La
sexualidad es una parte fundamental en la vida del ser humano, siendo la
función sexual un importante indicador de la calidad de vida, el cual está
influenciado por una variedad de factores físicos, psicológicos y sociales. La
salud sexual femenina es un fenómeno dinámico y multidimensional estrechamente
relacionado con la calidad de vida de la mujer, incluso después de ser sometida
a una histerectomía.
Durante la
vida femenina pueden acontecer determinadas enfermedades que conlleven, como parte
de su tratamiento, diversas intervenciones quirúrgicas ginecológicas, como son
las histerectomías abdominales o vaginales. Las vivencias que despierta una
histerectomía dependerán fundamentalmente de la personalidad, psiquis y los
valores de cada mujer, así como de las situaciones ambientales que la rodean,
incluyendo familiares, de pareja, sociales, culturales y laborales.
Posterior a una histerectomía, la
mujer puede mantener relaciones sexuales placenteras, ya que la realización de
ella no elimina el deseo, aun cuando se ha observado que, en algunas mujeres puede
disminuir psicológicamente el interés por las actividades sexuales. Por tanto,
es necesario considerar que la función sexual puede verse afectada en algunas
mujeres luego de una histerectomía debido a la influencia de factores
biológicos, psicológicos y socioculturales.
La histerectomía es una de las intervenciones quirúrgicas más frecuente dentro de la ginecología, la cual se realiza
en un amplio y variado universo de mujeres, en términos de edad, paridad, condición
social y educacional, sintomatología previa y causa operatoria. Sus
consecuencias inmediatas son el cese de las menstruaciones y la imposibilidad
de tener hijos, y en aquellos casos de mujeres en edad fértil, en las que la
histerectomía va acompañada de la extirpación de los anexos (ovarios y trompas
de Falopio), se produce además una menopausia artificial o quirúrgica (1).
La histerectomía es la segunda
cirugía ginecológica más frecuente, después de la cesárea, en mujeres en edad
reproductiva. En Estados Unidos dicha frecuencia se estima en alrededor de
650.000histerectomías cada año (2-5). La mayor cantidad de histerectomías se
encuentra en el grupo etario de 40 a 44años (6). Se estima que esta operación
es practicada en el 33 % de las mujeres norteamericanas, el 13 % de las
inglesas y el 9 % de las francesas (1,7). En Chile, más del 20 % de las mujeres
son sometidas a histerectomía, es decir una de cada cinco mujeres en algún
momento de sus vidas se verá sujeta a esta cirugía (8,9). La situación en los
otros países latinoamericanos es más incierta, de hecho, no se dispone de datos
acerca de la prevalencia de histerectomías en estos países, como sucede en
Venezuela actualmente.
Algunas mujeres perciben la
histerectomía como la pérdida de su feminidad. Estas mujeres suelen preocuparse
acerca de los efectos potenciales de esta intervención quirúrgica sobre la
función sexual. El tema es muy complejo, dado que los factores que intervienen,
ya sean físicos o psicológicos, tales como la relación con su pareja, los
efectos hormonales, el bienestar sociopsicológico, la indicación quirúrgica, la
raza, la cultura y el tipo de cirugía efectuada, ejercen influencias variadas e
incuantificables sobre la sexualidad. La histerectomía puede ocasionar cambios
en la actividad sexual, por ser una cirugía que afecta el aparato sexual
femenino, lo que tiene repercusiones directas sobre la sexualidad de la mujer,
al alterar su imagen, la autoestima, el estado reproductivo o al provocar
malestares o incomodidades físicas (2,10).
Más allá de los cambios positivos o
negativos en la salud mental, la histerectomía es un evento que provoca en
algunas mujeres un cuestionamiento acerca de su sexualidad y de su condición
femenina (10,11).
Existen variados mitos, creencias e
información errónea en relación a esta cirugía. Estos mitos y creencias surgen
frente a sentimientos de estar incompleta, falta o minusvalía, que las mujeres
no logran explicar, pero que experimentan con desazón, tristeza o irritabilidad
y dan cuenta de la valoración social negativa de la histerectomía. De modo que,
la histerectomía, a pesar de significar un cambio en la vida de la mujer, no es
el final de su vida sexual. Sin embargo, por diversas razones, muchas mujeres
durante esta etapa sienten temor de quedar sexualmente incapacitadas, limitando
de ese modo, y hasta inhibiendo, su propia capacidad de disfrutar
placenteramente de las relaciones sexuales, dando lugar a la impresión de que
su vida sexual ha finalizado (12).
