Aunque
el principal objetivo de este estudio fue determinar si existe correlación entre
la natriurésis y el ITCH, resulta
evidente que hay que tomar en cuenta ciertas variables como la edad, el género,
la antropometría y el componente cardiometabólico, que eventualmente pudiesen intervenir en el establecimiento de tal correlación.
Clásicamente
se ha reportado que el sexo femenino presenta menor concentración de
triglicéridos séricos y mayor de c-HDL si se compara con el masculino, al menos hasta la menopausia(21),
tal como se corroboró en el presente estudio (Tabla 1). También es sabido que
en mujeres menores de 50 años, la
prevalencia de Hipertensión Arterial es menor, sin embargo, luego de la menopausia las
mujeres describen un incremento de la PA,
de los triglicéridos y una disminución del c-HDL(21), por lo que esperaría encontrarse que el comportamiento
del ITCH también mostrara variaciones con el sexo y la edad. En este sentido, en el
presente trabajo dicho índice fue mayor en el sexo masculino (Tabla 1), en sujetos mayores de 39 años (Tabla 2) y
dentro del grupo del sexo femenino, mostró un incremento significativo a partir
de los 40 años de edad, lo que pareciera confirmar el papel que tiene este índice como factor predictivo de
enfermedades cardiovasculares descrito anteriormente. Este resultado se asemeja
al reportado previamente en japoneses, donde se determinó que el ITCH fue mayor en el grupo de mujeres de 60 a 70 años
de edad, al compararlas con el que presentaron las mujeres de 35 a 40 años de
edad, mientras que entre hombres de ambos grupos etarios de esa población,
dicho índice fue semejante(16).
La
mayor excreción renal de sodio registrada en el sexo masculino en esta
investigación, pudiese ser atribuible a muchos factores, dentro de los que
figura la elevada ingesta de sal por parte de este sexo. Se ha establecido que
la determinación de la natriurésis en 24 horas, puede dar un estimado de la
ingesta de sodio(22), lo que corroboraría, al menos en parte, el
resultado obtenido en este trabajo. Así, en un metaanálisis realizado con más
de 20 mil sujetos provenientes de diferentes etnias, se determinó que la
ingesta de sodio dependía del sexo y de la edad, de manera que ésta fue mayor
en el sexo masculino y en sujetos adultos (de 19 a 50 años) respecto a los
niños (2 a 18 años) y a los adultos mayores a 50 años(23). Este
comportamiento según los autores, probablemente sea debido al incremento de la
ingesta calórica acompañada de la ingesta de sal en adultos masculinos de 19 a
50 años. Estos resultados pudiesen ser comparables con los obtenidos en el
presente estudio, donde la natriurésis en 24 horas, fue significativamente mayor en el sexo
masculino y este fenómeno eventualmente
pudiese estar influenciado en cierto
grado, por los cambios en la ingesta de sal en este sexo y grupo etario.
La
mayor natriurésis mostrada por el sexo masculino, también se acompañó de
mayores valores de PA al compararse con el sexo femenino (Tabla 1), lo que
indica que este incremento de PA puede ser debido, no sólo a factores
antropométricos como el aumento de la
adiposidad central, sino también al
incremento de la ingesta de sodio y como ya ha sido bien demostrado, un exceso
de consumo de sodio puede generar cambios en la PA(24) y constituye un factor de riesgo para la
hipertensión, la enfermedad cardíaca coronaria y el infarto de miocardio(25,26)
.
Por
otra parte, el hecho de que el ITCH fue mayor en el sexo masculino, corrobora
la asociación que tiene este índice con el riesgo cardiovascular anteriormente
descrita(27) y esto pudiese estar vinculado con la
mayor natriurésis observada en este sexo en el presente estudio.
Por
todo lo descrito anteriormente, también
se esperaba que dicho índice tuviese correlación positiva con ciertos
parámetros antropométricos y cardiometabólicos como el IMC, la CA, la PA, y la
glicemia y de hecho ese fue comportamiento observado en esta investigación (Tabla
4).
Es
importante destacar, que la correlación positiva encontrada entre el ITCH y los
parámetros antropométricos y cardiometabólicos evaluados, tuvo mayor
significancia estadística en el grupo de sujetos con 18 a 39 años de edad y de
estos parámetros, la CA fue el que mostró mayor correlación (r= 0,471; p<
0,001) (Tabla 4), siendo esta una de las
mediciones antropométricas que mayor poder predictivo de riego a ECM tiene(28),
ya que constituye una manera de determinar adiposidad central y como es sabido,
el tejido adiposo hoy en día es considerado como un órgano endocrino y
paracrino que libera péptidos que pueden contribuir al estado proinflamatorio
del obeso y así favorecer al riesgo cardometabólico(29). De esta
manera, el hecho de que haya sido la CA el parámetro que mayor correlación presenta
con el ITCH, pone en evidencia una vez más, el poder predictivo de ECM que
dicho índice pueda tener. Este
comportamiento es semejante al mostrado en japoneses, en donde la
correlación entre la obesidad y el índice en estudio, disminuyó con la edad y
fue mayor en las mujeres menores respecto a los hombres del mismo grupo etario(16),
aunque hay que destacar, que en el presente estudio, la mayoría de los sujetos
presentaban sobrepeso y no obesidad.
