Los aislados
de S. aureus provenientes de los procesos infecciosos expresaron un 93%
de capacidad en formar biopelículas, lo cual coincide con la investigación
realizada por Arteaga y col en el año 2010, donde analizaron la formación “in vitro” de biopelículas y sus
características moleculares en cepas de SARM de procedencia infecciosa,
obteniendo un 96% de cepas capaces de formar biopelículas; datos cercanos
a los hallados en esta investigación, con la diferencia que Arteaga y col
reportan una tendencia de grado de formación
entre débil y fuerte (25) y en la presente investigación la tendencia fue en
rango moderado.
Así mismo, Cháves y col. en el año 2000, analizaron la
capacidad de formación de biopelículas en cepas de origen infeccioso y de
pacientes asintomáticos en dos especies
bacterianas S. aureus y S. epidermidis, encontrando que las cepas
de procedencia infecciosa de S. aureus expresaron menor capacidad de
formar biopelículas 45% que las de
portadores asintomáticos 74% (26). Estos datos resultan diferentes con lo observado en
el presente estudio, en el que no hubo diferencia significativa en este
aspecto, obteniendo 93% y 92% respectivamente.
Por otra parte, Ibarra
y col en el 2012 estudiaron la formación y cuantificación de
biopelículas de Complejo C. albicans,
S. aureus y de ambas (mixtas). Obteniendo
mayor grado de formación de biopelículas en S.
aureus aislados de proceso infeccioso, que el obtenido por la cepa de
referencia utilizada como control. Estos resultados se acentuaron aún más con
la cepa de Complejo C. albicans. Los
autores concluyeron que lo anterior probablemente se debe a que los
aislamientos clínicos presentaban factores de virulencia activados y por ello
se desarrollan con mayor patogenicidad que la cepa de referencia, viéndose
reflejado en la formación de biopelículas (27). Aunque esta teoría no es comprobable con esta
investigación, la misma podría ser útil en explicar los resultados obtenidos en
la presente investigación, en la que se observa un grado moderado de formación
de biopelículas en los aislados provenientes de procesos infecciosos en
comparación con un grado débil de formación en los aislados de portadores
asintomáticos.
En conclusión,
los resultados obtenidos sugieren que la susceptibilidad antimicrobiana no
interviene en que las bacterias sean capaces o no de formar biopelículas, así
como tampoco afecta en el grado de formación de las mismas. De igual manera, la procedencia de las cepas
de S. aureus, tampoco influye en la
capacidad de formar o no biopelículas, sin embargo, el grado de formación (débil,
moderado o fuerte) se ve afectado de manera directa por la procedencia de las
cepas, donde las de origen infeccioso muestran un mayor grado de formación en
comparación con las provenientes de portadores asintomáticos.
Este dato es
relevante ya que el grosor de la biopelícula está directamente relacionado con
la dificultad de erradicarla, por lo que es interesante conocer la capacidad
del microorganismo en formar biopelículas y en qué grado lo hace, para
futuramente inclinar los estudios hacia tratamientos específicos para cada
caso.
Así mismo, es de
interés conocer que las cepas de portadores asintomáticos aun cuando muestran
un grado débilmente formador, son capaces en su mayoría de presentar este
mecanismo de supervivencia y si a ello se le suma que en este grupo se encontró
S. aureus con diversos patrones
fenotípicos de resistencia adquirida (Tabla 1), esto sugiere la necesidad de
extremar las medidas de asepsia en procesos de venipunción e implantación de
catéteres, así como también en la escogencia del tratamiento, ya que se trata
de individuos sanos con cepas con
potencialidad para colonizar superficies y con importantes mecanismos de
resistencia.
Finalmente, estos
resultados aluden, que la diseminación de cepas que provienen de procesos
infecciosos aporta un riesgo adicional como factor de virulencia, debido a que
están más dispuestas a formar biopelículas en un nivel mayor, lo cual
representa una variable importante a considerar en el control de este
microorganismo.
Agradecimientos
Los autores agradecen al Laboratorio Clínico La Viña, al Departamento de
Microbiología de la Universidad de
Carabobo, al Lcdo. Luis González, a la Dra. Eogracia Guzmán a la Lcda. Greysy Ochoa y al T.S.U. Esther Perozo por la colaboración,
asesoramiento y apoyo técnico brindado a esta investigación.