René Silva Idrogo
Diletante en los caminos de la vida; hacedor de sus propias sendas
De la medicina al ejercicio de la política
Tras
27 años en el ejercicio de la medicina, en 1985, siendo Jefe del Servicio
de Ginecología y Obstetricia del Seguro Social de Ciudad Bolívar,
René Silva Idrogo colgó el estetoscopio para dedicarse de lleno
a la política. Fue así como comenzó una nueva y agitada
etapa en la vida de este guayanés.
Para esa
fecha es llamado a ejercer funciones públicas en el Consejo Municipal
del Distrito Heres en Ciudad Bolívar. Allí fue nombrado Presidente
del Consejo Municipal, cuya labor continuaría con una diferencia de dos
meses, a través del ejercicio de la Gobernación del estado, de
donde saldría en 1987 debido a un altercado personal con el entonces
Presidente de la República
Jaime Lusinchi.
Luego de
su gestión al frente de la gobernación del estado, pasó
a ser Asistente Ejecutivo en Puerto Ordaz, desde 1988 a 1992, del entonces presidente
de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) Leopoldo Sucre Figarella.
—
Ha tenido una fructífera y movida vida política. ¿Desde
qué momento nace en usted el germen de la política, esa mezcla
de idealismo y filosofía?
—
Dicen que el artista nace y no se hace, pues creo que esta máxima también
se aplica a la política. La mayor parte de los políticos de este
país hemos incursionado en el ambiente desde muy jóvenes. En mi
caso, desde que estaba en la escuela primaria ya tenía el germen político
metido en la sangre; para el año de 1945, cuando se gesta la Revolución
de Octubre en la que es derrocado el general Isaías Medina Angarita,
los niños del barrio discutíamos de política como si fuéramos
adultos.
—
¿Qué piensa que ha pasado con la generación actual respecto
a la política?
—
Yo creo que después de la primera mitad del siglo XX a Venezuela, en
política, “se le quitó la placenta”. Es una situación
que recuerda mucho a uno de los poemas de Andrés
Eloy Blanco, “Se le quitó a la madre la placenta. El hijo bueno
se le muere afuera y el hijo malo se le queda dentro”. Venezuela, en esa
primera mitad del siglo XX, vio una época absolutamente brillante desde
el punto de vista político, una época en que se desarrollaron
personajes tan importantes como Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos,
Inocente Palacios, Andrés Eloy Blanco, Rafael Caldera, los hermanos Gustavo
y Eduardo Machado, Raúl Ramos Jiménez, Miguel Otero Silva, Jóvito
Villalba, Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorri y Patricio
Ojeda. Una época que vio su fin después de los años 70’s.
Entonces, ¿cómo nacen nuevos políticos en un país
donde no hay matriz para engendrarlos?
—
En sus años de ucevista usted se unió a la lucha en contra del
régimen perezjimenista ¿Fue ‘tirapiedras’ durante
esa época?
—
Lógicamente. Los primeros años después que reabren la UCV,
no hubo protestas de ningún tipo. No se ‘tiraban piedras’.
Había una calma total, lo que llaman una “calma chicha”.
A partir de 1957, cuando comienzan los manifiestos de la Junta Patriótica,
se reactivan las protestas. Sin necesidad de afiliación, muchos estudiantes
unimos nuestras voces y actos al partido comunista, ya que era la estructura
política mejor organizada para el momento y comenzamos a ‘tirar
piedras’ y a manifestar en contra del régimen dictatorial del general
Marcos Pérez Jiménez.
—
Hoy día los estudiantes en la UCV no salen a ‘tirar piedras’,
más bien defienden su punto de vista desde una posición personalista.
En aquella época, ¿cuál fue la cohesión por la que
salieron a ‘tirar piedras’? ¿Qué defendieron en ese
momento con esas piedrasí
—
Definitivamente, fue una lucha contra el terror del régimen perezjimenista.
Pérez Jiménez, al principio, intentó legalizar su situación.
Cuando tumban a Rómulo Gallegos, se forma una Junta de Gobierno, integrada
por Marcos Pérez Jiménez, Luis Felipe Llovera Páez y quien
la presidía, Carlos Delgado Chalbaud. Al poco tiempo asesinan a Delgado
Chalbaud, causando una gran conmoción y preparando el camino para que
Pérez Jiménez asumiera el control total del poder en el país.