La
asociación que existe entre la obesidad, la hiperglicemia(30) y las
enfermedades coronarias puede declinar con la edad(31) y se ha determinado que el sobrepeso en
poblaciones de más edad, no está asociado con un riesgo aumentado de mortalidad(32), ello debido a que
en los sujetos de edad avanzada, intervienen una red compleja de factores para
el establecimiento de ECM(16), hecho que concuerda con el
comportamiento que mostró la correlación
del ITCH en los diferentes grupos etarios en la presente investigación, donde llama
la atención que fue precisamente en el grupo G1 donde la natriurésis mostró correlación con el ITCH, lo que pudiese evidenciar
una vez más el posible papel de indicador de riesgo a ECM que tienen ambos
parámetros y la correlación entre estos, la cual, al igual que otras
correlaciones, se pierde con la edad .
Por
otra parte, se ha reportado que existe una asociación entre el ITCH y la
resistencia a la insulina, la cual puede estar presente en el SM(14, 15),
así como también ciertos hallazgos
indican que existe correlación entre el SM y la natriurésis(19, 20).
Al dividir a los sujetos evaluados en dos grupos tomando en cuenta el valor de
la mediana del ITCH que fue igual a 2,34; la natriurésis fue mayor, en aquellos
sujetos cuyo ITCH fue ≥ 2,341 (Fig. 1). Esto puede sugerir que la excreción de
sodio a nivel renal, esté incrementada en aquellos sujetos con mayor ITCH. Curiosamente,
el incremento en el sexo femenino del ITCH con la edad, pareciera acompañarse del aumento de la natriuresis (Tabla 3), lo que indicaría una probable correlación
positiva entre estos parámetros, sin embargo, tal comportamiento en la
excreción de sodio, no resultó ser estadísticamente significativo; a pesar de ello,
dicha correlación se hizo evidente al
evaluar a la totalidad de los sujetos del grupo etario de 18 a 39 años (Tabla 4).
Este hallazgo probablemente indica, como se mencionó previamente, que después
de los 40 años intervienen otros factores que determinan riego a ECM, los
cuales eventualmente pudiesen atenuar la correlación observada entre la
natriurésis y el ITCH en los sujetos del G1.
Resulta
complejo intentar dar una explicación bioquímica a la correlación positiva
observada entre la natriurésis y el ITCH, debido a que esta puede ser el
producto de la interacción de una red intrincada de factores, sin embargo, en
animales de experimentación se ha determinado que la ingesta de sodio puede
modificar la secreción de adiponectina y se ha demostrado que el bloqueo de los
receptores de mineralocorticoides, puede incrementar los niveles de
adiponectina(33), al mismo tiempo que una disminución del sodio en
la dieta a largo plazo, puede aumentar la producción de adiponectina en el
tejido adiposo y cardíaco(34). Tomando en cuenta que la adiponectina
regula el metabolismo lipídico(35) y conociendo la interacción
reportada entre la ingesta de sodio y la adiponectina, resultaría lógico
suponer que exista una correlación positiva entre el ITCH y la natriurésis, sin
embargo, los estudios en realizados en el presente ensayo, no son suficientes
para confirmar tal aseveración.
Con
todo lo mencionado anteriormente, se puede concluir que independientemente de
que se conozca con certeza si la adiponectina participa en la correlación observada,
los hallazgos obtenidos en el presente estudio, en cierta forma corroboraran
la validez del uso del ITCH para evaluar riesgo a ECM e indican que
pareciera existir una correlación positiva entre la natriuresis y el ITCH, la
cual se hace evidente entre los 18 a 39 años de edad.
Agradecimientos: Al
financiamiento otorgado por el Fondo
Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (FONACIT), a través del subproyecto
S1.20010000679, el Consejo de Desarrollo Científico
y Humanístico (CDCH) a través de los subproyectos
06-006247-2006, PI06-00-6248.2006, PG06.00.6513.2006 y 06-7273-2008 y a la Ley Orgánica de
Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI): IIF-LOCTI-002 y LOCTI-003.
A
la Lic. en Bioanálisis Alcira Ramírez, por el procesamiento de las muestras
sanguíneas.