En el campo de la medicina, en las
últimas décadas ha emergido un desarrollo vertiginoso e impresionante en la aplicación de la
genética en el contexto de la medicina oncológica
orientada al estudio citogenético de las
neoplasias. El cáncer se desarrolla a partir de la acumulación y
selección sucesiva de alteraciones genéticas y epigenéticas, es por ende que la
citogenética del cáncer, se ha especializado en la identificación de los cambios numéricos y estructurales de los cromosomas en
diferentes neoplasias humanas. Hasta el presente las leucemias son las más
estudiadas, pero también se han identificado numerosas alteraciones
cromosómicas en linfomas, tumores sólidos y blandos, tanto malignos como
benignos, la mayoría de ellas muy complejas (1). Un avance significativo se obtuvo cuando pudo establecerse que en
todas las translocaciones antes referidas, el rearreglo cromosómico implica la
reubicación de un oncogén, que pasa de un sitio donde se encuentra reprimido a
otro de transcripción y síntesis activa. Este mecanismo explica la
amplificación de las secuencias oncogénicas (1).
El cáncer de pulmón es el resultado final de la acción de múltiples factores
que lesionan el epitelio bronquial y representa el tipo tumoral más importante
en cuanto a mortalidad en el mundo occidental. El principal agente ambiental
implicado en la carcinogénesis pulmonar es el tabaco. Este agente es
responsable del 90% de los casos en varones y del 55-80% de los casos entre las
mujeres, en los países de mayor incidencia (1). El 90% de los pacientes fallece
dentro de los primeros cinco años después del diagnóstico, lo cual
implica que sea la principal causa de muerte por
cáncer (1,2).
En los
actuales momentos, se ha establecido que el cáncer de pulmón se desarrolla como
consecuencia de la acumulación de múltiples alteraciones moleculares que afectan
a secuencias génicas que codifican proteínas relacionadas con el control de la
proliferación celular, la diferenciación y la apoptosis (2). Todos estos cambios son el resultado de un proceso de cambios histopatológicos progresivos y escalonados,
como resultado de la acción carcinogénica del tabaco.
En individuos fumadores, se
ha observado que las células del epitelio pulmonar están siendo agredidas
constantemente por la acción de los compuestos carcinógenos que contiene el
tabaco, los cuales producen las alteraciones genéticas y los consecuentes
cambios en los niveles de ciertos mRNAs y proteínas, diferenciando las células
normales de las tumorales. Surge así el concepto de “campo de cancerización”:
ataque difuso a un órgano como resultados de la exposición mantenida a un
cancerígeno (2,3).
En las
primeras etapas de cáncer se dan un acúmulo de
alteraciones en determinados genes, que provocan
una pérdida de control en el mecanismo de
crecimiento celular que conduce a una
proliferación clonal de poblaciones celulares
anormales. Estas alteraciones afectan a
diferentes tipos de genes: protooncogenes, genes
supresores y genes reparadores del ADN (1). Todas estas
alteraciones hacen que la célula neoplásica
adquiera características que la diferencian de
la normal, adquiriendo las llamadas marcas o rasgos
moleculares del
cáncer de pulmón (Distintivos
del Cáncer) como
son: a) inestabilidad genómica, b)
insensibilidad frente a señales
linfoproliferativas, c) autonomía frente a
señales de crecimiento, d) resistencia a la apoptosis,
e) potencial ilimitado de replicación, f)
capacidad de invasión y metástasis, g) otro rasgo
que se ha ido conociendo cada vez mejor es la
capacidad para inducir la angiogénesis. Este daño molecular implica de forma predominante a determinadas
regiones cromosómicas (3p, 9p, 8p, 17p) en las que están localizados genes supresores tumorales
(2,3,4). Los cambios moleculares más
estudiados quedan
reflejados en la Tabla 1.
Idénticas lesiones genéticas se han descrito en el epitelio
bronquial de individuos fumadores sin evidencia histológica de cáncer. En
pacientes con cáncer de pulmón las alteraciones genéticas presentes en el ADN
tumoral obtenido del suero o plasma se correlacionan de forma fidedigna con las
presentes en el tejido tumoral, facilitando los estudios genéticos en estos
pacientes. El cáncer de pulmón en fumadores con
frecuencia presenta una mutación puntual típica aunque no específica, caracterizada por
cambio de Guanina-Citosina a Adenina-Timina en la secuencia del cromosoma p53,
debido con mayor probabilidad al daño en el ADN secundario al benzopireno,
que es uno de los carcinógenos más importante de los cigarrillos (5,6).
