Abril-Junio 2004 19
ISSN 1317-987X
 
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Personajes
 





Dr. Francisco de Venanzi. Artista de la ciencia, enamorado de savia universitaria

Testimonio vivo de una discípula aguerrida


Incluso en los malos momentos es posible detectar situaciones agradables capaces de aminorar la brumosa atmósfera que suele formarse en coyunturas de ese tipo. Cuando Venezuela comenzaba a transitar nuevamente por un periodo dictatorial (esta vez protagonizado por el general Marcos Pérez Jiménez), escasas eran las personas que continuaban su recorrido vital con entusiasmo y valentía. Itala de Becemberg puede levantar la mano con orgullo.

Haber conocido a Francisco De Venanzi significó un alivio, una ventana abierta, una posibilidad de mirar hacia delante, un desafío. Mientras De Venanzi dictaba la cátedra de Fisiopatología y Patología General en el Instituto de Medicina Experimental de la UCV, la actual Directora de dicha instancia académica escuchaba atenta como una de sus alumnas. Esta época coincidió con el allanamiento perpetrado por la Junta Militar de Gobierno en 1951, según lo dispuesto en el famoso decreto 321 creado por esa misma autoridad. "Me tocó la suerte de que, a pesar de que perdimos varios meses de clases después de la dictadura, regresara a la cátedra y comenzamos a ver la materia como queríamos en ese momento?, señala de Becemberg al rememorar el lapso durante el cual el Dr. De Venanzi se alejó del ambiente universitario. "Luego tuve contacto con él después de graduada porque fue jurado de mi tesis doctoral", haciendo efectivo el Postgrado en Ciencias Médicas.

Asimismo, y gracias a la labor desarrollada por De Venanzi, Itala de Becemberg pudo asistir dos meses a un laboratorio en los Estados Unidos en 1971, "a fin de no perder el tiempo mientras la Universidad se encontraba allanada. Eso hasta el Dr. De Venanzi lo preveía".

La relación entre ambos veteranos científicos se tejió fácilmente, no queriendo decir con esto que "estaba de acuerdo con él en todo. Si con alguna persona peleaba era con él, y él me aguantaba todo. Discutíamos mucho, pero aprendí mucho de él con la Coordinación Académica, porque yo era la Coordinadora Académica de la cátedra de la que se jubiló. Todos los días se aprendía algo de él, a tal punto de que conservo aquí en mi oficina una fotografía donde están él y Humberto García Arocha. Ella me sirve de inspiración en los momentos difíciles".

Quien considera que De Venanzi "no se dejaba llevar por las circunstancias", intenta describir la figura del "Rector Magnífico" sin dejar pedazos por fuera, sin fragmentarlo hasta transfigurarlo. Por eso cree necesario afirmar que "lo más completo sería decir que el Dr. De Venanzi era todo un ciudadano, abarcando de esta forma la parte científica, académica, la parte de hombre ciudadano y la parte universitaria a carta cabal. Algunas personas en forma de chiste decían que no dejó nada por hacer. Esa es una opinión de la mayoría de la gente de la Universidad. Hizo lo que le correspondía para su época, y yo considero que hasta se le adelantó", sentencia la Dra. de Becemberg.

Esto lo menciona, entre otras razones, por la actitud asumida por Francisco De Venanzi cuando decidió -sin miramientos- emprender la fundación de la Asociación para el Progreso de la Investigación Universitaria (APIU) que "hoy día vemos cómo ha evolucionado. Fue atacado por su creación porque se pensó que estaba dando un golpe a la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (Asovac), pero eran cosas distintas, y el tiempo así lo ha demostrado. En lugar de ser una competencia, una es coayudante de la otra. Son más bien aliadas, se potencian en vez de atacarse".

Haciendo honor al populoso refrán que dice que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, la Dra. Itala de Becemberg reconoce que "uno se da cuenta es a posteriori de todo lo que uno está recibiendo y de lo que se absorbe de parte de personas como él. Hoy día me pregunto qué hubiera sido de mí si no lo hubiera conocido".

"Siempre ha sido un ejemplo -prosigue-. Cuando tenemos dificultades, pensamos en lo que él hubiese hecho en esas condiciones. Ese fue el ejemplo de los verdaderos maestros. Le agradezco mucho a mi suerte por haberlo conocido, y a él por haberme ayudado a independizarme".

Tímido ante sus ojos, De Venanzi "era un gentil hombre en todas sus dimensiones. Era un hombre de gran ciudadanía. Trataba de que se cumpliera cabalmente todo en la Cátedra. No dejó nada por hacer", afirma la Dra. Itala de Becemberg, quien se mantuvo cerca de De Venanzi hasta pocos días antes de su defunción. "Era bastante coqueto y muy elegante. Por eso, cuando vi que en las últimas etapas de su vida le sobrevino una parálisis facial, pasó por mi cabeza que el Dr. De Venanzi no lo iba a aguantar. La última vez que lo vi se estaba mirando en el espejo, y me dije que esa depresión no la iba a soportar. Efectivamente, a las dos semanas ya había muerto".

Aunque dejó las aulas de clases y las inmediaciones del Instituto de Medicina Experimental de la UCV, Francisco De Venanzi todavía permanece cerca de discípulos como la Dra. Itala de Becemberg, bien sea en una fotografía colgada en la pared, en su corazón, en su pensamiento o en sus ojos siempre queriendo reaccionar.

Pizcas de un ciudadano probo
Siempre a la cabeza del quehacer científico
Ucevista a capa y espada
Baúl de fértiles y copiosos escritos
Galardones y homenajes recibidos
Testimonio vivo de una discípula aguerrida

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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