Dr. Francisco de Venanzi. Artista de la ciencia, enamorado de savia universitaria
Siempre a la cabeza del quehacer científico
Diversas
fueron las patologías estudiadas por Francisco De Venanzi. Como científico,
se preocupó por el análisis concienzudo del bocio endémico,
la diabetes, la (des) nutrición y otros aspectos vinculados con la
bioquímica, la fisiología, la endocrinología y el metabolismo:
El científico se afana por alcanzar la verdad
y aprecia las enormes dificultades para trazar el cuadro completo de la
realidad. Se mueve en un mundo que abstrae y simplifica a conciencia, utilizando
sentidos y medios instrumentales fácilmente contaminados por el error.
Deriva de su imposibilidad de aprehender integralmente la luz universal,
la modestia y la sencillez de hábitos que son casi una norma de los
grandes investigadores científicos... Ese cuadro imperfecto de la
realidad es también motivo de satisfacción para el hombre
de ciencia. Puede transmitirse en el tiempo como una herencia inapreciable
y reproducida, dadas las mismas condiciones, a enormes distancias. Puede
ser mejorado y completado por investigadores que nunca conocieron personalmente
a sus antecesores. [1].
Esa capacidad creadora y transformadora, inherente a los profesionales de la
ciencia, lo motiva cada vez más a una progresiva actualización
de sus conocimientos. Por eso, decide continuar sus estudios en el exterior
y obtener el Master of Science en Bioquímica en la Universidad de Yale
(EE.UU.), en julio 1945; además de asistir al XVII Congreso Internacional
de Fisiología, llevado a cabo en Oxford (Inglaterra) en 1947.
En
1949 realiza un curso de entrenamiento en el uso de radioisótopos, efectuado
en el Veterans Administration Center de Los Ángeles, California (EE.UU.),
experiencia que posiblemente le sirvió como catalizador y antecedente
fundamental para emplear, por primera vez en Venezuela, ese elemento químico
en el tratamiento diagnóstico y terapéutico del bocio endémico.
Habiendo fundado la Asociación Venezolana
para el Avance de la Ciencia (Asovac), en marzo de 1950; una vez lograda
-como cofundador- la primera edición de la revista Acta
Científica Venezolana, en junio de ese mismo año; y efectuado,
en febrero de 1951, la Primera Convención Anual de dicha organización,
De Venanzi trabajó incansablemente en esta patología tiroidea,
sobre todo desde las instalaciones del Instituto de Investigaciones
Médicas o Fundación Luis Roche, de la cual fungió como
Director Asociado desde 1953 hasta 1958.
Aunque ya para 1951 De Venanzi había hecho un estudio sobre la fisiopatología
del bocio endémico -es decir, se había ocupado del funcionamiento
de los órganos, aparatos y sistemas enfermos con el fin de detectar sus
alteraciones y sus repercusiones sobre el individuo-, no fue sino hasta 1953
cuando usó, desde la Fundación Luis Roche, el yodo radiactivo
para el tratamiento de esa enfermedad. De Venanzi no sólo fue el primer
científico que sugirió estudiar el bocio por medio del isótopo
radiactivo de ese halógeno, sino que fue uno de los organizadores de
la expedición hacia el pueblo andino de Bailadores (Mérida) que
confirmaría, luego de esa y otras jornadas de investigación, su
teoría sobre la incidencia de la carencia de yodo en el surgimiento de
esta dolencia.
Una vez creada la Fundación Venezolana
para el Avance de la Ciencia (Fundavac) en septiembre de 1954 por De Venanzi,
este hallazgo (la relación yodo-bocio) sería recompensado en 1955
con el Premio Nacional de Ciencia, otorgado por el Ministerio de Educación,
año en el que también presenta la ponencia sobre el bocio endémico
en Bailadores en la V Convención de la Asovac. Un año después,
De Venanzi, junto a Marcel
Roche y Coll García, publicarían el trabajo ?La Planificación
de un programa de Profilaxis del Bocio Endémico en Venezuela? a
través de la yodificación de la sal de consumo diario, propuesta
que fue implementada por el Estado venezolano algún tiempo después.
