El
término amiloidosis no se refiere a una única enfermedad sino a un grupo de
entidades clínica que engloban
un término genérico para un conjunto de cuadros clínicos muy heterogéneos, caracterizados
porque comparten como hecho común el depósito extracelular de proteínas
fibrilares patológicas, histoquímicamente específicas, denominadas amiloide(1). El depósito de amiloide se produce usualmente a partir de precursores
solubles (inmunoglobulinas, betamicroglobulinas y otros) que se convierten en
insolubles, siendo éstas resistentes a la fagocitosis y a la proteólisis, lo
que podría explicar la naturaleza progresiva de la lesión, en diversos órganos y tejidos. A grandes rasgos se divide en sistémica y
localizada. Ambas pueden presentar compromiso del tracto respiratorio(2). La afectación pulmonar en la
amiloidosis es rara, y generalmente se inicia en la quinta o sexta década de la
vida como hallazgo radiológico ocasional (2).
Suele presentarse como una enfermedad intersticial de localización
traqueobronquial debido al depósito difuso de amiloide en los tabiques
alveolares y muestra un patrón reticular en la radiología. En raras ocasiones,
aparecen lesiones intraparenquimatosas en forma nodular(2).
La amiloidosis localizada al tracto respiratorio
fue descrita por Lesser en 1877 (3), desde
entonces se han propuesto varias clasificaciones, basadas en hallazgos radiológicos
o broncoscópicos.
Cuando se
clasifica la amiloidosis de acuerdo con la proteína específica anormal
involucrada, los tipos más importantes que producen enfermedad pulmonar son
amiloide L y amiloide A.
Amiloide
L (AL, o amiloidosis de cadena ligera) es la forma más común de la amiloidosis sistémica.
Puede ser idiopática o estar asociada con trastornos de células plasmáticas
(cerca del
90% de los casos). El pulmón está involucrado en 70 % a 90 % de los pacientes
que tienen amiloidosis AL. Casi siempre hay presencia de miocardiopatía si el
pulmón está involucrado. El pronóstico generalmente es malo. La amiloidosis AL
también puede producir compromiso pulmonar localizado. La amiloidosis AL
ocurre típicamente en pacientes con edades alrededor de los 50 o 60 años.
Amiloide A (AA) ocurre como amiloidosis secundaria en pacientes que
tienen enfermedades inflamatorias crónicas (por ej., enfermedades colágeno
vasculares, infecciones, enfermedad inflamatoria de intestino y fiebre
Mediterránea familiar) y algunas neoplasias tales como enfermedad de Hodgkin.
Frecuentemente está involucrados los pulmones en algún grado, pero los
depósitos a menudo son pequeños o clínicamente insignificantes. El pronóstico
es mejor que con AL. Entre los pacientes que tienen compromiso pulmonar por
amiloide, cerca del 65 % tienen amiloidosis sistémica primaria (AL sistémica),
30% tienen amiloidosis localizada (AL localizada) y 5 % tienen amiloidosis
secundaria (AA).
La afectación del
tracto respiratorio en esta enfermedad suele darse en la mayoría de los casos
en el contexto de una amiloidosis sistémica primaria. La amiloidosis pulmonar primaria es una forma localizada de
amiloidosis que esta confinada al parénquima pulmonar. A diferencia de la
amiloidosis sistémica, la amiloidosis pulmonar localizada por lo general sigue
un curso benigno(2,3,4). Se puede presentar en tres formas: difusa depósitos intersticiales, nódulos
pulmonares únicos o múltiples, o, más comúnmente, depósitos traqueobronquiales
submucosos (4) Aunque la amiloidosis nodular pulmonar es una enfermedad
rara, debe considerarse en el diagnóstico diferencial de los
nódulos o masas pulmonares, sobre todo con los tumores primarios o metastásicos
y enfermedades granulomatosas
y en particular con los granulomas pulmonares hialinizante.
Generalmente la amiloidosis sistémica primaria no presenta
síntomas, afecta por igual a ambos sexos en la quinta o sexta décadas de la
vida y es generalmente un hallazgo radiológico inesperado. Sin embargo las manifestaciones clínicas se encuentran relacionadas con el grado de
afectación y varían desde tos, hemoptisis o atelectasia por obstrucción en las
formas traqueobronquiales, hasta alteraciones fisiológicas similares a las
observadas en la neumonía usual intersticial o algunas formas de fibrosis
pulmonar en la alveolo septal difusa.
La implicación
alveolo septal difusa es una forma
rara de amiloidosis pulmonar. El diagnostico antes de la muerte es
inusual, y la mayor parte de los casos divulgados
fueron diagnosticados en la mesa de autopsia. Los síntomas de insuficiencia respiratoria son
comunes con la amiloidosis difusa o septal alveolar y pueden estar relacionados
con enfermedad pulmonar difusa o con compromiso cardíaco asociado. Esta forma
de amiloidosis se relaciona a menudo con amiloidosis sistémica primaria (AL
sistémica). El compromiso pulmonar difuso es muchos menos frecuente y puede
ser incidental con la amiloidosis AA o con amiloidosis senil. Ocasionalmente la
amiloidosis septal alveolar difusa refleja enfermedad localizada en lugar de
sistémica (4,5).
Habitualmente
no ocasiona síntomas y no existe una característica radiológica definida, por
lo general los hallazgos radiológicos son casuales o inesperado, si las radiografías son anormales se ve típicamente un patrón reticular o reticulonodular, usualmente
bilateral y difuso, o con predominio basal y subpleural. También pueden verse
áreas focales o en parches de consolidación. Las áreas anormales pueden estar
calcificadas o, raramente, pueden mostrar franca osificación. Menos a menudo
puede verse un patrón de nódulos pequeños que puede simular sarcoidosis o
tuberculosis miliar (5).
Puede verse aumento de
tamaño de ganglios hiliares o mediastínicos en pacientes con Amiloide L, ya sea como hallazgo
aislado o en asociación con enfermedad intersticial. Afecta más comúnmente al lóbulo inferior del pulmón y en ocasiones se
encuentra asociada a procesos linfoproliferativos, gammapatía monoclonal, síndrome de
Sjögren, enfermedad de Crohn o abusos de drogas por vía intravenosa (4,5,6).
La Tomografía Computada de alta resolución
(TC), las manifestaciones
pulmonares más comunes de amiloidosis parenquimatosa difusa consisten en
nódulos múltiples pequeños, que usualmente oscilan entre 2 y 4 mm de diámetro
engrosamiento septal interlobulillar, opacidades reticulares finas,
consolidación focal, focos de calcificación dentro de nódulos o áreas de consolidación
y bronquiectasias por tracción. Puede verse predominio subpleural y basal.
La calcificación se ve
en aproximadamente la mitad de los casos(6) . La biopsia de tejidos es esencial para el
diagnóstico de la amiloidosis por lo general requiere de confirmación
histológica. Diagnóstico histopatológico se realiza por el hallazgo de
amiloide, que es un material inerte, proteináceo, homogénea, acelular, y
material eosinófilo que, cuando se someten a tinción histoquímica con rojo
Congo muestra birrefringencia verde bajo luz polarizada (7). Este método de inmunohistoquímica sigue siendo el estándar
de oro del diagnóstico.
Presentamos una amiloidosis
nodular pulmonar en una paciente de 53
años cuya circunstancia es muy infrecuente, mostramos los hallazgos clínicos, radiológicos
y de tomografía, los hallazgos de anatomía patológica y revisamos la literatura.