No obstante, los resultados de varios
estudios clínicos han demostrado que muchas mujeres post histerectomía,
incluidas las sometidas a una histerectomía total, no tenían un descenso del
deseo o del placer durante las relaciones sexuales. Algunas incluso tenían un
mayor deseo y disfrutaban más por haberse librado del problema del embarazo.
Además, debido al cese de los síntomas pre histerectomía, como dolor abdominal
inferior y hemorragia, también mejoró el deseo y el placer sexual (3,12-14).
Esto parece obvio dado que, una vez
llevada a cabo la histerectomía, desaparecen las molestias e impedimentos que
hacían que las relaciones sexuales llegaran a ser incómodas e, incluso, molestas.
Es posible que las alteraciones en la función o el deseo sexual, así como en el
orgasmo, guarden estrecha relación con las ideas y sentimientos preconcebidos
respecto al útero y su pérdida.
Clínicamente, una mujer se recupera
por completo de la histerectomía durante un período de hasta seis meses después
de la intervención quirúrgica, mientras que otras no logran superar el impacto
de la histerectomía en su sexualidad afectando negativamente su calidad de
vida. En la mayoría de los casos, a los 6 meses se ha recuperado la salud
física y psíquica de la mujer histerectomizada, y la actividad sexual puede ser
incluso mejor que antes de la intervención por haberse resuelto los problemas
que le llevaron a la intervención o eliminado las amenazas a la salud que
suponía el no realizarla. Por otra parte, aunque la histerectomía supone la
extracción de tejidos enfermos o deteriorados, la preservación de la
sexualidad, tal como era vivenciada antes de la cirugía, es el gran desafío de
las mujeres sometidas a esta intervención (9,12,15). De allí, surge la
interrogante ¿Cómo influye la realización de la histerectomía abdominal en la
función sexual de este grupo de mujeres?
Urrutia y cols. (16), encontraron que
se produce una diferencia significativa entre las pacientes sometidas a
histerectomía solamente y las sometidas a histerectomía con ooforectomía en
cuanto a prevalencia y frecuencia de dispareunia al sexto mes, frecuencia de
orgasmo, frecuencia de relaciones sexuales y grado de excitación sexual. Por
tanto, la decisión de realizar una ooforectomía debe ser debe considerada con
precaución en el caso de las mujeres con bajo riesgo de cáncer de ovario,
considerando el riesgo individual de alteraciones sexuales, así como también,
el riego inherente a la misma cirugía.
Baabel y cols. (14) compararon la
respuesta sexual en mujeres posmenopáusicas según el tipo de menopausia
presentada, natural o quirúrgica, los autores concluyeron que existen
diferencias significativas en las fases de excitación y orgasmo entre ambos
grupos, reflejando en las mujeres que tuvieron una menopausia natural bienestar
sexual, vida placentera y salud.
La histerectomía puede ser motivada
por problemas ginecológicos de diferentes causas, incluyendo miomatosis,
endometriosis, hemorragias disfuncionales refractarias al tratamiento, cáncer de cuello uterino o de ovarios,
infecciones pélvicas, prolapsos genitales, entre otras. Mientras la mayoría de
las histerectomías se realizan en mujeres entre los 40 y 50 años de edad, en
algunos casos también tiene que practicarse a mujeres más jóvenes (10,11,18).
La histerectomía total si causa una
menopausia secundaria a la cirugía. Se ha considerado que la conservación del
cuello uterino mediante la histerectomía supracervical pudiera tener un efecto
con menor detrimento sobre la función sexual que la histerectomía total. En
ambos casos, la extirpación quirúrgica del útero es vivida por algunas mujeres
como una pérdida de la feminidad, lo cual puede llevar a un trastorno depresivo
y consecuentemente producir disfunción sexual (7).
Muchas mujeres consideran a la
histerectomía como una situación altamente preocupante y estresante, aun cuando
ellas hayan decidido someterse a la intervención, la cual genera fuertes
reacciones emocionales, influyendo negativamente sobre la recuperación
posquirúrgica. Algunos estudios han encontrado que la preocupación acerca del
funcionamiento sexual post histerectomía es la ansiedad preoperatoria más
frecuente (18,19).
Se ha informado que entre 20 % y 25 %
de las mujeres histerectomizadas presentan un deterioro en su vida sexual, así
como en la percepción de su feminidad, atractivo y deseo sexual, señalando que
el tercer mes posterior a la cirugía sería una etapa de transición entre la
sexualidad vivenciada preoperatoriamente y la establecida luego de la
histerectomía (9).
Los estudios que examinan la función
sexual después de la histerectomía son contradictorios y aunque el asunto no es
nuevo está rodeado de controversia. Varios investigadores han informado una
disminución de la respuesta sexual luego de una histerectomía abdominal total,
mientras otros han encontrado un funcionamiento sexual mejorado después de la
histerectomía (5,7,19).