El interés de De Venanzi no se restringió únicamente al
desarrollo de la ciencia. También se encauzó a la divulgación
de esos resultados. En este sentido, mantuvo recurrentemente una columna en
el diario El Universal llamada "¿Le gusta a Ud. la ciencia?";
creó el programa de televisión Ventana a la Ciencia, auspiciado
por Fundavac; propició la elaboración de la revista Acta Médica
Venezolana, formando parte de su Consejo Redactivo en los primeros
años; además, escribió en diversas oportunidades en distintas
publicaciones periódicas, nacionales y extranjeras, sobre temas científicos
y universitarios.
Anemia y diabetes: vetustas inquietudes
Sus primeros trabajos investigativos se relacionaron con el estudio de la desnutrición
proteica en individuos de las clases más desprovistas del país.
La Caracas de la década de los ?40 sufría los estragos de
esta terrible patología, situación a la que De Venanzi no se mostró
indiferente. Las reducidas cifras de proteinemia, concentración de vitaminas
A y C en el suero, y excreción urinaria de nitrógeno, además
de los alarmantes resultados arrojados por la primera encuesta nutricional hecha
en Venezuela, le sirvieron de base para escribir en su tratado sobre Avitaminosis
A (1945), lo siguiente:
Hace ya muchos años, desde que comenzamos nuestros
estudios médicos, venimos sintiendo la angustia del hambre venezolana.
Y es que por nuestras tierras andan los hombres que nacen marchitos, vegetan
y mueren, ocupando un ciclo en el tiempo que difícilmente puede llamarse
vida, ya que es un proceso fallo de plenitud física y de completo
desarrollo psíquico que son los atributos del concepto que cubre
la mente cuando se dice: HOMBRE NORMAL (...) [2].
Ya
su Tesis Doctoral (1942) había ahondado profundamente en el delicado
tema de la desnutrición, arrojando que el 80% de la población
estudiada presentaba hipoprotidemia. El trabajo sobre la Avitaminosis A
logró precisar las bajas cifras de esta vitamina y de caroteno en el
suero de la muestra manipulada, resultado poco sorpresivo si se toma en cuenta
la exigua ingesta de alimentos ricos en estos compuestos por parte de la clase
trabajadora de Caracas.
Es así como vemos que sus primeras 20 publicaciones,
de un total de 98, se relacionan con el área de la nutrición,
no siendo casual, por lo tanto, que en su último año de actividad
organizara un nuevo Laboratorio dentro de su Sección de Investigaciones
Metabólicas y Nutricionales (en el Instituto de Medicina Experimental
de la UCV), destinado a evaluar con metodologías más modernas
la situación nutricional de la Caracas del presente; y que su última
publicación (Interciencia 1988) estuvo dirigida a confirmar la presencia
de deficiencia de calcio y fosfato en bovinos de diversos estados venezolanos
azotados por el llamado Síndrome Parapléjico del ganado bovino,
cuya etiología primaria o al menos condicionante ha sido atribuida
a una deficiencia de estos elementos producida por el consumo de pastos
crecidos en suelos deficientes en fósforo, calcio, sodio, potasio
y magnesio. En cada uno de estos trabajos sobre nutrición, De Venanzi
destinaba un espacio dirigido a la denuncia y a las medidas terapéuticas
recomendadas, considerando que éstas eran precisamente las más
difíciles de lograr, por cuanto tenían que ver con la elevación
de la educación y del nivel salarial de los afectados. [3].
En 1961, cuando ya se encontraba en la rectoría de la Universidad Central
de Venezuela (1959-1963) y meses antes de asistir al IV Congreso de la Asociación
Latinoamericana de Ciencias Fisiológicas (Brasil), De Venanzi dedica
parte de su retórica al problema de la alimentación, reconociendo
una vez más que el déficit proteico tiende a sobrepasar los alcances
mismos del acto de comer:
La deficiencia de proteínas, una de las carencias
que ha recibido mayor atención por parte de los investigadores nacionales,
podría disminuir con un consumo mayor de pescado y leche... El consumo
de sardina podría incrementarse con una activa propaganda de carácter
institucional... Al lado de cuanto pueda hacerse para elevar la producción
de alimentos, su abaratamiento y mejor distribución juega papel capital
la correspondiente tecnología... Desde el salado de origen ancestral,
pasando por la preservación con azúcares, aceites y vinagres,
hasta los modernos procedimientos de enlatados, pasteurización, desecación,
refrigeración, congelación, etc., tendrán su debida
importancia en el mejoramiento de la alimentación de los venezolanos.
[4].
