Los cuerpos extraños intratorácicos (CEIT) se definen como aquellos objetos o tejidos situados en forma anormal en el mediastino o en alguno de los órganos que se encuentran en la cavidad torácica. Son infrecuentes en pediatría, a diferencia de la presencia de estos hallazgos en la vía aérea, ya que generalmente la vía más usual de entrada es la inhalatoria, siendo más frecuente en niños menores de cinco años, pero también pueden migrar por la vía hematógena desde el esófago o por vía transcutánea causada por traumatismos penetrantes o cirugía de tórax ^(1,2).

Las sintomatologías en estos casos pueden desarrollarse en dos fases. En una primera etapa hay tos intensa, disnea de grado variable. En una segunda fase, el paciente se vuelve asintomático hasta que tiempo después aparece un cuadro de neumonía de lenta resolución que sólo resuelve con la extracción del cuerpo extraño por cirugía ^(1,2,3).

Pero también pude evolucionar de forma aguda, como en los traumatismos penetrantes del tórax, o hasta de forma subaguda y crónica, que origina el ingreso del paciente por tos productiva, debido a que estos pueden desatar reacciones inflamatorias crónicas alrededor del objeto sobre todo en los de origen vegetal que incluso contribuyeran a limitar su migración ^(4,5), y que se pueden presentar y confundir muchos años después como, abscesos pulmonares o bronquiectasia, demostrando en los estudios de imágenes la presencia del cuerpo extraño o sus fragmentos. Pero esto pueden alcanzar estructuras como el hilio pulmonar, mediastino, pericardio y otras, lo que los hace particularmente peligrosos y justifica el tratamiento por toracotomía abierta o videotoracoscopia asistida, ya que permiten una adecuada exploración de las estructuras intratorácicas y reparar lesiones potencialmente letales ^(6,7,8).