Una vez bajo el mando militar, Venezuela se sumió en un estado de terror
mantenido por la Seguridad Nacional, policía política del régimen
a cargo de Pedro Estrada, la cual cometió los más impunes atropellos,
torturando y desapareciendo a cientos de inocentes. Hubo mucha gente muerta
y desaparecida. La gente vivía circundada por el miedo.
“Fue
tanto el horror que se produjo a causa del régimen de Pérez Jiménez
que hubo que luchar contra ello de cualquier manera. Fue una batalla que comenzó
en las aulas universitarias y que culminó en el derrocamiento del régimen
en 1958 gracias al esfuerzo de todos los venezolanos”.
Tras un
largo período de vida en el cual la política y el ejercicio profesional
de la medicina se prestaban horas entre sí, el reto de ejercer labores
sociales y políticas al frente de organismos regionales reclamaron las
funciones del médico a tiempo completo. Apenas dos años habían
pasado de la devaluación monetaria que el 18 de febrero de 1983 impusiera
un control cambiario en el país y llevara a la moneda nacional a una
desvalorización sin precedentes. La corrupción política
desbordó los titulares de la prensa nacional sumiendo al país
en una agitada atmósfera.
—
Le tocó ser gobernador del estado Bolívar en una época
muy convulsiva para la nación venezolana. ¿Cómo enfrentó
este reto?
—
Siempre he creído en la convivencia, en la capacidad del ser humano de
adaptarse con éxito a situaciones antagónicas. Hay una anécdota
que cuenta mucho el Dr. Saúl Rivas. En una visita que él me hace,
me dice: “te he hecho una cantidad de ataques por la prensa y nunca me
has contestado. Quiero que tú me contestes”. Mi respuesta fue muy
sencilla y sincera: “No hombre Saúl, qué te voy a contestar”.
Desde ese momento perdió todo el interés en atacar públicamente
mi gestión como gobernador.
“Una
de las cuestiones muy loables e inolvidables que la historia tiene que reconocerle
a Raúl Leoni, ex Presidente de la República y guayanés
de nacimiento, es haber sido el padre de la Pacificación, la cual fue
uno de los nortes de mi trabajo en la gobernación del estado”.
—
Después de la Gobernación del estado Bolívar, se convierte
en Asistente Ejecutivo del entonces Presidente de la CVG, Leopoldo Sucre Figarella.
¿Cómo llega usted a ocupar esta posición?
—
Fue el mismo Leopoldo Sucre Figarrella quien me llevó a ese cargo. Tras
el altercado personal con el presidente Jaime Lusinchi, mis relaciones políticas
con la presidencia quedaron muy deterioradas. Sin embargo, Sucre Figarella,
quien reconocía mi buena gestión en la gobernación, solicitó
una audiencia con Lusinchi en la cual le expuso su voluntad de que colaborase
con el trabajo de la CVG. El Presidente convino que yo entrara en el equipo
de ejecutivos como Director General o como Asistente Ejecutivo de Leopoldo Sucre
Figarella. Así fue como, a petición del propio presidente de la
CVG, pasé a ser su Asistente Ejecutivo, cargo que ocupé durante
cuatro años.
—
¿Qué ha pasado con la vida política una vez finalizado
ese arduo período después de la gobernación del estado
Bolívar y la CVG? ¿Qué caminos recorre usted ahora?
—
En política hay que tener sentido de la permanencia y sentido de hasta
cuándo uno va a estar en el camino. En algunas oportunidades me han llamado
algunas personalidades, como el gobernador Jorge Carvajal, para dirigir su campaña
electoral, la cual afortunadamente ganó. También asesoré
la campaña de Antonio Rojas Suárez a la Alcaldía de Heres;
en este caso, esta candidatura fue negociada políticamente y Rojas Suárez
perdió la posición.
—
¿Entonces usted en política ocupa su tiempo como asesor en este
momento?
—
Yo diría más bien que fue de asesor. Cuando existen unos descalabros
políticos como los que ocurren en este momento en el país, uno
se queda a la expectativa, tratando de no contaminarse. |