que se asocia con hipocromía por lo general se debe a deficiencia
de hierro. La hemoglobina tiene una sensibilidad baja, pues su concentración no
disminuye sino hasta la tercera etapa del balance negativo de hierro. Su
especificidad también es baja, pues la concentración de hemoglobina se altera
ante la presencia de otros factores ajenos a la deficiencia de hierro, como
serían las variaciones diurnas, el
tabaquismo
y la deshidratación entre otras(7,8). La disminución en el hematocrito y la presencia de
hipocromía, microcitosis, anisocitosis y poiquilocitosis en los eritrocitos
habla de una posible deficiencia de hierro. La cuenta de reticulocitos ( frecuentemente disminuido en la anemia
ferropénica) es un indicador de la respuesta de la médula ósea ante el
tratamiento para corregir la deficiencia de hierro o la anemia(7,8).
El hierro sérico, la capacidad total de fijación y la saturación de la
transferrina son indicadores que reflejan la calidad del transporte de
hierro a los tejidos. Este proceso sufre un deterioro en la segunda etapa de la
deficiencia de hierro, por lo que tales indicadores son útiles para detectar
deficiencia a nivel del transporte(7,8). Un
aumento en la concentración de protoporfirina eritrocitaria libre es un
indicador sensible de un aporte insuficiente de hierro. Cuando las reservas de hierro se han agotado,
la protoporfirina se acumula en los eritrocitos ya que no existe hierro
suficiente para la síntesis del grupo hem. La protoporfirina eritrocitaria
libre proporciona información similar al porcentaje de saturación de la
transferrina(3,7). La ferritina sérica permite determinar la reserva corporal de hierro y es un indicador
del estado de nutrición en hierro que puede reflejar deficiencia, normalidad o
exceso. Una de las ventajas de determinar la ferritina sérica es que
proporciona prácticamente la misma información sobre el estado de nutrición del
hierro que una biopsia de médula ósea sin ser tan invasiva. La ferritina sérica
se altera en la primera etapa de la deficiencia de hierro. Cuando la
concentración de ferritina sérica es muy baja o igual a cero, expresa el
agotamiento de la reserva y es característica exclusiva de la deficiencia de
hierro. (3,7) Los receptores de transferrina son el indicador más
temprano de la incapacidad del organismo para mantener la eritropoyesis normal,
con la ventaja de que su concentración no se ve influida por la presencia de
infecciones. Es recomendable elegir al menos dos indicadores, pues está
demostrado que con ello se mejora en forma notable la capacidad para realizar
el diagnóstico.(3,8)
Debido a las consecuencias que
tiene la deficiencia de hierro sobre el estado de salud de la población, y en
especial durante el período de la infancia, este estudio tuvo como objetivo
evaluar la prevalencia de bajos depósitos de hierro y anemia ferropriva en
niños que asisten a la consulta de niño sano del Centro de Medicina Integral de la Comunidad
Miguel Peña de la ciudad de Valencia, Estado Carabobo.