Aunque para algunas mujeres, la
histerectomía significa el librarse de los síntomas que la causaron y poder
vivir con plenitud, para otras sucede lo contrario, y pueden sufrir los efectos
de una depresión como impacto psicológico de la experiencia relacionada con la
histerectomía. Por otra parte, varios estudios han demostrado que una mujer que
sufra de dolor pélvico y depresión en el momento de su histerectomía, podría
experimentar mejoría en la depresión, en el dolor pélvico, en la calidad de su
vida y en la función sexual después de la cirugía. De manera general, se ha
observado que el significado que la mujer le atribuye a la extracción del útero
se encuentra relacionado a una experiencia de pérdida, que, si bien conlleva un
alivio de la enfermedad, también implica dolor, tristeza y soledad. No
obstante, la mayoría de estas mujeres mejoraron sustancialmente sobre su línea
basal preoperatoria en las áreas de su calidad de vida y función sexual
evaluadas. Asimismo, la mujer histerectomizada evidencia mejor calidad de vida
que la mujer con trastornos ginecológicos, en lo que se refiere al funcionamiento
físico, dolor corporal, funcionamiento sexual y dimensión psicológica
(8,18-22).
Sea cual sea la causa, la
histerectomía va acompañada de alteraciones de la sexualidad femenina debido a
una serie de razones biológicas y psicológicas. Los problemas sexuales
posteriores a esta intervención pueden ser continuación o evolución de
dificultades ya existentes anteriormente. Si la mujer asocia su sexualidad con
la reproducción únicamente, seguro experimentará una disminución de la libido y
de su capacidad de respuesta sexual, ya que después de la intervención la
función reproductora es imposible (10,11,18).
A pesar de que la histerectomía tiene
poca influencia en la capacidad de orgasmo, la intensidad subjetiva y el placer
orgásmico parecen cambiar después de la cirugía en un tercio de las mujeres. La
extracción del útero puede afectar esta dimensión del funcionamiento sexual ya
que las contracciones uterinas se han asociado con el nivel de sensibilidad,
placer sexual y orgasmo. Muchas mujeres depositan en este órgano una de las
fuentes del placer sexual, tanto por los movimientos como por las contracciones
que se originan en él en el momento del orgasmo. La existencia de esta creencia
explica el hecho de que algunas mujeres se quejen de disminución de la respuesta
sexual después de la extracción quirúrgica del útero (4,15).
No obstante, a pesar de algunas
excepciones, en varios estudios clínicos (12-15) se ha observado que la mujer
que se ha sometido a histerectomía es capaz de disfrutar más de la actividad
sexual y ser más receptiva sexualmente que antes de la intervención. Asimismo,
ese beneficio también ha sido observado en el caso de las mujeres con prolapso
genital, quienes presentan una pobre función sexual; la cirugía reparadora del
prolapso genital, sin histerectomía, por técnicas convencionales mejoró
significativamente la función sexual de las pacientes con disfunción del piso
pélvico, permitiéndoles obtener a estas mujeres una vida sexual más placentera,
con mejoría evidente de su calidad de vida (20).
La mayoría de las pacientes con
carcinoma cervical diagnosticado en etapas tempranas son desde jóvenes hasta de
edad mediana. Ellas son sometidas a una histerectomía radical y tienen una
excelente sobrevida a largo plazo, sin embargo, viven con las consecuencias del
tratamiento quirúrgico que reciben, el cual pudiera repercutir en la función
sexual. De manera que, en tales casos, el pronóstico en la calidad de vida,
incluyendo la función sexual, actualmente está recibiendo mayor atención.
Varios estudios han sugerido que la histerectomía radical por sí sola no tiene
un impacto adverso sobre la función sexual de pacientes que reciben este
procedimiento quirúrgico (23).
En lo que se refiere a la respuesta
sexual humana, de acuerdo con los trabajos de Masters y cols. (24), para
estudiar las reacciones funcionales, tanto en el hombre como en la mujer, esta
se divide en cuatro etapas sucesivas:
- La etapa de excitación se caracteriza por el
inicio de sensaciones eróticas, seguidas por un estado eréctil en el hombre y la
lubricación vaginal en la mujer.
- La etapa de meseta es el estado de excitación
más avanzado, inmediatamente anterior al orgasmo. Existe en esta fase una
congestión local de los órganos sexuales primarios en ambos sexos.
- La etapa del orgasmo es la más placentera del
acto sexual.
- La etapa final es la de resolución, en la cual
las respuestas fisiológicas locales específicas del sexo disminuyen y se
regresa a su estado basal.
