Acumulado Enero - Diciembre 2023 (93 - 96) 93
ISSN 1317-987X
 
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Publicación del informe vacunas e inmunización: Situación mundial

Retos en materia de inmunización

La inmunización, junto con las mejoras en higiene y saneamiento, ha revolucionado la salud de los niños en países de todo el mundo: se han evitado millones de muertes anuales y, además, se ha reducido el riesgo de discapacidad causadas por enfermedades infecciosas.

Desde el lanzamiento del Programa Ampliado de Inmunización (PAI) en 1974, se han evitado millones de muertes por año a través de programas nacionales de inmunización aplicados en todo el mundo. En 1979 se erradicó la viruela, en un esfuerzo humano de gran envergadura, y hoy la poliomielitis está por convertirse en otro flagelo del pasado.

Sin embargo, los beneficios más grandes de la inmunización no llegan a todos los niños. En algunos de los países menos adelantados, los niños tienen menos acceso a los servicios de inmunización que los de los países más ricos. En algunos casos, los niños se ven perjudicados porque los servicios de inmunización adolecen de falta de compromiso político y de financiación suficiente. Los niños más pobres generalmente tienen acceso a una menor variedad de vacunas y están más expuestos a los peligros de las prácticas de inmunización poco seguras. Estos problemas se ven agravados por los bajos niveles de inversión en investigación y desarrollo de nuevas vacunas que se necesitan de manera urgente en los países en desarrollo.

Aunque durante la década de los noventa se mantuvo una cobertura de inmunización mundial superior al 70%, este logro ocultó grandes variaciones entre diferentes países y dentro de éstos.En algunos países en desarrollo, las tasas de inmunización aumentaron de manera sustancial. Sin embargo en otros, especialmente en el África subsahariana, las tasas de inmunización se derrumbaron, dejando a millones de niños a merced de enfermedades infantiles potencialmente mortales. Mientras tanto, en Europa, los cambios políticos, económicos y sociales que siguieron a la desaparición de la antigua Unión Soviética desencadenaron un impresionante descenso de las tasas de inmunización en muchos países de Europa central y oriental y en los nuevos Estados independientes. Para el año 2000, en todo el mundo, aproximadamente 37 millones de niños no recibieron las inmunizaciones de rutina durante su primer año de vida.

También existen desigualdades entre las poblaciones más ricas y más pobres de un mismo país, siendo mayores en aquellos países que son pobres y al mismo tiempo tienen bajas tasas globales de cobertura de inmunización. No sorprende que el 20% más pobre de la población mundial sufra en proporciones significativamente mayores de enfermedades infecciosas y otras afecciones. A ese grupo pertenecen más de la mitad de los niños que mueren de tos ferina,
poliomielitis, difteria, sarampión y tétanos, y el 45% de los que fallecen por afecciones perinatales.

En algunos países en desarrollo, los esfuerzos por alcanzar los objetivos de inmunización se ven obstaculizados por sistemas asistenciales de salud que funcionan de manera deficiente. En los países donde los servicios de salud apenas existen fuera de las zonas urbanas, los gobiernos a menudo no pueden cubrir las necesidades sanitarias básicas de la población. En otros lugares, es probable que los edificios, vehículos y equipos vitales para la cadena de frío no tengan un buen
mantenimiento o estén deteriorados, y que la capacidad de prestar servicios de salud, en particular la inmunización, pueda verse comprometida por unas malas aptitudes de gestión, falta de motivación del personal e incapacidad para planificar y presupuestar de manera eficiente.
Además, la falta de sistemas de notificación y vigilancia de las enfermedades en algunos países en desarrollo socava la eficacia de los programas de inmunización y control de enfermedades y hace difícil orientar los servicios de salud hacia quienes más los necesitan.

Mientras, la desigualdad en el acceso a nuevas vacunas ha aumentado durante las últimas dos décadas, dado que las nuevas vacunas que salvan vidas no resultan accesibles para los países de menores ingresos. Sin embargo, la falta de fondos no ha sido la única barrera. Hasta hace poco, muchos de los países más pobres carecían de la capacidad para proveer las vacunas existentes, mucho menos para agregar otras nuevas y más costosas, como la de la vacuna contra la hepatitis
B y contra Haemophilus influenzae tipo b (Hib). Además, la inadecuación de los sistemas de notificación y vigilancia de enfermedades de algunos países ha hecho difícil establecer tanto la carga de morbilidad como la posible costoeficacia de cualquiera de las vacunas nuevas.

Sin embargo, si la demanda inicial de una nueva vacuna es baja o incierta, pueden producirse repercusiones a largo plazo tanto en el suministro como en el precio. Para hacer frente a la demanda baja o incierta de los países en desarrollo, los fabricantes limitarán la escala de producción en consecuencia. Y una vez definidas las dimensiones de la planta industrial, resulta muy costoso aumentar la escala de producción en una etapa posterior. Por lo tanto, el bajo volumen de producción no hace más que favorecer que los precios tiendan a mantenerse relativamente altos.