Con respecto a la diabetes, Francisco De Venanzi se mostró igualmente
persistente, a tal punto de que consiguió demostrar que algunos pacientes
con esta patología eran capaces de segregar insulina en niveles normales,
esto como consecuencia de una relativa resistencia a la hormona y por el reducido
efecto hipofosfatémico observado al momento de administrar insulina a
los pacientes diabéticos. El experimento que permitió vislumbrar
este descubrimiento científico se basó en el incremento de la
glicemia y en el descenso de los niveles de fósforo en 19 mujeres embarazadas.
Con esta experiencia, De Venanzi confirmó dos hipótesis: la primera,
que la diabetes no necesariamente se da en individuos con baja secreción
de insulina (incluso, se pueden clasificar en diabéticos que segregan
insulina y diabéticos que no segregan insulina); la segunda -y quizás
la más significativa- que esa aparente incongruencia se debe a la resistencia
de la hormona glucagon, utilizada en el tratamiento de la enfermedad.
Aunque De Venanzi había avanzado sus estudios de forma particular, fue
en el Instituto de Investigaciones Médicas (Fundación Luis Roche)
donde se logró demostrar tales especificaciones.
Con la ayuda del personal de la Cervecería Caracas,
se determinó la prevalencia de diabetes en los trabajadores. En el
Instituto se demostró el efecto hiperfosfatémico del glucagon,
la hormona hiperglucemiante pancreática. En pacientes diabéticos,
en los cuales la administración endovenosa de glucosa, vía
venosa, del glucagon, producía un descenso marcado del fósforo
plasmático, lo que indicaba que es un efecto propio de esta hormona
y no un resultado de la secreción reaccional de insulina, ocasionada
por la hiperglucemia. Este papel del glucagon fue ulteriormente demostrado
en perros pancreatectomizados y aloxanizados, y dio lugar a numerosos trabajos
efectuados luego en el Instituto de Medicina Experimental y en otros laboratorios
del extranjero. [5].
Luego de la disolución de la Fundación Luis Roche, De Venanzi
continuó su larga lista de investigaciones y adelantos científicos
dentro de la Universidad Central de Venezuela, bien sea creando nuevas escuelas
e institutos o fortaleciendo los ya existentes. Armonizando su faceta como Rector,
docente e investigador de la UCV, Francisco De Venanzi sentó la plataforma
de lo que, en la actualidad, forma parte de la historia de una valiosa universidad
y de un verdadero ideal de futuro.
__________
[1] De Venanzi, Francisco. Presentación del Dr. Charles H. Best
como nuevo Doctor Honoris Causa de la Facultad de Medicina de la UCV. Caracas,
6 de marzo de 1959. Extraído de Homenaje a De Venanzi en el I aniversario
de su muerte. Boletín del Archivo Histórico, Número
7, Tomo I. Ediciones de la Secretaría de la UCV. Caracas/Venezuela, 1988
(suministrado por la Dra. Itala de Becemberg, actual Directora del Instituto
de Medicina Experimental de la misma casa de estudios).
[2] De Becemberg, Itala. "Doctor Francisco De Venanzi: 47 años
de Actividad Científica". Editorial del Boletín AVB,
Asociación Venezolana de Bioquímica. Año VIII, Nº
4, 1988.
[3] De Becemberg, Itala. "Gente de ciencia. Dr. Francisco De Venanzi
DE Novi". Revista de la Facultad de Medicina. Vol. XI, Nº
1, 1988.
[4] De Venanzi, Francisco. Discurso pronunciado en el III Aniversario
de la Facultad de Ciencias. Inauguración del Laboratorio de Tecnología
de Alimentos y del Laboratorio de Cálculo. Caracas, 13 de marzo de 1961.
Extraído de Homenaje a De Venanzi en el I aniversario de su muerte.
Boletín del Archivo Histórico, Número 7, Tomo I. Ediciones
de la Secretaría de la UCV. Caracas/Venezuela, 1988 (suministrado por
la Dra. Itala de Becemberg, actual Directora del Instituto de Medicina Experimental
de la misma casa de estudios).
[5] Roche, Marcel. "El discreto encanto de la marginalidad".
Extraído de Homenaje a De Venanzi en el I aniversario de su muerte.
Boletín del Archivo Histórico, Número 7, Tomo I. Ediciones
de la Secretaría de la UCV. Caracas/Venezuela, 1988 (suministrado por
la Dra. Itala de Becemberg, actual Directora del Instituto de Medicina Experimental
de la misma casa de estudios). |