La disfunción sexual puede definirse
como la existencia de problemas recurrentes durante cualquier fase del ciclo de
respuesta sexual que ocasionan ansiedad, depresión o afectan a la relación con
la pareja disminuyendo el nivel de placer y satisfacción sexual e incidiendo
sobre el deseo sexual y la activación sexual. De manera que, la expresión
disfunción sexual luego de la histerectomía se utiliza para referirse al
conjunto de alteraciones de la respuesta y conducta sexual que ocurren como
consecuencia de la intervención quirúrgica afectando los patrones normales o
usuales del interés y respuesta sexual de la pareja (3).
Es sabido que, cuando hay problemas
de disfunción sexual después de una histerectomía, la orientación adecuada, así
como un tratamiento que acompañe y ayude a la mujer a superar esa crisis,
permitirán restablecer el equilibrio perdido y con ello, el placer y las ganas
de vivir, otorgándole la debida autoridad para recorrer esta etapa de su vida
con una actitud positiva, logrando una vida sexual satisfactoria, una
coexistencia placentera con la pareja y la familia, sin señales o síntomas que
denoten malestar o enfermedad.
Con respecto al reinicio de la vida
sexual posterior a la histerectomía, debe considerarse el componente subjetivo
en la mujer, es decir, el momento en que ella se siente capacitada para
reiniciar su vida sexual, cobrando gran importancia las expectativas sexuales,
el sentimiento de seguridad y confianza en sí misma y el estilo de su relación
de pareja. Si las mujeres histerectomizadas tienen expectativas sexuales
negativas, enfrentarán la sexualidad con ansiedad y conductas evasivas (1).
En cuanto al aspecto psicológico de
una mujer después de la histerectomía, se ha señalado que, pueden ocurrir
diferentes reacciones psicológicas frente al problema, las cuales suceden en
tres fases de la manera siguiente:(10,15): Primera fase: de conmoción,
incredulidad o incluso negación. Durante esta fase hay disminución de la
confianza en sí misma, dudas sobre ella misma, y sentimientos de culpa y miedo
ante la intervención. Segunda fase: sucede generalmente cuando el tratamiento
quirúrgico ya ha sido realizado. Se produce una afectación con gran depresión,
pues la posibilidad de menstruar y reproducirse ya no es posible. Aparece la
irritación, la furia, la culpa, la soledad y la depresión, así como el duelo en
solitario, generalmente sin apoyo. En otros casos, aparece la resolución y
aceptación de la situación que se presenta. Tercera fase: de aceptación y
conformidad. Es una fase muy difícil, pues no siempre la mujer ha resuelto su
dolor o duelo con su cuerpo y con ella misma, y puede no ser capaz de tomar
decisiones informadas y racionales sobre las posibles alternativas de vida
sexual y social futura.
Estas reacciones
psicológicas hacia la histerectomía tienen un efecto importante sobre la
sexualidad femenina y la respuesta sexual humana en general. Entre ellas, la
más generalizada es la percepción de una disminución de la autoestima, por
sentir su propia imagen corporal alterada, considerándola dañada, incompleta y
defectuosa, por lo que las mujeres pueden sentirse sexualmente poco atractivas,
lo que conlleva a una disminución del impulso sexual, con disminución
igualmente de la respuesta sexual, del placer o el disfrute durante la relación
sexual, que provoca, en algunos casos, que la mujer se sienta asexual. En
algunos casos, se producen, igualmente, alteraciones en cuanto al ritmo,
variedad y frecuencia de las relaciones sexuales, dando lugar a una disfunción
sexual (25).
Las intervenciones quirúrgicas de
cualquier índole, incluyendo la histerectomía, pueden tener complicaciones,
entre las que se encuentran principalmente las infecciones, los traumas y las
dificultades en la curación de la herida, siendo dichas complicaciones
relativamente más frecuentes en la histerectomía por vía abdominal, la cual
parece relacionarse con una mayor morbilidad en forma de hemorragia
intraoperatoria, dolor de la herida, fiebre y retención urinaria durante el
posoperatorio (26,27).
Es conveniente mencionar la necesidad
e importancia de la participación activa de la pareja masculina en la
preparación previa a la histerectomía y en cuidados posoperatorios de este tipo
de cirugía, pues mediante un adecuado nivel de información se pueden mejorar
los rendimientos sexuales después de la intervención, que muchas veces están
ensombrecidos por el desconocimiento, los mitos y las falacias que sobre este
tema tienen las parejas. Educar a los hombres parejas de mujeres sometidas a
histerectomía es una acción fundamental para apoyar a aquellas mujeres que se
les practicará a una histerectomía, siendo necesaria su incorporación en el
plan de cuidados de ellas (28).