También existen desigualdades en materia de I+D de nuevas vacunas. A pesar de los importantísimos adelantos registrados en el desarrollo de nuevas vacunas durante los últimos 20 años, las necesidades de los niños de los países en desarrollo no están siendo abordadas por los programas de I+D de vacunas, que están adaptados a las necesidades de los niños de los países más ricos.

El escaso interés en las nuevas vacunas que demuestran los países en desarrollo también ha desalentando a los fabricantes de invertir en I+D de nuevas vacunas. Además, los bajos precios negociados a lo largo de los años para vacunas tradicionales como las difteria-tétanos-tos ferina (DTP), poliomielitis, sarampión y bacilo de Calmette-Guerin (BCG), para el uso en países en desarrollo, ha disuadido a los fabricantes de obtener vacunas para un uso determinado en países considerados de «poca rentabilidad». En consecuencia, los fabricantes de vacunas tienen pocos incentivos comerciales para desarrollar vacunas contra enfermedades como el VIH/SIDA, la tuberculosis y el paludismo, que matan a millones de personas en países en desarrollo, pero relativamente a pocas en el mundo desarrollado.

Una limitación adicional es el hecho de que las nuevas vacunas contra enfermedades que tienen incidencia en países desarrollados a menudo no son adecuadas para los países en desarrollo. La misma enfermedad puede ser causada por un tipo diferente de organismo en los países desarrollados y puede asumir una forma completamente diferente, a menudo más peligrosa, especialmente entre niños que además sufren de desnutrición.

El informe también señala que algunos países en desarrollo no prestan suficiente atención a la inocuidad de la inmunización. Hasta hace poco, algunos países no podían garantizar la calidad y la inocuidad de las vacunas que utilizaban en sus programas de inmunización. En otros lugares, las prácticas de inyección inapropiadas han puesto en riesgo vidas infantiles.

Todas las vacunas precalificadas por la OMS para ser suministradas a través del UNICEF y otros organismos del sistema de las Naciones Unidas cumplen con las normas de reglamentación de la OMS, incluidas las que atañen a las prácticas adecuadas de fabricación. Sin embargo, no todos los países tienen un organismo nacional de reglamentación eficaz y en pleno funcionamiento, con atribuciones para garantizar la calidad y la inocuidad de las vacunas. Esto se aplica tanto a las que se producen localmente como a las que se importan. Las vacunas que no han sido fabricadas y probadas conforme a las normas adecuadas pueden hacer daño. Es más, puede que las que no cumplen con las normas de potencia no protejan a los niños de las enfermedades que pretenden combatir.

Además, la potencia y la inocuidad de las vacunas a veces se ve comprometida por errores de programa. La formación profesional y la supervisión de la manipulación, el transporte, el almacenamiento y la administración segura del producto son necesarios para garantizar vacunas inocuas y eficaces.

Las vidas también pueden correr riesgos por la falta de garantías de inocuidad de las inyecciones. Mientras que en los países desarrollados los problemas se limitan principalmente al uso de drogas inyectables y a las heridas ocasionales con agujas entre el personal de salud, en los países poco desarrollados las innumerables prácticas de inyección inapropiadas representan una suma estimada de US$ 535 millones en costos de atención de salud y 1,3 millones de defunciones al año.

Sin embargo, las inyecciones con fines de inmunización representan menos del 10% del total de inyecciones con finalidad médica y generalmente se consideran más inocuas que las inyecciones curativas, que incluyen muchas inyecciones innecesarias y peligrosas. Otros temas de importancia en relación con la inocuidad de las inyecciones son la esterilización de los equipos, la evacuación de desechos y la capacitación, puntos que se tratarán más adelante en este informe.

Entretanto, la financiación de la inmunización no ha logrado mantener el ritmo del crecimiento poblacional y del aumento de los costos de la prestación de servicios.En algunos casos, los niveles de financiación absolutos han caído drásticamente en la última década debido al retiro de apoyo de los donantes y a la mayor presión sobre el gasto público. En consecuencia, los programas de inmunización sistemática se han visto descuidados en algunos países en desarrollo.

Aunque la inmunización es una de las responsabilidades básicas del Estado en materia de salud pública, muchos gobiernos de países de bajos ingresos no son capaces de asignar recursos financieros adecuados y fiables a la inmunización. Los países menos desarrollados que, incluso después de recibir el apoyo de los donantes, gastan en promedio sólo US$ 6 anuales por habitante en todos los servicios de salud, incluida la inmunización, no pueden movilizar los recursos necesarios para ampliar la cobertura. Incluso en los países en desarrollo con un ingreso nacional relativamente mayor, los programas de inmunización padecen incertidumbres financieras, competencia desde dentro y fuera del sector de la salud, y aumentos en los requisitos de financiación a medida que se amplía la cobertura y aparecen nuevas vacunas. En general, los países en desarrollo están obteniendo una cantidad significativamente menor de los beneficios de la inmunización. La desigualdad entre ricos y pobres en lo que respecta a la inmunización seguirá creciendo si depende de manera exclusiva de los recursos de los gobiernos locales.

Prólogo
Sinopsis
Retos en materia de inmunización
Trazar un camino hacia adelante
Conclusiones

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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