Por otro
lado, la exposición en fumadores a otros agentes carcinogénicos como el asbesto
(presente en el amianto), también aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de
pulmón (7).
La pérdida
del brazo corto del cromosoma 3, es una de las alteraciones cromosómicas más frecuentes en el
cáncer de pulmón de células no
pequeñas (CPCNP) es observado en el 90% de los casos. Producto del daño en el ADN inducido por el hábito de
fumar tabaco y la edad temprana, parecen inducir la pérdida del brazo corto del
cromosoma 3.
Las mutaciones K-ras, los genes RAS
se expresan en prácticamente todas las
células de los mamíferos, y se cree que regulan vías de transducción de señales que controlan el
crecimiento celular. Las
mutaciones en K-ras son activadoras y se presentan principalmente en el adenocarcinoma y podrían
asociarse con un peor pronóstico. Las mutaciones en K-ras (mutaciones puntuales
en los codones
12, 13 o 61) producen un cambio que impide que la proteína Ras adquiera su forma inactiva y
transmite la señal de división celular al núcleo, independientemente de la
presencia de factores de crecimiento.
En 2004 (8,9),
dos grupos de investigadores independientes describieron simultáneamente la existencia de
mutaciones somáticas de EGFR en el dominio
tirosina quinasa del gen en pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas. De
forma similar a K-ras, las mutaciones de EGFR se presentan casi exclusivamente en los
adenocarcinoma.
La
proteína p53, en condiciones normales cuando existe un mal funcionamiento de
procesos celulares importantes, la célula se autodestruye (apoptosis o muerte
celular programada). En el caso de las células malignas, la principal molécula
que confiere resistencia a la apoptosis es p53. El gen de la proteína p53 se
localiza en el brazo corto del cromosoma 17. La proteína reconoce el daño que
se produce en el ADN y provoca distintas respuestas, entre ellas, la parada del
ciclo celular para permitir la reparación del ADN; esto ha conducido a que p53
se conozca como el “guardián del genoma”. Sin embargo, cuando el daño es
excesivo y la célula no puede repararlo, p53 induce la apoptosis para que la
célula no siga dividiéndose con estas alteraciones genéticas. Se han detectado
mutaciones de p53 en aproximadamente un 50% de los tumores malignos y son más
frecuentes en aquellos relacionados con la exposición al tabaco (10,11,12).
Otra de
las propiedades de las células malignas es la resistencia a la inhibición del
crecimiento celular. Existen dos proteínas que ejercen un papel clave en esta
función y que están alteradas genéticamente en el cáncer de pulmón: p16 y Rb. Estas
proteínas en circunstancias normales; inhiben la división celular. Cuando p16 o
Rb están alterados, la célula es incapaz de responder a las señales que le
indican que debe frenar la división celular (13).
Recientemente,
por primera vez en esta neoplasia, Soda y col,
2007 (14), encontraron una pequeña inversión en el brazo corto
del cromosoma 2 (2p21-23), que implica la fusión de dos
genes: el gen de la proteína 4 asociada al microtúbulo de
equinodermo (EML, por sus siglas en inglés) y el gen de la cinasa
del linfoma anaplásico (ALK). La fusión EML4-ALK estuvo presente en cerca de 7% de los
pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas.
En consecuencia el
cáncer de pulmón es una enfermedad compleja y un gran número de cambios o
alteraciones genéticas están implicados en su desarrollo. Es por ello que el
proceso de oncogénesis involucra múltiples pasos, que se traducen finalmente en
cambios genotípicos y fenotípicos, estos cambios genéticos incluyen mutaciones
de los genes supresores de los tumores, alteración de la expresión de
protooncogenes, de los factores de crecimiento, y de genes que facilitan el
desarrollo de las metástasis.
La
importancia del estudio y el objetivo de la investigación llevada a cabo, es
que la patología molecular en el cáncer de pulmón, radica en que esta va dirigida fundamentalmente a
la identificación de marcadores genéticos relacionados con la progresión
tumoral, que puedan desempeñar un rol como factor pronóstico útil en el
establecimiento de protocolos para la detección precoz y poder
encauzar la posible quimioprevención y/o posibles vías de terapia genética. Por
último, el
conocimiento de la secuencia de cambios genéticos involucrados en el desarrollo
del proceso tumoral broncogénico se piensa que permitirá, en un futuro próximo,
llevar a cabo un diagnóstico temprano de la enfermedad y la identificación de
individuos de alto riesgo.