Los estudios reportados sobre la Muerte, en general se orientan a
mirarla como hecho social, buscando aproximarse a su sentido histórico, sus
significaciones, las cuales como se señaló, varían según el ambiente socio
cultural, los sistemas de creencias y las tradiciones, destacando en esas revisiones
el interés por los problemas de la muerte, que han mostrado diversas
disciplinas científicas (antropología, sicología, sociología) grupos sociales y
líderes religiosos (1,5,11,12). De forma diferente, el presente
estudio enfocó su interés en explorar como experimentan la muerte como fenómeno,
los estudiantes de medicina que están próximos a graduarse partiendo de
considerar que desde su formación ya forman parte del grupo humano que por su
labor, están propensos a tener contacto con esta realidad. Esta incluye
encontrarse con el dolor, el sufrimiento, las angustias, los temores e
incertidumbre del fin de la vida, para quien muere, para quienes le aman, y
para quienes están cerca por causa de su trabajo. En ese sentido, coincidimos
con los planteamientos de Morín (21), al destacar que desde donde se
aborde el tema de la muerte, resulta un campo de estudio muy complejo o
multidimensional. La escasez de datos publicados donde se hayan evaluado la
actitud o la percepción que tienen sobre la muerte, los estudiantes y el
personal de ciencias de la salud, parece sugerir, que este sigue siendo un tema
tabú o difícil de abordar. En los resultados de la muestra, destaca que todos los encuestados han pensado que se enfrentaran con la muerte en
el ejercicio diario. Aun
cuando la mayoría definió la muerte como algo natural,
hubo una tendencia a no aceptarla como tal, cuando observamos que en
casi la mitad de los casos de la muerte de un familiar, hay una inclinación a
no aceptarla, inclusive a negarla como realidad propia. Autores revisados, han insistido en la
materia, señalando que este profesional tiende a la negación de esta realidad (22),
e incluso a abandonar a su paciente cuando más lo necesita (5,6,9).
El médico también siente angustia e
impotencia, incluso frustraciones, a veces al ver que llegó a los límites de la
ciencia y la tecnología, y se queda quizás sin herramientas para acompañar,
apoyar, consolar. En el análisis de las respuestas sobre
la preparación de los estudiantes para enfrentar la muerte de un familiar o de
sus pacientes, llamó la atención que 69% de los estudiantes encuestados
respondió estar preparado para atender la muerte de pacientes externos,
mientras 59% no estuvieron preparados en caso de que se tratara un familiar. Es
muy revelador que el 90% de esta muestra, respondió afirmativamente sobre la
necesidad de instrucción durante su formación, con las herramientas adecuadas
para enfrentar la situación de la muerte en su ejercicio futuro, coincidiendo
con otros autores (12,14,15,23) que hicieron notoria la exigencia de
que se brinde preparación al personal de salud en el manejo del fin de la vida
y se reafirme una actitud positiva manifiesta en calidad de la atención con
disminución de temores y ansiedad. Esto evidencia la influencia del componente
afectivo que impacta la muerte de familiares o seres queridos. Por otro lado,
los datos pudieran mostrar una tendencia a no involucrarse con la muerte de los
pacientes, lo cual a su vez puede aparecer como una actitud aprendida en el proceso de formación. Como señala Rodríguez (13), hay
actitudes que se aprenden frente a la muerte. Un aspecto interesante para
estudiar para estudiar con mayor profundidad en futuros abordajes de esta área
de investigación. En cuanto a la eutanasia, las respuestas reflejan una actitud
“ligera” en la muestra, frente a un tema tan delicado, que se ha complicado con
los avances en genética y biología molecular, y que sin duda, hace necesaria
una reflexión profunda en los estudiantes y profesionales del área de la salud.
En contraposición, Muller-Busch, Oduncu, Woskanjan y Klaschik(24) reportan que sólo un
9,6% de los médicos encuestados apoya la legalización de la eutanasia.
Estos aspectos resultan
claves en este análisis sobre el proceder de los estudiantes, pues habría que
considerar hasta qué punto la formación del médico está tan orientada al
enfoque biologicista, con los mejores avances científicos y tecnológicos, al
punto que se está olvidando tratar en profundidad estas necesidades y dilemas
bioéticos del ser humano, que comprometen nuestra dignidad como personas, en
una sociedad deshumanizada (13,25). En esta situación sufren las
consecuencias tanto el paciente quien tiene derecho a vivir y morir con la
mayor paz y dignidad posible, como el personal de salud y los estudiantes,
quienes también sufren ante la impotencia de “no poder hacer mas nada” o por
sentir que no están capacitados para entender y ayudar al paciente y la familia
que están sufriendo esta inexorable situación. Refiere Kasper (citado en Pacheco26)
"parece que los médicos tienen más miedo a la muerte que los
enfermos". Por lo tanto, parece relevante incorporar
la discusión de estos temas tanto en pregrado como en postgrado, asumiendo la
Bioética como una asignatura obligatoria del pensum de estudios de Medicina,
para garantizar que el estudiante sea formado integralmente, incluyendo el
desarrollo de capacidades para enfrentar esta situación. Por ejemplo conocer
más los aspectos psicológicos, religiosos y éticos para comprender y respetar,
para ayudar y acompañar mejor a quienes lo necesiten. Los resultados preliminares del presente
estudio, muestran que hay limitaciones para tener un mayor acceso a ciertos
aspectos emocionales y de la conciencia de los individuos, de lo que ellos han
sentido o vivido en experiencias relacionadas con la muerte; y sugieren la
posibilidad de considerar otras metodologías para estudios sobre la percepción
y los impactos de estas realidades complejas, tales como los estudios
fenomenológicos. Se
puede concluir que
aunque hay una posición variable frente a la muerte, la muestra estudiada
revela una tendencia en los estudiantes a pensar con frecuencia que se van a
enfrentar a ella en su ejercicio profesional, reconocen que necesitan ser
preparados en su formación profesional para enfrentar esa situación. Igualmente, siendo esta área de
investigación compleja y multidimensional, parece estar apenas en evolución, y
requiere de la incorporación de equipos y proyectos de investigación
multidisciplinaria que consideren nuevas metodologías para su abordaje.